MI AMIGO JULIÁN
Gerardo Barbera
He vivido rodeado de soledades, escuchando miles de voces…tan
vacías, tan silenciosas, tan lejanas; como si la realidad se esfumara entre las
grietas de la muerte infinita. Los rostros giran sin nombres, sin almas, como
ausencias delirantes que atormentan. Aquí, algunos alumnos y profesores parecen
lobos hambrientos; comen y comen sin parar, engordan, estiran sus garras,
se aferran a sombras de otras dimensiones; y finalmente, mueren
cansados; demasiado cansados de respirar y comer, de mirar sin entender, de
soñar sin haber vivido en el paraíso que les prometieron, nunca se enteraron de
que la Revolución Bolivariana fue un engaño, la vil venganza de un viejo que se
muere en su reinado, allá en el medio de las aguas del Caribe. Y aquí, en la
Tierra de Bolívar, los pobres de siempre se van de este mundo con el cerebro en
blanco, totalmente olvidados. Los líderes bolivariano, los muñecos de Fidel,
ofrecieron panteones a sus Generales… y les cumplieron, llenaron de soles
los hombros de los uniformes, y los soldados murieron felices con el deber
cumplido, con sus casacas rojas, sus flores rojas…sus Generales se fueron al
cielo… mientras el Pueblo se queda haciendo colas, largas colas mendigando un
poco de harina de maíz.
¿Saben lo que me dijo un profesor de Filosofía, de esos que
pensaban liberar al pueblo, ustedes saben, “concientizándolos” con los viejos
conceptos comunistas de Marx?... “La existencia plena se realiza en el
encuentro con el Otro, con el ser humilde que se muestra en los rostros
oprimidos… ¡Con el Puebloooo!” Ya quisiera yo que el profesor Julián estuviese
aquí conmigo. Julián se fue hace poco, ya hablaba solo, con la mirada perdida
tratando de encontrar los rostros populares de los que tanto nos habló. ¡Ojalá
estuvieses aquí, querido amigo! ¿Sabes…? Aquí está el Pueblo, y yo estoy con
ellos…sí…aquí mismo, en la misma cola, tratando de encontrar un pote de leche
en polvo… no es para mí, ni voy a revender, es para mi esposa, Ella toma su
café con leche cada mañana y cada noche.
Y aquí estoy haciendo la cola, rodeado de esos rostros de los que
nos hablaste. Profesor Julián…el rostro del Pueblo está casi deforme, la
Revolución Bolivariana de los farsantes le ha robado la sonrisa. La gente
en la cola me asfixia, siento deseos de empujarlos a todos, es como si
las personas me estorbaran; como si de pronto, una fiebre terrible me
invadiese, y siento un calor pegajoso que no puedo soportar. “Ese coleado”,
“sáquenlo”, “fuera”, “fuera”. Yo también grito, no sé lo que está pasando en la
entrada del mercado, pero estoy indignado, cansado de todo y de todos. La
Guardia Nacional dispersa a la multitud con “bombas lacrimógenas”. Todos corren
hacia cualquier parte. La cola ha terminado por hoy; tengan la seguridad de que
mañana volveré, trataré de llegar una hora más temprano. Juro que no me van a
colear.
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