EL CONOCIMIENTO
COMO PROBLEMA
Gerardo Barbera
*
Estoy
convencido de que elaborar un texto de filosofía es una tarea muy
problemática, ya que es difícil hablar de “objetividad”, “datos ciertos”,
“hechos comprobables”. Por otra
parte, la Filosofía no se reduce a una
cuestión de “opinión personal”, como quien dice: “cada cual tiene su propia
filosofía”. Las cosas no son tan sencillas.
Hacer filosofía no es tarea que se resuelve en
una conversación de borrachos, o basta leer una “Atalaya”, para ser un
filósofo, se necesitan años de camino en
esta disciplina, con actitud seria y comprometida, con mucho amor al saber,
con una vocación profunda de encontrar
la Verdad, o de acercarse lo más posible. Al respecto, Hessen presenta un comentario de Hegel muy interesante:
Hay una frase de Hegel que apunta al
esclarecimiento de este hecho y que aun hoy vale la pena tomar en
consideración: “Esta ciencia tiene la mala suerte de que aun aquellos mismos
que nunca se han ocupado de ella se imaginan y dicen comprender naturalmente
los problemas que trata, y ser capaces, ayudados de una cultura ordinaria, y en
especial de los sentimientos religiosos, de filosofar y juzgar en Filosofía. Se
admite que, respecto de las demás ciencias, sea preciso haberlas estudiado para
conocerlas, y que sólo en virtud de dicho conocimiento se esté facultado para
formular un juicio sobre ellas. Nadie duda que para hacer un par de zapatos es
preciso haber aprendido y ejercitado el oficio de zapatero, aun cuando cada uno
de nosotros tengan la medida de su zapato en su propio pies, y tenga manos, y
con ellas la habilitación natural para dicho oficio. Sólo para filosofar no se
necesitará ni estudio, ni aprendizaje, ni trabajo... (p.12)
¿La Verdad?, este es el problema
central del saber en general, particularmente, de la Filosofía, y la parte de la Filosofía que estudia este
aspecto del saber, “el conocimiento verdadero”, es la Epistemología, que
procura responder a la pregunta sobre el criterio del saber “científico”. Se
trata de fundamentar la posibilidad del conocimiento verdadero, o la
imposibilidad de éste.
No es una cuestión caprichosa, o una simple
creencia. La Filosofía cuando abarca el
tema del conocimiento, busca los
criterios por los cuales se afirma que un conocimiento particular es verdadero
o es falso, lo que en el fondo establece la postura gnoseológica en cuanto a la
posibilidad del conocimiento verdadero, y arroja cierta luz sobre la postura
fundamental de la propia existencia. En el problema de la Verdad se resuelve el
problema sobre el sentido de la vida, “ el hombre es un animal racional “.
En este trabajo, no se tiene la intención de
crear nuevas y originales formulaciones ante el problema fundamental del
conocimiento, ni siquiera el de exponer ideas “profundas”, con el lenguaje “más
preciso”, se pretende, simplemente, ofrecer un texto, como cualquier otro, sin
pretensiones de grandezas; pero con la
difícil misión de explicar, de la manera “más sencilla” posible, las diferentes
posturas epistemológicas, o las diferentes Teorías del Conocimiento que se han
presentado a lo largo de la historia de
la humanidad, por lo menos en Occidente, a bachilleres, estudiantes de
Educación, que tal vez, nunca han escuchado la palabra “Epistemología” y que
por primera vez en su vida asisten a una clase de Filosofía.
Por lo tanto, no se persigue la
creación de un “tratado completo” sobre Epistemología, ni presentar las tesis
más avanzadas y complejas sobre el tema, simplemente, se analizarán algunos
puntos centrales, que le permitan al
alumno que se inicia, la elaboración de un esquema que le facilite la
comprensión de la asignatura y su relación con todas las demás asignaturas del
pensum de estudio, de tal manera, que pueda integrar las variadas parcelas del
saber dentro de las diferentes corrientes epistemológicas. Y situarse, con
propiedad y madurez, ante las propuestas del mundo de la ciencia, y pueda
adquirir los fundamentos esenciales, que le ayuden a enfrentar los
interrogantes existenciales más profundos.
Por otra parte, se presenta un
material que inicia, un trampolín, que sólo tiene sentido en cuanto se
convierte en motivación hacia el campo
de la investigación. Sería negativo que este material se convirtiera en un
texto completo, suficiente, lo necesario para “pasar la materia”, o para dar
una clase.
El adquirir un esquema del conjunto de
las diferentes corrientes epistemológicas, no se puede lograr con la simple
lectura de un texto, esto es sólo el principio, se requiere de una fuerte dosis
de interés por los temas tratados, que impulse hacia la investigación; o mejor,
hacia el hábito de la investigación, una fiebre desenfrenada, que se convierta
en un problema existencial, que no deje jamás descansar el pensamiento en la
estructura fija de una determinada postura filosófica, sino que lleve a la
superación de cualquier dogmatismo, en un compromiso únicamente con la Verdad.
El peor alumno, es el conforme, el que
cree que todo acaba con el examen final, el que piensa que la única meta es
graduarse, y que ve en las diferentes asignaturas los obstáculos, que una vez
superados son historias.
El hombre es un ser insaciable de
conocimientos, necesita conocer. La búsqueda de la verdad no es un trabajo, es
una necesidad vital, imposible de postergar, no se puede ser neutro ante el
mundo que nos rodea. La vida del hombre es un interrogante perenne. No sé si el
hombre es un “espíritu encarnado”, un “cuerpo animado”. Lo menos que se puede afirmar del hombre es que
es una “materia que piensa”, y cuando este derecho de pensar le es arrebatado,
ya no queda hombre de quien hablar. De
tal manera, que el verdadero hombre es el eterno alumno en búsqueda de
la Verdad.
**
El problema del conocimiento tiene su punto de partida, en el hecho
gnoseológico, que condiciona la
naturaleza y alcance del conocimiento humano, y
que puede ser anunciado con la
siguiente afirmación: “ES IMPOSIBLE TOCAR LO QUE VEMOS “. Así de sencillo, si
se logra explicar el significado de esta frase, la mitad del camino estaría
recorrido, ya que todo lo que se presente después, serían las diferentes
respuestas al problema del conocimiento. Es decir, para comprender lo que se
estudia, hay que conocer la situación problemática, o el hecho que da origen al
problema que se pretende analizar. Y por
supuesto, hay que comprender la pregunta
que orienta y da sentido a todo el estudio.
La comprensión del problema es
fundamental en el camino del conocimiento. Por esta razón, los esquemas de
investigaciones actuales, tanto en los proyectos, como en las tesis, siempre se
comienza con el “Planteamiento del Problema”. Lo mismo se hará aquí,
plantearemos el problema con la siguiente pregunta: Si no podemos tocar lo que
vemos, ¿qué valor tiene nuestro conocimiento de la realidad?
Trataremos de ir
avanzando desde lo más sencillo y general, a lo más complejo y particular. En
primer lugar, todos los seres vivos tienen una tarea que les unifica en un
mismo movimiento dialéctico en relación con el medio ambiente, que además, les identifica y define, precisamente como
seres vivos: sobrevivir. Lo que puede traducirse como “mantenerse vivos”. Todas las actividades de
los seres vivientes giran en torno al
objetivo de mantenerse vivos. La Vida es el valor fundamental, y la muerte la
desgracia más grande.
En el hombre, las actividades con
miras a mantenerse vivo están dirigidas por el sistema nervioso central,
principalmente por el cerebro. En tal sentido, Diane Papalia, ofrece un
comentario interesante:
“Un tema muy
popular en las historias de ciencia-ficción es el trasplante de cerebro de una
persona al cuerpo de otra. La razón de que este argumento resulte tan atractivo
se halla en la pregunta: ‘¿Quién es esta persona? ¿El cuerpo o el cerebro?’. La
casi invariable conclusión es: el cerebro gobierna el cuerpo. Lo podemos ver en
nuestras vidas diarias. Por ejemplo, este pequeño órgano arrugado es el que nos
ha despertado esta mañana, el que nos ha permitido reconocer dónde estábamos,
el que nos hizo salir de la cama, mover brazos y piernas, recordar que teníamos
una clase y cómo llegar a ella, entender las palabras que hemos estado
escuchando y leyendo y formular nuestros propios pensamientos originales
enriquecidos en palabras. Este órgano nos dice cuándo estamos contentos,
tristes, asustados, enfurecidos o dominados por cualquier otro sentimiento”. (p. 16)
Tanto es así, que se puede decir,
que el cerebro necesita estar vivo, y controla a todo el
organismo para tal fin. No es que el cuerpo humano está vivo gracias a la
actividad ejercida por el cerebro, es todo lo contrario, es el cerebro quien se
mantiene vivo gracias a la actividad de todo el cuerpo humano. El cerebro humano es el misterio más profundo
con que el hombre se ha encontrado, tal vez porque resume en sí mismo el
secreto del pensamiento y el encuentro entre el sujeto y el objeto, o quizás
porque entre sus neuronas se encuentra el secreto de la vida. Con razón, el
profesor Juan David García Bacca, en su libro, “Elementos de Filosofía”, nos habla del misterio del funcionamiento del
pensamiento:
Durante siglos y siglos el hombre ha
estado ‘viendo’, y con todo hasta no hace mucho no ha sabido cómo está hecho el
ojo; está el hombre discurriendo con el entendimiento desde miles de años, y
todavía no sabemos seguramente cómo funciona ese aparato que es el pensamiento
(p.33)
La relación con el medio ambiente es
la actividad fundamental por medio de la cual todos los seres vivos logran mantenerse con vida sobre este planeta.
Barragán Linares, plantea la relación
con el medio ambiente, como algo que va más allá de lo racional, como algo que
define la existencia en todas sus dimensiones:
“Cuando hablamos de nuestra actividad cognoscitiva estamos implicando no
sólo nuestro modo de vivir sino, ante todo, la manera como nos relacionamos con
el mundo que nos rodea” (p.13)
Es el medio ambiente la fuente de toda “la comida”, así de sencillo. Y esto es
lo que el cerebro humano le exige al cuerpo, para esto lo controla y lo dirige,
para relacionarse con el medio ambiente. Desde este punto de vista puede interpretarse
toda la estructura y la actividad del cuerpo humano. ¿Qué son los sentidos? :
son receptores de estímulos a través de los
cuales la persona, encerrado en su intimidad, se relaciona con el medio ambiente, sin salir
de sí. O tal vez, como lo señalaba el viejo espiritismo, el alma encerrada en
el cuerpo veía las imágenes de la realidad en el cerebro, como lo afirma, Allan
Kardec, en su obra "el libro de los Mediums”:
Llegadas las imágenes del cerebro
por los ojos, dejan en él una impresión, que hace que se recuerde un cuadro
como si se tuviese delante, pero esto sólo es cuestión de memoria, porque no se
le ve; pues en cierto estado de emancipación, el alma ve en el cerebro y
encuentra en él estas imágenes...” (p.45)
De tal manera que no vemos con los ojos, ni
oímos con los oídos, ni sentimos con el tacto, ni saboreamos con el gusto, ni
olfateamos con la nariz; todas estas actividades las realiza el cerebro. En
cierto sentido, es el cerebro quien ve, oye, siente, saborea y huele, todo esto
a través de los sentidos. En su obra, “ La esencia de la naturaleza humana”,
hablando del sentido de la vista,
Cosgrove Markp, afirma:
Las células de alguna manera, combinan su
información para proyectar imágenes en la corteza visual. De modo que el
cerebro podría compararse con una pantalla de televisión en este caso, donde
las últimas células de la corteza visual muestran lo que el ojo ha visto, con
pequeños cambios producidos por la interferencia y ampliación procedentes de la
memoria y de las zonas del cerebro que concentran la atención (p. 31)
Una lesión en el sistema nervioso central hace inútil a cualquiera de
los sentidos; es decir, el órgano de la vista puede estar en perfectas
condiciones, pero una lesión cerebral nos puede dejar ciego. Se podría objetar,
que de nada sirve un cerebro en perfectas condiciones si el pobre hombre perdió
los ojos en un accidente, esto sólo significa que el cerebro no puede ver
porque le dañaron el órgano que utilizaba. Es como decía un coronel a la tropa
con motivo de un accidente en donde resultó un soldado muerto: ”No es el fusil
el que mata, es el hombre”. El fusil sin el hombre, es sólo un pedazo de metal.
El cerebro es el “dónde” se toma conciencia de la realidad. La toma de
conciencia, que es el verdadero ver, es un proceso que se da en la intimidad de
la persona, La profesora Papalia, en su libro, “Psicología”, recuerda el
proceso de la percepción visual:
El maravilloso órgano conocido como
ojo humano es una esfera que contiene diversas estructuras. Veámoslas
repitiendo el camino que sigue la luz cuando entra en el ojo.
Primero, la luz pasa a través de la
córnea, el tejido transparente que se encuentra
delante del ojo. La córnea está constituida por el mismo material que la
esclerótica, la parte blanca exterior del globo ocular, pero es transparente
debido a la forma en que están ordenadas las moléculas cornéales. La
esclerótica, “la piel” del ojo, contiene receptores para presión, temperatura y
dolor.
La luz entra después en la cámara
anterior del ojo, situada inmediatamente detrás de la córnea y delante del
cristalino. Esta cámara está llena de un fluido llamado humor acuoso; que ayuda
a alimentar la córnea y que continuamente es secretado, liberado y repuesto.
Tras haber pasado por la cámara
anterior, la luz entra en la cámara que hay justamente detrás de ésta a través
de una pequeña oquedad llamada pupila, que parece un pequeño círculo negro. En
condiciones de oscuridad la pupila se dilata, para que entre más luz y se
contrae cuando la luz es intensa.
El tamaño de la pupila es controlado
por el iris, la parte coloreada del ojo, un conjunto de músculos pigmentados
que rodean la pupila. Una vez aquí, la luz atraviesa el cristalino, una
estructura redonda y elástica, que enfoca la luz en una imagen proyectada a
través del humor vítreo sobre la zona fotosensible del ojo, la retina. El humor
vítreo es un fluido claro que no se
recicla como el humor acuoso, pero permanece en el ojo durante toda la vida. El
cristalino enfoca sobre la retina de la misma forma las imágenes cercanas como
las lejanas, proceso conocido como ‘acomodación’.
La parte más importante y compleja
del ojo es la retina, formadas por neuronas, células gliales y fotorreceptores,
llamados bastones y conos. Cada retina contiene aproximadamente 120 millones de
bastones y 6 millones de conos. La luz pasa a través de todas las neuronas antes de llegar a los fotorreceptores, donde
se originan las respuestas visuales. Estas se transmiten luego a través de una
complicada red de nervios a las células ganglionares. Cada ojo tiene
aproximadamente un millón de células ganglionares que llevan toda nuestra
información visual al cerebro. Los axones de estas células convergen en un
punto de la retina, conocido como disco óptico, y mandan impulsos al cerebro,
donde los mensajes enviados a través de
las células ganglionares son decodificados para saber qué es lo que vemos. (p. 78)
Por otra parte, es la persona quien
utiliza los pies para caminar, las manos para agarrar. No se ama, ni se odia
con el corazón, sino con el cerebro. En fin, todas las actividades del ser
humano son controladas por el Sistema Nervioso Central con el único fin de
mantenerse vivo. Pero el cerebro no mantiene contacto directo con el medio
ambiente, sino a través del cuerpo y de los sentidos, tiene que codificar e
interpretar las sensaciones que recibe del medio ambiente. Se puede decir que
el cerebro es un ciego y el cuerpo le hace de perro guía. Como lo da a entender
las profesoras Maritza Carpio y Nidia
Isturiz en su obra, “¡Mira! ¡Escucha! Y Contáctate con la P.N.L “:
Cada uno de nosotros crea una
representación, mapa o modelo, del mundo en que vivimos. Este modelo, mapa o
representación nos sirve para generar conductas. No operamos directamente en el
mundo en que vivimos sino que creamos modelos o mapas del mundo... (p.34)
En todo acto de conocimiento siempre
están presentes, por lo menos, dos elementos: El Sujeto, quien realiza el acto
de conocer. Y el Objeto, lo conocido. Hartmann, plantea la misma situación:
En todo conocimiento se halla frente
a frente un cognoscente y un conocido, un sujeto y un objeto del conocimiento.
La relación existente entre ambos miembros es insuprimible y ostenta el
carácter de mutua separación originaria,
o trascendencia. (p. 34)
Hessen Juan, plantea la misma
situación, como esencial al acto del conocimiento:
En el conocimiento se hallan frente
a frente la conciencia y el objeto. El conocimiento se presenta como una
relación entre estos dos miembros, que permanecen en ella eternamente separados
el uno del otro. El dualismo del sujeto y objeto pertenece a la esencia del
conocimiento. (p.11)
Como resultado de esta relación de
conocimiento, dentro del sujeto se forma una “imagen”, una reproducción mental
del objeto. En definitiva, el cerebro humano recibe estímulos del mundo externo
y elabora su propia imagen. Tal cual como lo afirma Huber
Carlos, en su libro “Crítica del saber”:
Con frecuencia el conocimiento se
explica en este modo: tenemos en nuestra mente una especie de imagen de las
cosas. La cosa real está fuera de nuestra mente, pero en nuestra mente hay una
imagen de ella que hace sus veces y es como su representación (p. 75)
Y como no se puede meter los objetos dentro
del cerebro, y quedar vivos para narrar la experiencia, resulta ser que la
mente humana siempre ve la imagen que ha formado y no al objeto directamente,
de tal manera que no podemos tocar lo que vemos, ya que siempre vemos solamente
la imagen interna, mientras que el objeto permanece fuera de la mente. Se
podrá, en tal caso, tocar al objeto del cual provienen los estímulos, eso nadie
lo duda; lo que no podemos tocar es lo que vemos, la imagen interna. La
profesora Maritza Carpio opina al respecto:
Los ojos son
controlados de manera que cada uno envía información a ambos hemisferios. La
mitad izquierda del espacio visual es contemplada por el hemisferio derecho y
la mitad derecha es percibida por el hemisferio izquierdo (p.37)
Por cuestión de “hábito de vida”, o a
fuerza de costumbre, siempre hemos identificado lo que vemos (la imagen), con
el objeto, ya que no se “experimenta” separación alguna, por el contrario, se
siente que no hay separación, y que
ambos son una misma cosa. Cuando veo una camisa, creo fielmente que estoy
viendo al objeto camisa tal cual es y punto; es decir, que estoy viendo la
camisa, y no una imagen de la camisa. Si
damos algunos pasos, y agarramos la camisa y se muestra a los demás, diciendo:
“esta es una camisa”. Estaríamos agarrando a un objeto que produce estímulos
con los cuales la mente elabora una representación o imagen, que es la que se
ve, y más nada.
¿Por qué siempre se ha pensado que
vemos al objeto y no a una imagen del mismo? Simple: porque no experimentamos
la elaboración de la imagen. Aunque en realidad no sea así, siempre la imagen
aparece de forma automática con el objeto, no sentimos el proceso de formación
de la imagen. Este hábito de identificar el objeto con la imagen es lo que se
llamó, durante los primeros siglos de la filosofía griega, “Conocimiento
Vulgar”, propio de la gente inculta, carente de sabiduría, que se conformaba
con lo que aparece, con la apariencia, y nada más. ¡Un conocimiento útil para
la supervivencia biológica. No será prudente
estar preguntándonos si la imagen de serpiente corresponde al objeto que
se mueve hacia nosotros, o esperar a que nos muerda para comprobar la
identidad!.
Ahora bien, en el proceso del
conocimiento, la mente humana es como un hombre que está sentado frente a un espejo y de espalda a una gran
ventana. La mente está condenada a ver
lo que ocurre del otro lado de la ventana mirando la imagen en el
espejo, no se puede hacer otra cosa. Si la imagen es igual al objeto, el
conocimiento es verdadero. Si la imagen no es igual al objeto, el conocimiento
no es verdadero. El profesor Teodoro Lascaris, plantea la situación de la
siguiente manera: “La Teoría del Conocimiento o EPISTEMOLOGIA se pregunta sobre
el conocimiento en general: ¿corresponde el pensamiento con la realidad o nos
engaña en sus datos? ¿Será o no una creación de la mente? “(p.31)
¿Cómo puedo estar seguro de que la imagen es
igual al objeto?, o si se quiere, ¿Cuál es el criterio para afirmar que un
conocimiento es verdadero?, ¿Se puede establecer algún criterio para saber si
un conocimiento es verdadero?, ¿Cómo encontrar un puente entre la imagen y el
objeto?. Huber Carlos hace el mismo interrogante: “La Teoría del Conocimiento
se ocupará de las relaciones entre los neomas y los objetos. Esta relación
entre el neoma y los objetos reales será de correspondencia (verdad) o de
discrepancia (falsedad)” (p.33) No es el momento de buscar respuestas a estos
interrogantes, lo importante es captar con toda la energía posible la
intensidad de las preguntas y de los interrogantes que nacen del hecho de que “ES IMPOSIBLE TOCAR LO QUE VEMOS”. , problema
que generalmente ha sido llamado “problema del puente”, como lo indica
Verneaux, en su “Epistemología General”: “Pasar del pensamiento al ser, y
especialmente demostrar la existencia del mundo material. Este problema se ha
llamado “Problema del puente” (p.21)
A lo largo de la historia de la
humanidad se ha tratado de construir tres grandes puentes entre el mundo y la
conciencia:
1.
La Fe: El Conocimiento
Mítico.
2.
La Razón Lógica: El
Conocimiento Filosófico
3.
El Método Experimental: El
Conocimiento Científico
B
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