lunes, 28 de diciembre de 2015

LA POLÍTICA DEL AMO





8. La Política del Amo
 Gerardo Barbera



De tal manera, que en pocas reencarnaciones, el esclavo, el débil, el marginal, llegaría  a ser como el amo que lo explota y domina. Se trata de tener un poco de paciencia para luego sentarse en el banquete. La vida consiste, ahora y por siempre en ser esclavo o amo. No hay más alternativa posible. Es el destino de la raza humana. Es la verdadera ley del materialismo histórico. La moral del guerrero. La genealogía de la moral del hombre débil. Todas las propuestas sociales nacen y mueren en la dialéctica infinita del esclavo y del amo. Por lo menos, eso es lo que hasta ahora han afirmado todos los filósofos de cualquier lado, derecha, izquierda, no alineados, libres pensadores.
 De esta forma, desde una filosofía “del alma y del sufrimiento”, distinta a la racional, el amo sigue siendo dueño del esclavo por toda la eternidad. Al pobre solamente le ha quedado la esperanza de las futuras reencarnaciones para convertirse en amo, y así ser feliz, dentro de lo posible, siendo dueño los futuros esclavos.
Tal vez, en una sociedad como la actual, que se manifiesta por lo menos, en la superficie como materialista y consumista, los fundamentos metafísicos y transcendentales suelen ser negados, en nombre de una objetividad inmanente. Sin embargo, más allá de lo aparente, más allá del discurso, el orden metafísico es el dominante.
Todo el orden actual de la vida social, en donde existen pocos amos y muchos esclavos, sigue siendo justificada desde lo metafísico, como proyección del paradigma griego, muy pocas cosas han cambiado, solamente el estilo, pero la esencia es la misma. No puede existir ninguna política sin dioses, o sin justificación divina y nuestra época no es la excepción, todo sigue igual.
Una política sin dioses no era real. Y la herencia es actual y permanente. La realidad de las relaciones sociales se mantiene en cuanto respondan a leyes universales religiosas, filosóficas o de “nuevas eras”. ¿A cuenta de qué existen países del “tercer mundo”? El orden es el mismo de los griegos, “nosotros y los bárbaros”. Y el dios es el Destino, la ley universal, o cualquier otro nombre. Hasta la misma “muerte de Dios” es un dios sustituto.
Pero en el orden ontológico se ha dado la mayor de las tragedias. La pretensión de la racionalidad, la apariencia, el deseo delirante, la sombra, la locura, la ilusión, la imaginación y el engaño de los griegos se ha convertido en el fundamento de la realidad social. Hasta el punto de que la creación filosófica ha sido sierva de la Política. Al punto de que es la Política y sus leyes de dominación la que se ha convertido en criterio de la verdad física y metafísica. Todo el conocimiento, independientemente de las intenciones de los diferentes autores, ha servidos siempre y para siempre a los mismos amos y ha  mantenido en la esclavitud a los mismos bárbaros.
La convicción de que la realidad social de injusticia responde a leyes divinas es tan existencial, que lo “metafísico” es más objetivo que lo realmente físico. Es decir, de lo lógico se saltó a lo metafísico, ignorando el verdadero orden ontológico, para favorecer, con o sin intención, la dimensión política.
De hecho, los avances en el conocimiento científico han surgido gracias a las dudas en el orden de las leyes físicas, pero nunca se ha dudado realmente del orden metafísico, cuando mucho se le ha cambiado de nombre a las mismas leyes, pero poco o nada se ha avanzado desde Aristóteles hasta nuestros días.
De tal manera, que se puede dudar de cualquier conocimiento alcanzado dentro del campo de la ciencia, en cualquiera de sus ramas o dimensiones del saber, pero nadie dudará jamás de la existencia del bárbaro, y por lo tanto, del amo. Imaginarse un mundo en donde todos realmente seamos iguales, causa risa. Ya que lo natural, lo divino, lo metafísico, lo más evidente que cualquier dato objetivo de la ciencia que sea, es que los hombres son diferentes, y nadie es culpable de esa diferencia.
Solamente el casi animal, el poco evolucionado, no es capaz de aceptar el orden del universo. ¡Qué culpa tiene el tiburón de estar destinado a alimentarse de los peces pequeños!. Es una ley natural y divina. De la misma manera, como se presenta en el orden del reino animal la superioridad de unos que están destinados a vivir de la sangre de los otros, así ocurre con los seres humanos en el orden social, pero con la diferencia, de que los hombres evolucionan a través de reencarnaciones y logran hacerse tiburones en el futuro. Nadie tiene la culpa de que existan peces grandes y peces pequeños. La conciencia universal es la sabiduría inscrita en el alma del hombre sabio.


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