IMPORTANCIA DE LA FILOSOFÍA
Gerardo Barbera
Reflexionar acerca de la importancia
de la Filosofía, dentro de una sociedad sumergida hasta el alma en el
Pragmatismo más crudo que se haya vivido a lo largo de la historia de la
humanidad, puede resultar un esfuerzo que probablemente carezca de significado
, el recuerdo insignificante de un
momento de la vida universitaria, donde un profesor del montón habló de una
asignatura del Pensum de estudio, referente a cosas extrañas y ajenas a la
vida real, no sólo de los estudiantes,
sino de la casi totalidad del profesorado; tal vez, ajena y
extraña de la vida concreta de los mismos profesores del Departamento de
Filosofía, quienes muchas veces
reducimos la Filosofía a la utilidad que nos produce. Nosotros
tendríamos que ser los primeros en hacernos la pregunta sobre la importancia de
la Filosofía, pero, en el “Pensum de la vida misma”.
Actualmente,
el Pragmatismo conforma el paradigma valorativo desde el cual se interpreta
toda la realidad, y todas las relaciones interpersonales. La capacidad de
utilidad determina de manera fulminante el valor de todo cuanto nos rodea. No
se trata de algo personal, nuestra sociedad es así. Y nosotros somos parte de
esta sociedad. Cuando hacemos contacto con cualquier persona, o con cualquier objeto,
lo primero que nos preocupa es saber para qué sirve, y de ahí calculamos su
importancia. Si la pareja “no sirve”, no tiene valor, y no vale la pena seguir
atado a una persona que “no sirve”. Si el anciano “no sirve”, ya no tiene nada
que hacer en este mundo. Lo que no sirve se desecha. Hasta la fe religiosa
tiene que servir para algo, si Dos “no sirve”, estorba. Si la fe no me da “la
paz”, o “la tranquilidad”, o el placer de sentirme “salvo”, no sirve, luego, es
inútil.
Lo
más fuerte del Pragmatismo consiste en el poder de su lógica interna :”Lo que
sirve tiene valor, lo que no sirve no tiene valor”. Y en honor a la verdad,
parece lo más lógico del mundo. No tiene
sentido querer lo que no sirve...sería ilógico.
Se
trata ahora de indicar los criterios según
los cuales el Pragmatismo determina lo que “sirve”, y descarta lo que “no sirve”. En primer lugar cabe señalar el bienestar económico que
produce lo que se valora; es decir, si produce dinero, sirve, y es altamente
valioso. Y lo que no produce ganancias económicas, carece de valor. No tiene
sentido dedicar la vida a una profesión
que no produce ganancias económicas suficientes. El valor de cualquier
profesión se mide por la ganancia económica que proporciona.
Por otra parte, se puede mencionar el placer
como criterio de valor. Lo que produce placer, en todos los sentidos posibles
del término, sirve, y por lo tanto vale. De tal manera, que la vida se
convierte en una cadena de momentos y situaciones placenteras, al extremo de
que la existencia sin problemas, “vivir en paz”, sin molestias, como quien
tiene sueño y desea dormir lo más cómodamente posible, para despertar con
suficiente energía para gozar de la vida, se hace el deseo vital más profundo .
La vejez se convierte en el temor supremo, como el fin de las posibilidades de
una vida gozosamente sensual. Es preferible la muerte a la vejez... Sin placer,
la vida no sirve y se convierte en el mayor de los absurdos, en el verdadero
infierno.
En
cuanto a las relaciones, se impone el dominio, ser el mejor, “más que el otro”,
estar por encima de mis rivales. Todo lo que me dé más poder, sirve. La vida se
convierte en una competencia sin cuartel, donde lo más importante es dominar y
no ser dominado. Todos luchan por el éxito, no importa quien muera en el camino.
El
Dinero, el Placer y el Poder, son realmente los criterios que el Pragmatismo
impone como fundamento de valor. Todo cuanto existe gira en torno al Tener, al
Placer y al Poder, elementos que componen la moderna “Divina Trinidad”, centro
de adoración de todos los seguidores del Pragmatismo radical, la religión de la Nueva Era.
Dentro
de este paradigma, el Conocimiento en general se concibe como un “medio”, una
especie de escalera que nos lleva a conseguir las promesas del placer, del
tener y del poder, se estudia y se investiga por razones pragmáticas. De hecho,
un conocimiento que no tenga aplicabilidad inmediata, utilidad en el hacer, que
no “resuelva algún problema”... no sirve...y si
alguna asignatura académica no resuelve algún problema, lo coherente es
eliminarla del Pensum...si no resuelve ningún problema, si no concluye en una
destreza aplicable, si no mejora alguna conducta observable, realmente es lo
más inútil que pueda existir. Y dentro del campo de la Profesión Docente lo que
abunda son los promotores y defensores de Pragmatismo a su más elevada
expresión.
Los
adoradores del Pragmatismo, en nombre de
“las necesidades reales”, “de la actualización”, “de la eficiencia”
construyen diseños curriculares “actualizados” , en función de las exigencias
concretas de la tarea educativa. Por lo tanto, las asignaturas que conforman el Pensum de estudio, deben tener
alguna utilidad bien definida, nada de “teorías huecas” que se quedan en el
olvido.
El resultado final puede ser un “obrero de la
educación”, cuya única meta en la vida consistiría en trabajar para comer, y
cuyo motivo de rebelión se reduciría a la lucha por unas cuantas monedas más,
que le proporcionarían un tanto más de placer alienante. El Pragmatismo aliena,
y cuando la adicción enfermiza se da en la dimensión cognitiva...el paciente no
tiene remedio.
Sumergidos
en el ambiente pragmático, la pregunta sobre la importancia, o si se prefiere,
sobre el sentido de la Filosofía en el Pensum de estudio de Educación, o de
cualquier otra carrera, se hace complicada, al constatar que el pragmatismo nos
domina más allá del discurso. No obstante a lo que se pueda decir en un
ambiente académico, la Filosofía no ha llegado al corazón de los miembros de la
comunidad universitaria, y no me refiero a los alumnos solamente. La mayoría
preferiría cambiar “Fundamentos Epistemológicos” por un curso de Autoestima; cambiar Filosofía
Antropológica, por un taller de Elaboración de Carteleras; Filosofía de la
Educación, por un taller de “Organización de Lunes Cívicos”; y Ética, por un
Taller de Valores...Y lo peor es que no estoy exagerando...
Y para colmo de males, todo el mundo “sabe
Filosofía”, los psicólogos, los sociólogos, los orientadores, los educadores,
los ingenieros, los médicos, y todos los investigadores de todos los niveles
que puedan concebirse, saben Filosofía... A esta lista habría que añadirle a
todas aquellas personas que pertenecen o han pertenecido a cualquier grupo
religioso o “filosófico”. Según estos sabios, la Filosofía “es la vida misma”,
o “el aire que respiramos”, o en términos curriculares, “es un eje transversal
omnipresente en todas las áreas del conocimiento”... a todos ellos les recuerdo
el comentario de Hegel, quien a mi juicio sí sabía de lo que estaba hablando:
“Esta ciencia tiene la mala suerte que aun
aquellos mismos que nunca se han ocupado de ella se imaginan y dicen comprender
naturalmente los problemas que trata, y ser capaces, ayudados de una cultura
ordinaria, y en especial de los sentimientos religiosos, de filosofar y juzgar
en Filosofía. Se admite que, respecto de las demás ciencias, sea preciso
haberlas estudiado para conocerlas, y que sólo en virtud de dicho conocimiento
se esté facultado para formular un juicio sobre ellas. Nadie duda de que para
hacer un par de zapatos es preciso haber aprendido y ejercitado el oficio de
zapatero, aun cuando cada uno de nosotros tenga la medida de su zapato en sus
propios pies, y tenga manos, y con ellas la habilidad natural para dicho
oficio. Sólo para filosofar no se necesitará ni estudio, ni aprendizaje, ni
trabajo...”
El problema del pragmatismo académico,
y de ahí la poca valoración de la Filosofía, tiene su base en un principio
gnoseológico de consecuencias antropológicas. La “Dimensión del Hacer”no es más
que una necesidad analítica, cuya existencia es únicamente ideal. En La
realidad ontológica no existe tal dimensión del “Hacer”. El Hombre sólo y
exclusivamente ES . El carpintero no es un hacedor de carpintería..es
carpintero. Con mucha más razón el educador...Todo el proceso de aprendizaje en
nuestra Facultad apunta, con o sin nuestro consentimiento, hacia el Ser del
Educador...Jamás el aprendizaje se reduce al Hacer (Dimensión que no existe en la realidad).
Saltar las barreras del pragmatismo alienante y tomar conciencia de que siempre
se educa en el ser, nos llevaría a valorar la importancia de la Filosofía en la
Educación. Ya que definitivamente, la Filosofía no “sirve”...
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