EL ARCÁNGEL
SAN ATORIO
Gerardo Barbera
*
No pasé bien la noche. Tengo mucho sueño, pero
sé que no dormiría absolutamente nada. Casi todas las mañanas de mi existencia
he vivido lo mismo. Quisiera quedarme en casa, escondido con mis pensamientos,
mirando el absurdo pasar de las horas, sin atreverme a encender la luz de mi
cuarto.
Tengo que hacer mis ejercicios de respiración
y de programación mental. No debo salir con esta actitud pesimista y fatalista.
La mañana está fresca. El aire es
saludable y entra suavemente en mis pulmones. Se nace cada vez que se respira.
Mi mente se eleva por encima de mis dificultades, siento como mi cuerpo se hace
cada vez más liviano, más espiritual, más natural; como una especie de burbuja
existente, que ansía rayos de felicidad. Una alegría indescriptible abarca mis
ansiedades...
Debo repetir en voz
baja: “Soy el vendedor más feliz...”, “Puedo lograr hoy todo lo que se me
antoje...”, “Hoy me irá mejor que ayer...”, “Soy el vendedor más feliz...”,
“Puedo lograr hoy todo lo que se me antoje...”, “Hoy me irá mejor que ayer...”
Quince minutos de
ejercicios de respiración y programación mental son más que suficientes. Ese ha
sido tal vez el secreto de mis éxitos , de mi vida feliz. Y me estoy preparando para mi próxima reencarnación.
En cada vida elimino “Karmas”, acercándome cada vez más hacia la perfección de
los ángeles. Sería bueno ir pensando de una vez el nombre que me convendría, ya
sé: “Arcángel San Atorio”, ¡Sí!,
¡Perfecto!. Tendré miles de devotos, ¡Qué digo miles... millones... !
El agua de la ducha
me parece más fría que nunca. Tengo que concentrarme para recibir la energía
del agua, sentir el placer de estar vivo. Claro, y repetir muchas veces,
mientras el agua me refresca: “Hoy es el mejor día de mi vida...”.
Otra vez el hastío. Todo me parece extraño. La
concentración como que no ha dado buenos resultados. La carga de la noche
anterior no me deja en paz. No me voy a rendir. Todo me fastidia, me amarga, me
estorba. No sé para qué me he levantado. Todo cuanto toco produce en mí un
cosquilleo angustioso, desesperante. Hoy no es mi día. ¡Qué estoy diciendo!.
¡Dios Santo!...Las fuerzas negativas de mis vidas anteriores son muy fuertes,
hay que estar siempre prevenidos, no puedo darme el lujo de sufrir una derrota espiritual. Tengo que recordar
constantemente quien soy: El Arcángel San Atorio.
Ahora estoy frente
a lo más repugnante. Mi mayor “karma” siempre ha sido mi cara. La imagen en el
espejo es repugnante. Los cabellos desordenados, he dormido muy mal. Una frente
arrugada. Estoy de mal humor. Ojos rojizos y perdidos en la luz. Estoy cansado.
Una boca grande...Ya sé. ¡Claro! ¡Qué extraño que no lo había pensado antes!:
En mi vida anterior fui un galán presumido, todo un príncipe... y ahora me tocó ser sapo. Todo encaja
perfectamente. !La Gran Energía Universal es la Sabiduría Eterna!
El peine se va
deslizando, tratando de dominar la cabellera rebelde, estoy evolucionando. Ya
el cabello es casi crespo, angelical, ya falta muy poco. Unos minutos de aseo
personal serán suficientes.
La prueba de que
somos espíritus encarnados, con ansias de volar hacia nuestro verdadero
destino, resulta tan cotidiana, que pocas veces
percibimos el detalle que se repite cada mañana frente al espejo, en esa
mirada que se refleja, que sabemos nuestra, pero que nos llega como si fuese la
mirada de alguien diferente, totalmente desconocido y totalmente familiar, y
todo al mismo tiempo. Saber estos misterios de la vida, nos libera de tantas
angustias innecesarias y perturbadoras. La vida es el proceso de liberación de
las almas, y este cuerpo nos sirve para purificarlas, ¡Qué felices serán en la
próxima reencarnación los “recogelatas”...! Se están purificando a través del
sufrimiento...
La imagen parece
que cobra vida propia. Lo extraño también forma parte de la vida, aunque en el
fondo todo tiene su explicación. La Razón Universal no deja nada al azar.
Probablemente, en los espejos se
esconden eso espíritus inferiores que hemos conocidos en nuestros viajes
nocturnos. Sin embargo, esos ojos tienen una rareza extraordinariamente fuera
de lugar, parece que la otra cara se quiere escapar. ¡Lo que faltaba!. Se
imaginan otro “Yo” caminando por los pasillos de la vida. ¡No puede ser!
Solamente debe existir un arcángel San
Antorio.
Voy a borrar su rostro
con mi aliento. Ya casi desaparece la cara, pero aún puedo ver su maldita
sonrisa, el desgraciado se ríe de mí. Definitivamente, estoy frente a un
ser extraño. Del otro lado del espejo se
encuentra otro ser, no tengo la menor duda.
Todos tenemos enemigos espirituales. Y quienes se dejan atemorizar
pueden terminar en el mundo de la locura. Si supiese ese ser extraño a quien se
enfrenta, el grado de evolución que poseo, se espantaría de mí, y se iría a
volar a otro espejo... Y quisiera que viajara hasta el espejo de esa “mal
nacida” que me abandonó. Bueno, ella era un ser inferior, tal vez, con muy
pocas reencarnaciones. Si hasta se enojaba por los ejercicios de respiración y
relajación que hacía antes de hacer el amor con ella, y los de purificación que
hacía después; definitivamente, esa mujer era un ser inferior.
Quiero aplastar con
mis manos el rostro de ese
estúpido. ¿De qué se ríe? No le veo la
gracia a vivir eternamente del otro lado. Parece que no sabe que su existencia
es sombría. ¡Eureka! Lo he descubierto,
el infierno consiste en vivir para siempre del otro lado de la realidad,
condenado a sólo mirar. Y un mirar condicionado por el otro, porque cuando
salga del baño, ese extraño detrás del espejo tendrá que esperar hasta el nuevo
amanecer, cuando yo vuelva a entrar al baño para repetir la misma historia.
¿Sería por eso, que
la “mal nacida”, siempre me gritaba: “Deja de hablar solo. Ya tienes más de una
hora en el baño...”?
La pobre nunca supo
que hablar con su propia imagen, mirarse a los ojos y hablar con el espejo
eleva la mente . Y sin embargo, estamos dando los primeros pasos para
comunicarnos con nuestro espíritu guardián. Son los espíritus quienes se
comunican con nosotros cuando hablamos frente al espejo mirándonos fijamente.
¡Qué ironía!. Y todos piensan que el loco soy yo.
Siempre he querido
desarrollar mis capacidades ocultas. Deseo con intensidad poder comunicarme
conscientemente con los seres espirituales. Aunque reconozco que ellos siempre
han estado pendientes de mí. Muchas veces he visto las sombras que recorren el cuarto, como
esperando que me quede dormido, para acompañar a mi espíritu en los viajes
astrales. Tengo muy poco recuerdos de esos viajes, pero son maravillosos. ¡Qué
hermoso debe ser vivir en la dimensión astral y poder observar a nuestros
familiares y amigos! No hay dudas, quiero ser un ángel guardián.
Cuando yo lo decida
y salga de este baño, todo habrá terminado. Y se detendrá nuevamente la evolución de mi ser.
Tendré que disimular, ocultarme, como si realmente yo fuese uno más, y no “el
predestinado”. Tal vez, por eso no tuve hijos carnales. Los ángeles no pueden
procrear según la carne. No ha existido ningún Gran Maestro con hijos.
La imagen se ríe de
mí. ¡Ríete! Pero, recuerda que te burlas de tu propio ser, tu existencia me la
debes a mí. Espera un momento, cuando apague la luz y salga al pasillo, te esfumarás hacia la
nada, hacia la oscuridad profunda.
¿Por qué será que
muchas veces, cuando estoy entre la gente, me río sin ningún motivo? Nunca lo
he averiguado. Pero, sospecho que estoy saludando a otro espíritu amigo que
está cerca. Dios quiso que nunca le creyera a mi madre, cuando me decía
que iba a parar en loco por estar
leyendo “esos libros raros”...
Mientras mi imagen
se queda aquí en el baño, yo, el que realmente existe, disfrutará de la vida.
Me encontraré con otras personas, saludaré a los vecinos, compraré el
periódico, desayunaré y realizaré todas las ventas que el mejor vendedor del
mundo es capaz de realizar en un día. “¡Qué cosas tenía mi madre!” “¡Libros
raros...!” “¡Qué cosas...!”. Los de
mayor evolución nunca somos comprendidos...nunca.
¡Tantas personas
que conozco! Y esta pobre imagen sólo me conoce a mí. Y su mundo se reduce a
estas cuatros paredes húmedas y frías. Debe ser horrible vivir encerrado dentro
del espejo, con la única ilusión de esperar obtener un reflejo vital
proveniente de una dimensión desconocida e inalcanzable. Esa imagen vive en un
verdadero infierno, condenada a desear
fugaces momentos de soledad.
Varias gotas
condensadas en el espejo comienzan a rodar con vida propia. La Metafísica nos enseña que toda
manifestación material es vida. Y por lo tanto posee espíritu en un cierto
grado de evolución. Por eso podemos evolucionar. Todos fuimos piedras alguna
vez. Los ojos en el espejo me amenazan, me están desafiando, quieren decirme
algo. Si hasta los labios parecen abrirse. Tengo que concentrarme para escuchar
el mensaje, leeré los labios de la imagen...¡Bah!. No entiendo nada. Siempre es
lo mismo. Y realmente no entiendo qué pasa.
Un calor me sube a
la cara, cierro los puños lentamente. Trato de dominar la rabia. Los
sentimientos negativos tienen que ser superados. La última vez casi le destrozo
el alma a la “mal nacida”. Al siguiente
día se fue. Recuerdo que mencionó algo acerca de jeringas en el baño y de lo
mal que me ponía después de inyectarme ...Nunca entendió que vine a este mundo
a dominar mi carácter, y dada mi condición humana en evolución, no siempre
lo he logrado.
La imagen quiere
que yo destruya el espejo de un
puñetazo. Pero, yo sé que se trata de una trampa. En cuanto el espejo
esté roto, la imagen astral que está oculta detrás del cristal se escaparía. No
entiendo porque a los simples mortales le cuesta tanto creer en el poder de la
mente. Y que de tanto mirarnos en el espejo y hablar con nuestra propia imagen,
logramos darle vida al ser del otro lado, creando una “Forma de Pensamiento”.
Ya los egipcios lo hacían, fabricaban estos seres, para que defendieran las
tumbas de los faraones.
Cierro
los ojos para relajarme, una voz me llega del otro lado: “Amigo mío, fuera de
este espejo no existen cuerpos de carne y hueso. Todo es ilusión. Todo lo que
existe es imagen. Todo el mundo ve lo que quiere, y no lo que es en verdad...”.
Un cosquilleo, como
punzadas de agujas que penetran mi carne. Siento un leve mareo. Creo que
agonizo. Es como dormirse, pero sin querer. Siento una angustia muy fuerte. De
pronto, todo queda oscuro, el aire comienza a faltarme. Mis manos y mi cara
están aprisionadas contra un cristal húmedo. Tengo miedo. Siento un leve dolor
en el brazo, como una picada de insecto. Una jeringa cae lentamente.
Desaparezco en la nada. Estoy solo. Ha llegado el infierno.
A
lo lejos, puedo escuchar las notas de una melodía familiar, como si alguien se
alejara. El otro se ha ido. Mañana, sí, mañana escaparé.
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