viernes, 11 de diciembre de 2015

EL ARCÁNGEL SAN ATARIO




EL ARCÁNGEL SAN  ATORIO

 Gerardo Barbera



*

No  pasé bien la noche. Tengo mucho sueño, pero sé que no dormiría absolutamente nada. Casi todas las mañanas de mi existencia he vivido lo mismo. Quisiera quedarme en casa, escondido con mis pensamientos, mirando el absurdo pasar de las horas, sin atreverme a encender la luz de mi cuarto.
 Tengo que hacer mis ejercicios de respiración y de programación mental. No debo salir con esta actitud pesimista y fatalista. La mañana está fresca. El aire  es saludable y entra suavemente en mis pulmones. Se nace cada vez que se respira. Mi mente se eleva por encima de mis dificultades, siento como mi cuerpo se hace cada vez más liviano, más espiritual, más natural; como una especie de burbuja existente, que ansía rayos de felicidad. Una alegría indescriptible abarca mis ansiedades...
Debo repetir en voz baja: “Soy el vendedor más feliz...”, “Puedo lograr hoy todo lo que se me antoje...”, “Hoy me irá mejor que ayer...”, “Soy el vendedor más feliz...”, “Puedo lograr hoy todo lo que se me antoje...”, “Hoy me irá mejor que ayer...”
Quince minutos de ejercicios de respiración y programación mental son más que suficientes. Ese ha sido tal vez el secreto de mis éxitos , de mi vida feliz. Y  me estoy preparando para mi próxima reencarnación. En cada vida elimino “Karmas”, acercándome cada vez más hacia la perfección de los ángeles. Sería bueno ir pensando de una vez el nombre que me convendría, ya sé: “Arcángel San  Atorio”, ¡Sí!, ¡Perfecto!. Tendré miles de devotos, ¡Qué digo miles... millones... !
El agua de la ducha me parece más fría que nunca. Tengo que concentrarme para recibir la energía del agua, sentir el placer de estar vivo. Claro, y repetir muchas veces, mientras el agua me refresca: “Hoy es el mejor día de mi vida...”.
Otra vez  el hastío. Todo me parece extraño. La concentración como que no ha dado buenos resultados. La carga de la noche anterior no me deja en paz. No me voy a rendir. Todo me fastidia, me amarga, me estorba. No sé para qué me he levantado. Todo cuanto toco produce en mí un cosquilleo angustioso, desesperante. Hoy no es mi día. ¡Qué estoy diciendo!. ¡Dios Santo!...Las fuerzas negativas de mis vidas anteriores son muy fuertes, hay que estar siempre prevenidos, no puedo darme  el lujo de sufrir  una derrota espiritual. Tengo que recordar constantemente quien soy: El Arcángel San Atorio.
Ahora estoy frente a lo más repugnante. Mi mayor “karma” siempre ha sido mi cara. La imagen en el espejo es repugnante. Los cabellos desordenados, he dormido muy mal. Una frente arrugada. Estoy de mal humor. Ojos rojizos y perdidos en la luz. Estoy cansado. Una boca grande...Ya sé. ¡Claro! ¡Qué extraño que no lo había pensado antes!: En mi vida anterior fui un galán presumido, todo un príncipe...  y ahora me tocó ser sapo. Todo encaja perfectamente. !La Gran Energía Universal es la Sabiduría Eterna!
El peine se va deslizando, tratando de dominar la cabellera rebelde, estoy evolucionando. Ya el cabello es casi crespo, angelical, ya falta muy poco. Unos minutos de aseo personal serán suficientes.
La prueba de que somos espíritus encarnados, con ansias de volar hacia nuestro verdadero destino, resulta tan cotidiana, que pocas veces  percibimos el detalle que se repite cada mañana frente al espejo, en esa mirada que se refleja, que sabemos nuestra, pero que nos llega como si fuese la mirada de alguien diferente, totalmente desconocido y totalmente familiar, y todo al mismo tiempo. Saber estos misterios de la vida, nos libera de tantas angustias innecesarias y perturbadoras. La vida es el proceso de liberación de las almas, y este cuerpo nos sirve para purificarlas, ¡Qué felices serán en la próxima reencarnación los “recogelatas”...! Se están purificando a través del sufrimiento...
La imagen parece que cobra vida propia. Lo extraño también forma parte de la vida, aunque en el fondo todo tiene su explicación. La Razón Universal no deja nada al azar. Probablemente,  en los espejos se esconden eso espíritus inferiores que hemos conocidos en nuestros viajes nocturnos. Sin embargo, esos ojos tienen una rareza extraordinariamente fuera de lugar, parece que la otra cara se quiere escapar. ¡Lo que faltaba!. Se imaginan otro “Yo” caminando por los pasillos de la vida. ¡No puede ser! Solamente debe existir un  arcángel San Antorio.
Voy a borrar su rostro con mi aliento. Ya casi desaparece la cara, pero aún puedo ver su maldita sonrisa, el desgraciado se ríe de mí. Definitivamente, estoy frente a un ser  extraño. Del otro lado del espejo se encuentra otro ser, no tengo la menor duda.  Todos tenemos enemigos espirituales. Y quienes se dejan atemorizar pueden terminar en el mundo de la locura. Si supiese ese ser extraño a quien se enfrenta, el grado de evolución que poseo, se espantaría de mí, y se iría a volar a otro espejo... Y quisiera que viajara hasta el espejo de esa “mal nacida” que me abandonó. Bueno, ella era un ser inferior, tal vez, con muy pocas reencarnaciones. Si hasta se enojaba por los ejercicios de respiración y relajación que hacía antes de hacer el amor con ella, y los de purificación que hacía después; definitivamente, esa mujer era un ser inferior.
Quiero aplastar con mis manos el rostro de  ese estúpido.  ¿De qué se ríe? No le veo la gracia a vivir eternamente del otro lado. Parece que no sabe que su existencia es sombría. ¡Eureka! Lo  he descubierto, el infierno consiste en vivir para siempre del otro lado de la realidad, condenado a sólo mirar. Y un mirar condicionado por el otro, porque cuando salga del baño, ese extraño detrás del espejo tendrá que esperar hasta el nuevo amanecer, cuando yo vuelva a entrar al baño para repetir la misma historia.
¿Sería por eso, que la “mal nacida”, siempre me gritaba: “Deja de hablar solo. Ya tienes más de una hora en el baño...”?

La pobre nunca supo que hablar con su propia imagen, mirarse a los ojos y hablar con el espejo eleva la mente . Y sin embargo, estamos dando los primeros pasos para comunicarnos con nuestro espíritu guardián. Son los espíritus quienes se comunican con nosotros cuando hablamos frente al espejo mirándonos fijamente. ¡Qué ironía!. Y todos piensan que el loco soy yo.
Siempre he querido desarrollar mis capacidades ocultas. Deseo con intensidad poder comunicarme conscientemente con los seres espirituales. Aunque reconozco que ellos siempre han estado pendientes de mí. Muchas veces he visto  las sombras que recorren el cuarto, como esperando que me quede dormido, para acompañar a mi espíritu en los viajes astrales. Tengo muy poco recuerdos de esos viajes, pero son maravillosos. ¡Qué hermoso debe ser vivir en la dimensión astral y poder observar a nuestros familiares y amigos! No hay dudas, quiero ser un ángel guardián.
Cuando yo lo decida y salga de este baño, todo habrá terminado. Y se  detendrá nuevamente la evolución de mi ser. Tendré que disimular, ocultarme, como si realmente yo fuese uno más, y no “el predestinado”. Tal vez, por eso no tuve hijos carnales. Los ángeles no pueden procrear según la carne. No ha existido ningún Gran Maestro con hijos.
La imagen se ríe de mí. ¡Ríete! Pero, recuerda que te burlas de tu propio ser, tu existencia me la debes a mí. Espera un momento, cuando apague la luz  y salga al pasillo, te esfumarás hacia la nada, hacia la oscuridad profunda.
¿Por qué será que muchas veces, cuando estoy entre la gente, me río sin ningún motivo? Nunca lo he averiguado. Pero, sospecho que estoy saludando a otro espíritu amigo que está cerca. Dios quiso que nunca le creyera a mi madre, cuando me decía que  iba a parar en loco por estar leyendo “esos libros raros”...
Mientras mi imagen se queda aquí en el baño, yo, el que realmente existe, disfrutará de la vida. Me encontraré con otras personas, saludaré a los vecinos, compraré el periódico, desayunaré y realizaré todas las ventas que el mejor vendedor del mundo es capaz de realizar en un día. “¡Qué cosas tenía mi madre!” “¡Libros raros...!”  “¡Qué cosas...!”. Los de mayor evolución nunca somos comprendidos...nunca.
¡Tantas personas que conozco! Y esta pobre imagen sólo me conoce a mí. Y su mundo se reduce a estas cuatros paredes húmedas y frías. Debe ser horrible vivir encerrado dentro del espejo, con la única ilusión de esperar obtener un reflejo vital proveniente de una dimensión desconocida e inalcanzable. Esa imagen vive en un verdadero infierno, condenada a  desear fugaces momentos de soledad.
Varias gotas condensadas en el espejo comienzan a rodar con vida propia.  La Metafísica nos enseña que toda manifestación material es vida. Y por lo tanto posee espíritu en un cierto grado de evolución. Por eso podemos evolucionar. Todos fuimos piedras alguna vez. Los ojos en el espejo me amenazan, me están desafiando, quieren decirme algo. Si hasta los labios parecen abrirse. Tengo que concentrarme para escuchar el mensaje, leeré los labios de la imagen...¡Bah!. No entiendo nada. Siempre es lo mismo. Y realmente no entiendo qué pasa.
Un calor me sube a la cara, cierro los puños lentamente. Trato de dominar la rabia. Los sentimientos negativos tienen que ser superados. La última vez casi le destrozo el alma a  la “mal nacida”. Al siguiente día se fue. Recuerdo que mencionó algo acerca de jeringas en el baño y de lo mal que me ponía después de inyectarme ...Nunca entendió que vine a este mundo a dominar mi carácter, y dada mi condición humana en evolución, no siempre lo  he logrado.
La imagen quiere que yo destruya el espejo de un  puñetazo. Pero, yo sé que se trata de una trampa. En cuanto el espejo esté roto, la imagen astral que está oculta detrás del cristal se escaparía. No entiendo porque a los simples mortales le cuesta tanto creer en el poder de la mente. Y que de tanto mirarnos en el espejo y hablar con nuestra propia imagen, logramos darle vida al ser del otro lado, creando una “Forma de Pensamiento”. Ya los egipcios lo hacían, fabricaban estos seres, para que defendieran las tumbas de los faraones.
Cierro los ojos para relajarme, una voz me llega del otro lado: “Amigo mío, fuera de este espejo no existen cuerpos de carne y hueso. Todo es ilusión. Todo lo que existe es imagen. Todo el mundo ve lo que quiere, y no lo que es en verdad...”.
Un cosquilleo, como punzadas de agujas que penetran mi carne. Siento un leve mareo. Creo que agonizo. Es como dormirse, pero sin querer. Siento una angustia muy fuerte. De pronto, todo queda oscuro, el aire comienza a faltarme. Mis manos y mi cara están aprisionadas contra un cristal húmedo. Tengo miedo. Siento un leve dolor en el brazo, como una picada de insecto. Una jeringa cae lentamente. Desaparezco en la nada. Estoy solo. Ha llegado el infierno.
A lo lejos, puedo escuchar las notas de una melodía familiar, como si alguien se alejara. El otro se ha ido. Mañana, sí, mañana escaparé.



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