lunes, 16 de noviembre de 2015

LA CONCIENCIA HISTÓRICA




CONCIENCIA HISTÓRICA


Autor: Prof. Gerardo Barbera[1]
gerardojoba@gmail.com
Departamento de Filosofía
Facultad de Ciencias de la Educación
Universidad de Carabobo – Venezuela






RESUMEN
La Filosofía Occidental tiene su origen y sus raíces fundamentales  en la antigua Grecia, considerada como la cuna de la cultura en general de todo el proceso histórico de Occidente. Uno de los elementos básicos de la filosofía griega fue su concepción antropológica centrada en la racionalidad como  lo esencial de la naturaleza humana. Aristóteles ha sido, tal vez, el filósofo que mejor representó el paradigma de la filosofía griega y  con su definición del hombre como “animal racional” colocó los rieles de toda la antropología y de la ética racional del pensamiento propio de la cultura occidental.  No ha existido un concepto de la naturaleza humana, que haya marcado tanto la historia de la filosofía de nuestra cultura. Todos los viajeros del tren del pensamiento occidental se han servido de la episteme propia del “animal racional”. De esta manera, se declaró para toda la eternidad, la esencia misma de la intimidad del hombre: “La racionalidad”, como único fundamento metafísico del ser ontológico de la naturaleza humana y del desarrollo histórico y político. Todo conocimiento dialéctico consigue su principio y fin en la racionalidad  como posibilidad y fundamento de su propio movimiento. El aspecto racional ha cobrado tanto peso en la concepción antropológica de nuestra cultura, que el elemento “animal”, en la mayoría de los casos ha resultado un estorbo, un mal necesario que solamente puede ser apreciado como un soporte, donde reside la racionalidad.  Lo “animal” ha sido siempre considerado, en el mejor de los casos, como la residencia inapropiada del “yo personal”, de la esencia racional del ser humano, aspecto utilizado para esclavizar a los bárbaros, a los no-griegos, a los diferentes.

Palabras clave: Aristóteles, “animal racional”, esclavos, dominación


La Filosofía y la llamada Historia Occidental tiene su origen y sus raíces fundamentales  en la historia y en la filosofía racional de la  antigua Grecia, considerada por muchos  como la cuna y la fuente epistémica de nuestra cultura en general. Uno de los elementos básicos de la filosofía griega fue su concepción antropológica centrada en la racionalidad como  lo esencial de la naturaleza humana, no se trató de un “concepto ingenuo”, sino de la imposición de una visión de la élite dominante que se creía con el divino poder de la verdad absoluta, y con el sagrado deber de llevar a toda la humanidad, y como se trataba de un deber eterno se impuso a sangre y fuego, a través de las guerras y del exterminio de pueblos y culturas.
Así, pues, Aristóteles ha sido, tal vez, el filósofo que mejor representó el paradigma de la filosofía griega y  con su definición del hombre como “animal racional” colocó los rieles de toda la antropología del pensamiento de la cultura y los procesos históricos propios de la trama occidental. De hecho, hasta la misma división del trabajo en el contexto social fue estructurada desde lo racional como principio estructural de valoración del sistema de producción, al respecto, ya en los inicios de la obra “Metafísica”, Aristóteles (1977) expresa claramente la justificación filosófica de la aristocracia dominante y de los pensadores filosóficos como la raza elegida por sus dones de sabiduría: “Lo que ahora nos proponemos decir es que todos los hombres, de común acuerdo, opinan que la ciencia que llamamos filosofía – o sabiduría- trata de las primeras causas y de los primeros principios de las cosas. Por lo cual, como se ha dicho antes, el empirista se juzga más sabio que el hombre que vive de solo conocimientos sensibles, cualesquiera sean ellos; el versado en un arte es, a su vez, más sabio que el mero empirista; el que dirige el trabajo lo es más que el simple operario manual, y la especulación lo es más que la práctica. Por consiguiente, que la sabiduría es una ciencia que estudia determinadas causas y principios, el algo evidente"[2]
Al leer entre líneas el párrafo aristotélico, se puede observar dos elementos fundamentales con conforman el desarrollo epistémico sobre la naturaleza humana desde el paradigma de la filosofía griega, en primer lugar la pirámide valorativa que coloca por encima la especulación filosófica, producto del razonamiento, de los dones de la razón, que pertenece a algunos elegidos, que poseen el derecho eterno de ser los líderes, la luz, los iluminados, los sabios destinados a conducir, dirigir, explotar y someter a los artesanales, empleados, obreros, albañiles, en definitiva, a los de menos esencia racional.
Por otra parte, tal vez sea lo más interesante consiste en que el estado social que determina la superioridad de la raza racional sobre los menos racionales es asunto de común acuerdo entre todos los hombres “lo que ahora nos proponemos decir es que todos los hombres, de común acuerdo, opinan que…”. ¿Acuerdo común?, ¿Todos los hombres?  En estos supuestos como punto de partida se fundamento el proceso de dominio y de explotación de lo que en el futuro serán considerados como seres inferiores por la cultura occidental de origen grecorromano, solamente ellos serán “hombres”, y siempre bastará con el consenso explícito o no de la élite dominante para conformar todas la estructura epistémica de los pueblos, para justificar la guerra destructiva y opresora de lo que ellos considerarán razas y culturas inferiores.
De hecho, esta concepción racional  de la naturaleza humana ha marcado en modo trascendental  la historia de la filosofía de nuestra cultura occidental, al punto de que los sistemas de pensamientos y los sistemas religiosos son concebidos desde la antropología racional, en la historia del pensamiento, en ningún momento de su desarrollo histórico ha existido un modelo antropológico distinto, al menos de proyección significativa. En el fondo, la historia del pensamiento occidental ha consistido en la justificación bélica y cualquier precio de la superioridad de la antropología racional propuesta por todas las clases dominantes que han sido protagonistas de batallas, invasiones, saqueos, destrucción de razas, culturas, e imposición de modelos culturales. El pensamiento griego, en su expresión de “animal racional” fue el paradigma de la idolatría impuesta a sangre de una raza y clase social determinada, que siempre se ha pretendido superior, la “raza de los elegidos”, que ha reducido lo existente al pensamiento, entendamos el pensamiento griego, occidental, de modo, que el otro el distinto debe evolucionar hasta ser uno con lo pensado, lo que es considerado de naturaleza espiritual, especial, producidos por la raza de dioses elegidos. Aristóteles (1977) en el capítulo XII de la Metafísica lo expone claramente, en la supuesta identidad ontológica entre el ser inmaterial y el verdadero objeto inmaterial del conocimiento racional, que determinará la naturaleza del universo, de la sociedad y del hombre: “En las ciencias creadoras, ciertamente, la esencia independiente de la materia y la forma determinada son el objeto de la ciencia, y en las teóricas o especulativas lo son la noción y el pensamiento. Por consiguiente, puesto que en las cosas inmateriales el entendimiento no es distinto del objeto de la intelección, habrá entre ellos identidad y el pensamiento será una misma cosa con el objeto de su pensar”[3]
Lo interesante resulta identificar el origen del pensamiento idéntico al objeto, siempre será el de la cultura occidental, no otra; ni siquiera en diálogo con los demás. La identidad entre el pensamiento de la cultura occidental con la realidad ontológico del universo será asumida como una verdad eternas, incuestionable, principio de principio, verdad que da sentido a la existencia, fin último de toda batalla, que el otro tiene que ser forjado con la espada del pensamiento hasta ser civilizado, moldeado, trascendido de estado bárbaro, brutal, “tercer mundo”, un no-griego.
Lo distinto es considerado animalidad, no-humano, eso ha sido siempre el significado existencial y social de aquellos seres diferentes, de otras cultura, los despreciados y condenados a la esclavitud. Aristóteles (1977) lo menciona como lo más natural : “Hay que examinar también de que manera la naturaleza del Universo contiene en sí mismo el bien mismo y lo mejor en sí (…) Ahora bien: todas las cosas están de alguna manera ordenadas recíprocamente: los peces, las aves, las plantas, y no existen de tal manera que parezcan que nada tienen que ver los unos con los otros; todos están ordenados en relación a algo; en efecto, todos están ordenados simultáneamente a una sola cosa; ocurre aquí como en la familia en que a los hombres libres de ninguna manera les está permitido hacer cualquier cosa que se presente, sino que para ellos todas las cosas, o al menos la mayoría de ellas, les son ordenadas y preparadas; los esclavos, por el contrario, y los animales, poco pueden hacer que repercuta en el bien común, sino que de ordinario les ocurre que hacen lo que las circunstancias imponen, porque el principio de cada uno de ellos que encierra estas características es su propia naturaleza. Digo con esto que todos los seres deben necesariamente discriminarse entre sí mutuamente, y todos, en sus funciones distintas, colabora a una en la conservación del universo”[4]
Como siempre, el paradigma filosófico racional establece el orden de todo el universo, según sus propios criterios. Así, el hombre por naturaleza, por orden divino son ellos, los racionales, los amos de la razón, los dueños de la moral, los que supuéstamente viven según los principios eternos de su propia razón cultural. En lo esencial, solamente ellos son protagonista de la historia, los que determinan el curso de la historia de hombres, esclavos, bárbaros, peces, animales, universo. Sin duda, “los esclavos, por el contrario, y los animales, poco pueden hacer que repercuta en el bien común, sino que de ordinario les ocurre que hacen lo que las circunstancias imponen, porque el principio de cada uno de ellos que encierra estas características es su propia naturaleza…” los que no son hombres libres, es decir, ciudadanos de la clase dominante de la cultura occidental, carecen de historia, son nada, animales, brutos que reaccionan a los estímulos como cualquier bestia, la naturaleza humana no está en ellos. Esta concepción antropológica ha sido destructiva, fundamentando el racismo cruel que ha servido para el beneficio de los elegidos y para la esclavitud e los pobres de siempre.

De este modo, el no-hombre será un esclavo, animal, bruto, por naturaleza. Aristóteles (1977) repite varias veces esta idea antropológica en varios parajes de su libro Política, “Es evidente, por tanto, que hay casos de gente entre las que unos son libres y otros esclavos por naturaleza, y para esas personas la esclavitud es una institución conducente y justa (…) porque suponen que de un hombre nace un hombre y de un bruto nace un bruto… (…) Las ciencias de los esclavos, pues, son todas las diversas ramas del trabajo doméstico; la ciencia del señor es la ciencia de emplear los esclavos (…) La ciencia de adquisición de los esclavos es distinta de su posesión y su dirección, porque adquirir justa y exactamente los esclavos es como una especie de reclutamiento o caza”[5]
Además, se aclara que los esclavos eran animales domésticos, en cierto modo, vivían a la sombra de la humanidad, al lado y al servicio de los hombres libres. Así, pues, la esclavitud era un don, un regalo por el cual los sometidos tendrían que dar la gracias a sus amos, quienes tenían a bien la fastidiosa tarea de dominarlos y colocarles las cadenas: “…la función del señor no consiste en adquirir esclavos, sino en emplearlos. Esta ciencia, sin embargo, no tiene ninguna importancia o dignidad particular”[6]. De hecho, la tarea de dirigir la esclavitud se dejó en manos de otros esclavos de mayor confianza, consiguiéndose la enajenación de los dominados en todas las dimensiones de la existencia: “Hay dos clases de esclavos: los depositarios de confianza y los jornaleros”[7]; aunque parezca absurdo, la mayoría de los amos, creían sinceramente que el acto de esclavitud era una acción benéfica que ayudaba a desarrollar la personalidad de los bárbaros; peor, los esclavos estaban agradecidos del sistema que los esclavizaba, vivir de la basura, de lo que sobra, sin personalidad, reducidos a objetos de placer y a bueyes de arado, les parecía mejor que vivir la barbarie, se llegó a pensar que la esclavitud era tan natural como la lluvia, el agua de los ríos, las aves del cielo, los esclavos del amo…así de simple, así de complejo, así de profundo, así de actual.
La episteme griega expuesta en la antropología del animal racional presentada muy claramente en el esquema del pensamiento aristotélico indicaba todo un tratado de esclavitud, del modo de tratar a los esclavos, a los bárbaros, casi-animales, seres inferiores, objetos de pertenencia, no se trata, claro de que un individuo en particular llamado Aristóteles inventó la esclavitud, pero se sirvió de ella, y sirvió a los amos, a clase dominante, a los seres racionales, a los ciudadanos libres, raza a la cual perteneció y cuyos privilegios justificó, promovió y defendió, fue partícipe, fue un asalariado del pensamiento, un vendido a la clase dominante, y su esquema racional fundó las bases de toda una cultura occidental que se alimentó de aquella filosofía que justificó la domesticación de los “!otros”, del “distinto”, del “no-griego”, del “no-romano”, del “no-civilizado”, del “no-occidental”, en el texto Economía Doméstica, en el capítulo 5 : “Acerca de las propiedades y Bienes. Los esclavos” El maestro Aristóteles racionalmente justifica y expone el trato a los esclavos, quienes no son personas, son objetos vendibles, manipulables, cosas: “En nuestra relación con los esclavos no hemos de permitir nunca que sean insolentes, ni debemos tampoco tratarlos con crueldad. Debemos hacer partícipes del honor a aquellos que están realizando un trabajo más propio de hombres libres, y hemos de dar una mayor abundancia de alimentos a aquellos que están trabajando con sus manos. Y, puesto que el uso del vino vuelve con frecuencia a los hombres libres insolentes, se sigue de ello que hemos de negar el vino a los esclavos o bien del todo o bien reservarlo para ocasiones muy raras. Podemos dar a nuestros esclavos trabajo, castigo y alimento. Si se les da a los hombres alimento, pero ningún castigo y ningún trabajo, se vuelven insolentes. Si se les hace que trabajen y se les castiga, pero se les restringe el alimento, este tratamiento resulta opresivo y mina su fuerza. La alternativa que nos queda es, por tanto, darles trabajo y suficiente alimento. Si no pagamos a los hombres, no podemos controlarlos, y el alimento y la comida es la paga del esclavo”[8] Si nos fijamos bien en estas instrucciones “humanitarias” de Aristóteles, se verá que si en vez de “esclavo”, se coloca “perro”, “mula”, “buey”, “ratas”, “animal”, todo lo dicho tendría el mismo sentido.
Se podría afirmar que el ciudadano libre Aristóteles, como ser real, individual y personal no es responsable del sistema social de esclavitud de su época y de su entorno, por lo tanto, poco o nada tendría que ver con ese asunto incómodo. Sin embargo, a modo de comparación, la pregunta sería si un oficial nazi antisemita  cualquiera, sin que él en lo particular fuese responsable o generador de la conciencia antisemita, de los atropellos y asesinatos contra todos los judíos en la Alemania de la Segunda Guerra Mundial, cuando asesinaba a un niño judío tendría conciencia de que asesinaba a un ser humano; habría que preguntarse si los asesinos de guerras tienen conciencia de que el “otro”, “el enemigo” sería un ser humano. De hecho, pienso que el señor Aristóteles tenía conciencia de que los esclavos eran seres humanos, de la misma naturaleza que los griegos, por tanto, su antropología del animal racional era para fundamentar una práctica política, gracias a la cual el vivía sus privilegios como protagonista de la aristocracia privilegiada de su época. En este sentido, Cassirer (1951) presenta una reflexión sobre el papel social de los filósofos, aunque toma en consideración a Platón, sin embargo, la misma reflexión es totalmente válida en torno a la labor filosófica de Aristóteles: “La naturaleza humana, según Platón, es como un texto difícil cuyo sentido tiene que ser descifrado por la filosofía; pero en nuestra experiencia personal este texto se halla escrito en caracteres tan menudos que resulta ilegible. La primera labor del filósofo habrá de consistir en agrandar estos caracteres. La filosofía no nos puede proporcionar una teoría satisfactoria del hombre hasta que no ha desarrollado una teoría de estado. La naturaleza del hombre se halla escrita con letras mayúsculas en la naturaleza de estado. En éste surge de pronto el sentido oculto del texto y resulta claro y legible lo que antes aparecía oscuro y confuso.”[9]
Así, pues, hay propuestas antropológicas y políticas  presentes pero ocultas en cualquier sistema filosófico, no se puede esperar que Aristóteles, Platón, o cualquier otro escriba en forma directa un tratado antropológico para la esclavitud de todo aquel que no pertenezca a su raza de elegidos, algo como: “Tratado para tratar como animales a los no-griegos”, Pero, en nombre de la filosofía y del conocimiento lo hicieron, para mantener sus propios privilegios clasistas, esa ha sido la función de la racionalidad del “animal racional”. Es decir, la filosofía y la ciencia pueden ser la excusa perfecta para construir sistemas de pensamientos en función de una cultura racista y explotadora  de los diferentes, quienes siempre serán tratados como objetos a someter y esclavizar a través de la fuerza y de la ideología alienante  y destructiva.
De este modo se declaró para toda la eternidad, la esencia misma de la intimidad del hombre: “La racionalidad”, como único fundamento metafísico del ser ontológico de la naturaleza humana reservada como propiedad privada a todos los ciudadanos libres de Grecia. Todo conocimiento dialéctico en nombre del saber y de la ciencia ha conseguidosu principio y fin en la racionalidad  como posibilidad y fundamento de su propio movimiento en búsqueda del saber al servicio de la política de la dominación de los débiles y de la existencia concreta y privilegiada de los elegidos de siempre.
El aspecto racional ha cobrado tanto peso en la concepción antropológica de nuestra cultura, que el elemento “animal”, en la mayoría de los casos ha resultado un estorbo, un mal necesario que solamente puede ser apreciado como un soporte, donde reside la racionalidad. Lo “animal” ha sido siempre considerado, en el mejor de los casos, como la residencia inapropiada del “yo personal”, de la esencia racional del ser humano. En este sentido, ser ciudadano de la raza elegida de nuestra cultura occidental ha sido siempre un camino de la supuesta liberación de lo animal, de la animalidad en cualquiera de sus manifestaciones, al punto de ocultar los elementos de animalidad, y llega al colmo de racionalizar y fundamentar cualquier acción criminal, como efecto de la debilidad de esa animalidad que todavía tiene algunos efectos negativos no superados, se ha tratado de una antropología al servicio de la apariencia, de lo falso, de la alienación; al servicio de la esclavitud de aquellos totalmente animales a favor del proceso de liberación carnal de la raza de los elegidos, la finalidad histórica es la espiritualidad racional de lo humano, y se aparenta que en ese camino los “griegos de siempre” son los maestros, los no-griegos los objetos sin derecho a su personalidad, que deben agradecer el ser domesticados por sus amos.
Así, pues, cuando el fin de una sociedad es el proceso de esclavitud del “Otro”, del “diferente”, con la finalidad de tratarlo como un animal doméstico, que se encargaría de todo proceso laborar pesado, ya que esa es la función principal del esclavizado: “trabajar hasta morir”, ser utilizado como objetos de todo tipo de placeres sensuales, objetos de diversión, objetos útiles, animales vendibles. Esclavo significa el que lleva la carga forzosa de la existencia, el que nació para morir en el campo con las manos agrietadas y alma sin fuerza, el esclavo hace todo el trabajo imaginable e inimaginable…, si el esclavo es el que nace y muere trabajando, entonces, ¿que le queda al amo?, ¿para qué existe?, ¿cuál sería su finalidad existencial?, ¿ que sería la vida feliz?..., simple y lógico, vivir lo más cómodamente posible, sin esfuerzo, sin cansarse, sin trabajar con las manos, sin ensuciarse, sin comprometerse con el destino de los demás, llegado el caso luchar para mantener sus privilegios, pero cuando la lucha no sea necesaria, cuando la domesticación del “bárbaro” sea un éxito, un proceso de alienación, un secuestro de la conciencia, un ocultamiento profundo de la crueldad cultural hecha estructura existencial cotidiana, ahí, en ese momento comienza la vida feliz, sin problemas, suave, en perfecto equilibrio emocional y espiritual con el ecosistema y con los otros. Algo parecido es lo expuesto por el cómodo Aristóteles en su texto Política: “Porque  si se ha dicho con exactitud y verdad en la Ética que la vida feliz es la vida que se vive sin ningún impedimento o estorbo, de conformidad con la virtud, y que la virtud es un término medio, se sigue necesariamente que el término medio en la vida es lo mejor (un término medio tal que, en la medida de lo posible, esté al alcance de cada clase de hombres) (…) Así, pues, puesto que se admite que lo que es moderado o intermedio es lo mejor, es evidente que una cuantía media de todos los bienes de fortuna es la cantidad mejor en orden a la posesión. Porque este estado de riqueza es el más apto para obedecer a la razón, mientras que una persona que es excesivamente bella, fuerte, noble o rica, o bien lo opuesto –en exceso pobre, débil o de muy mediana posición--, le es difícil seguir el mandato de la razón, pues los primeros se convierten más a la insolencia y a la gran maldad, y los últimos, sobre todo, a la malicia y a la maldad despreciable, y los motivos de toda injusticia y todo crimen son la insolencia o la malicia…”[10].
Por supuesto, estas ideas y concepciones en torno a la felicidad deseada como fin último de la existencia y como fundamento de una ética racional son continuas a lo largo de la totalidad de los textos aristotélicos, la virtud como la capacidad racional de vivir en término medio evitando el exceso y la escasez. Además, se puede notar en cualquier exposición de la finalidad ética el argumento racional como fundamento de la opciones planteadas, dejando poco espacio real a la elección, es simple, si eres tan racional como Aristóteles, los griegos tienen razón en sus propuestas antropológicas y éticas, sin no estás muy de acuerdo, entonces, no eres tan racional, eres algo animal, bárbaro, contaminado de exceso o de miseria. De hecho, las propuestas antropológicas y la ética racional de la comodidad, en el fondo son estructuras de pensamientos de la ética de la explotación, no se trata de pensadores mártires de la ciencia y del saber, sino, de cómplices conscientes del exterminio que protegían con su filosofía “racional”, que en el fondo no era más que el discurso de la raza elegida de los griegos y sus herederos en la cultura occidental en contra de los esclavos de siempre, de los que nacieron para ser burros de carga. La antropología y la ética griega jamás hablan de compromiso a favor de los más necesitados, de la dignidad igualitaria de todos y cada uno de los seres humanos. En realidad, cuando se habla del “hombre”, no se refieren al humano universal, solamente a los ciudadanos libres de Grecia, los demás no merecen el calificativo de hombres, a lo sumo: “bárbaros”, animales que necesitan ser “educados”, es decir, domesticados.
De este modo, se entendía por “justa medida”, “clase media”, “equilibrados”, a los griegos elegidos, elevados, gracias al desarrollo de la racionalidad alcanzada. No solamente se creían superiores a los bárbaros, esclavos, animales hogareños; sino, infinitamente superiores a todo ciudadano que no fuese de su entorno; el Aristóteles exquisito y arrogante era una persona de lo más déspota de la aristocracia de su tiempo, en su Ética Eudemiana llega a escribir: “Ahora bien: analizar todas las opiniones que la gente tiene acerca de la felicidad es un trabajo superfluo. Los niños, en efecto, y los enfermos, y los locos, tienen muchas opiniones que ningún hombre sensato se entretendría en discutir, ya que esta clase de personas no tienen necesidad de argumentos, sino que los primeros necesitan tiempo para crecer y cambiar, y los últimos, una corrección médica u oficial, siendo el tratamiento con medicamento una  corrección, tanto como los son los azotes. De manera semejante es superfluo examinar las opiniones de la muchedumbre; esta, en efecto, habla al azar de casi todo, y de manera especial acerca de la felicidad. Hemos de examinar solamente las opiniones del hombre sabio, ya que está fuera de lugar el aplicar el razonamiento a aquellos que no necesitan de manera alguna el razonamiento, sino solo experiencia…”[11]. Por supuesto, Aristóteles es el sabio, no se trata de muchos sabios, sino de su propia doctrina, él es el amo del razonamiento verdadero, y si tal vez se pueda hablar de otros sabios, sería de sus discípulos; de hecho, el título Ética Eudemiana se debe a que está dedicada a Eudemo, uno de sus más fieles discípulos.
En definitiva, no es temerario afirmar que en la historia del pensamiento desarrollado en la cultura occidental, se han presentado diversas concepciones filosóficas, que bajo el pretexto de buscar la esencia de la naturaleza humana, han construido sistemas ideológicos, que han justificado la explotación y esclavitud de los desposeídos, tratados como seres inferiores a las mismas mascotas de los amos y señores de turno dueños del saber verdadero y racional. En este contexto, resulta interesante el comentario de Spengler en su famosa obra, La decadencia de Occidente: “Siempre se ha tenido conciencia de que el número de las formas en que se manifiesta la historia es limitado; de que las edades, las épocas, las situaciones, las personas se repiten en forma típica. Al estudiar la aparición de Napoleón, raro es que no se dirija una mirada a Cesar y otra a Alejandro; la primera de estas miradas es, como veremos, morfológicamente inadmisible; la segunda es, en cambio, certera. Napoleón mismo advirtió que su posición tenía ciertas afinidades con las de Carlomagno. La Convención hablaba de Cartago, refiriéndose a Inglaterra; y los jacobinos se llamaban a sí mismos romanos”[12] En lo esencial, las ideas de Spengler surgen de una concepción matemática y biológica de la Historia de la humanidad, puede notarse la necesidad de racionalizar y hacer lo más lógico posible el fenómeno de la Historia, al punto, de que en su ironía, tiene mucho de razón al considerar muy parecidos los “personaje centrales” de la historia occidental, ya que se trata de un mismo principio, la dominación de los más débiles y la racionalización antropológica y ética del proceso de esclavización y de “conquista”, acción criminal y asesina de los “héroes” de la cultura occidental, a imagen y semejanza de Alejandro Magno, alumno insigne del maestro Aristóteles.



REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

  Aristóteles. OBRAS COMPLETAS  (1977) Aguilar Ediciones: Madrid       
Cassirer, E (1951) Antropología Filosófica. Ed. Fondo de Cultura Económica. México
  María, J (1963) La Filosofía en sus textos (III) Ed. Labor. Barcelona-España








[1]Profesor del Departamento de Filosofía, de la Facultad de Ciencias de la Educación, de la Universidad de Carabobo. Licenciado en Educación mención Filosofía (UCAB), Especialista en Educación Superior (UC), Magíster en Desarrollo Curricular (UC), Cursa el doctorado en Ciencias Sociales mención Cultura (UC). Obras publicadas: “Ética, locura y muerte”, “Ética, locura y muerte (segunda parte)”, “Reflexiones elementales en torno a la ética”, “En torno al conocimiento” , “trascendencia”
[2]Cfr.  Aristóteles. OBRAS COMPLETAS TOMO III “Metafísica”. (1977) Aguilar Ediciones: Madrid          (p. 1057)
[3]Cfr.  Aristóteles. OBRAS COMPLETAS TOMO III “Metafísica”. (1977) Aguilar   Ediciones: Madrid       (p. 1059)
[4]Cfr.  Aristóteles. OBRAS COMPLETAS TOMO III “Metafísica”. (1977) Aguilar Ediciones: Madrid (p.1059)
[5]Cfr.  Aristóteles. OBRAS COMPLETAS TOMO VI “Política”. (1977) Aguilar Ediciones: Madrid (p.1457)
[6]Cfr.  Aristóteles. OBRAS COMPLETAS TOMO IV “Política”. (1977) Aguilar Ediciones: Madrid (p.1459)
[7] Cfr. Aristóteles. OBRAS COMPLETAS TOMO IV  (1977) “Economía doméstica” Ediciones Aguilar Madrid (p.1380)
[8]  Cfr. Aristóteles. OBRAS COMPLETAS TOMO IV  “Economía doméstica” (1977) Aguilar               Ediciones: Madrid (p.1381)

[9]Cfr. Cassirer, E (1951) Antropología Filosófica. Ed. Fondo de Cultura Económica. México (p.99)
[10] Cfr. .  Aristóteles. OBRAS COMPLETAS TOMO IV “Política”. (1977) Aguilar Ediciones: Madrid           (p. 1295)
[11] Cfr. .  Aristóteles. OBRAS COMPLETAS TOMO III (1977) “Ética Eudemiana”. Aguilar Ediciones: Madrid           (p.1107)

[12]Cfr. María, J (1963) La Filosofía en sus textos (III) Ed. Labor. Barcelona-España (p. 461)

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