La Historia de Vida como estrategia de investigación
Autor: Prof.
Gerardo Barbera[1]
racionalidad@hotmail.com
Departamento de
Filosofía
Facultad de
Ciencias de la Educación
Universidad de
Carabobo - Venezuela
Sección: Ensayo
RESUMEN
La
Historia de vida se presenta como una opción válida para el estudio de la
cultura popular que se vive en los personajes de los barrios marginales de las
ciudades más importantes de Venezuela. En este sentido, se presenta una
fundamentación ontológica centrada en la concepción de una realidad material
compleja en sí misma, y que por lo tanto, no puede ser abordada
satisfactoriamente desde una concepción atomista y mecánica propia de la
mentalidad racional y analítica de la Modernidad. Por otra parte, se entiende que la realidad,
en su complejidad trasciende la lectura “objetiva racional” de la Modernidad y
se propone la Hermenéutica como opción epistemológica, de modo especial, en el
área de las ciencias sociales. Y es desde estas dos opciones cuando cobra
sentido La Historia de vida como estrategia metodológica.
Palabras
Clave: Complejidad, Hermenéutica, Historia de Vida
INTRODUCCIÓN
La
Historia de vida se ha convertido en una estrategia de investigación dentro del
campo de la ciencias sociales, que puede permitir al investigador penetrar en
las entrañas del conjunto de relaciones
que se da en la cotidianidad de la vida misma de cualquier comunidad, pero, de
modo especial en el mundo de las comunidades populares, propias de los sectores
marginales de las grandes ciudades de la América Latina.
En
lo esencial, la Historia de vida como la investigación que se hace vida, desde
la vida cobra sentido en cuanto sirve de contenido a la Hermenéutica como
opción epistemológica alterna y complementaria de las ciencias analíticas y
matemáticas. En la Historia de vida se da el encuentro entre el investigador
cargado de teorías académicas y la vida de una persona que es comunidad
viviente.
Por eso, en la medida que se desarrolla el
proceso de la Historia de vida se hace evidente el surgimiento de un mundo de
significados existenciales antropológicos en los que aparece el sentido de la
vida como persona y como pueblo. Es precisamente la búsqueda de este sentido de
la vida lo que da características trascendentales a la Historia de vida en
cuanto modo y estrategia de investigación.
Las
investigaciones realizadas desde la
Historia de vida son el objeto y la razón de ser del Centro de
Investigación Popular, llevado en Venezuela por el Dr. Alejandro Moreno. En
este sentido, se están dando los primeros pasos, por lo cual, este artículo
sólo pretende ser una reflexión teórica que aporte fundamentos filosóficos a
todo el proceso de investigación del mundo de vida popular.
- La complejidad como opción ontológica
El
método de investigación es una opción epistemológica que se hace desde un
fundamento ontológico. Es decir, desde una determinada concepción de la
realidad, o del ser en sí del universo. Por tanto, el método supone mucho más que la simple elección
de “pasos” que facilitan el estudio, requiere de un fundamento ontológico y de
una opción epistemológica, en función de una realidad compleja en sí misma.
Al
respecto Morin[2]
utiliza el término “estrategia” como el adecuado para optar por una
metodología. Pero la incertidumbre, el desorden, el azar son elementos
constitutivos de la realidad. En esencia, la metodología sugiere una ontología
a la cual responde. En este sentido, la Modernidad inaugurada por Descartes ha sido coherente: a la
conciencia analítica, matemática y racional
del sujeto, le correspondió una realidad esencialmente concebida como
pura extensión medible y cuantificable. Así pues, había una concordancia
continua entre conciencia y naturaleza, o si se prefiere, entre sujeto y
objeto. ¿Por qué la conciencia era analítica y el método matemático? Sencillamente porque la
realidad exterior era en sí misma “una cosa extensa” cuya esencia era la
cantidad y la extensión, sus medidas y su peso.
En
este sentido, Moreno en su obra centra El
aro y la trama (1993), describe el pensamiento cartesiano: “Pero dado que
la materia es extensión, y además inerte,
el movimiento del universo es pasivo que carece de
energía. De ahí un universo máquina. Están fijadas las bases para el
mecanicismo y determinismo de la ciencia” (p.226) De hecho, la realidad se adaptaba perfectamente a las leyes de la
lógica racional y al cálculo matemático, lo que no entraba en este esquema no
era considerado objeto de la ciencia.
Así pues, la relación coherente entre la
conciencia propia de la Modernidad y de la concepción ontológica a la que
respondía, ha producido avances significativos y aún insospechados en el área
de las ciencias físicas. Efectivamente, sería absurdo negar los avances de la
humanidad en cuanto al conocimiento científico y de la correspondiente
producción técnica y su desarrollo industrial. No quiero ser de los que reniega
del conocimiento científico y técnico de la modernidad, escribiendo sobre la “muerte del sujeto” en mi computadora
particular de última generación comercial, disfrutando de un agradable “aire
acondicionado”.
Sin
embargo, se trata de situar las cosas. Tal vez, la problemática consiste en las
visiones miopes y reduccionistas del concepto de conocimiento científico,
pretendiendo que solamente desde la conciencia analítica, matemática y racional
se puede hablar con propiedad del conocimiento científico, y que por tanto, todo objeto del conocimiento
científico tiene que ser reducido a lo matemático. De modo, que en el fondo, la única ciencia es la
física y su única expresión la matemática. Ahora bien, ¿puede ser el hombre
considerado un objeto de estudio de la ciencia dentro de este esquema?, para
algunos sí, para otros no. Y la diferencia entre unos y otros, es
principalmente ontológica, y en consecuencia epistemológica. Aclaro, esta disputa epistemológica se abarca
principalmente en el área de las ciencias “humanistas”, es decir, de las
ciencias que estudian el fenómeno humano en cuanto persona y en cuanto a su ser
social. En efecto, esta disputa se ha vivido y se vive con mayor intensidad
principalmente en la Psicología y en la Sociología.
Evidentemente,
en este trabajo se propone una opción desde una ontología que no se reduzca a
sus dimensiones matemáticas, sino, que entienda que la realidad es un conjunto infinitos de sistemas
complejos, en donde todas las dimensiones tendrían que ser consideradas como partes fundamentales de la misma. En efecto,
el ser entendido como complejidad no puede ser reducido a simple objeto de
estudio desde la razón analítica y matemática, en búsqueda de un conocimiento
científico exacto y expresado en resultados precisos propios de la matemática.
Efectivamente, si la conciencia analítica de la Modernidad ha sido cuestionada
en el estudio de las ciencias físicas, con mayor razón ha resultado
insuficiente para comprender el fenómeno humano en todas sus dimensiones.
En todo caso, desde la opción de complejidad,
la realidad se concibe como un conjunto de relaciones que se complementan y se
interfieren entre sus elementos, y no como una suma atómica de elementos que
puedan ser separados. La cosa es más complicada, ningún elemento de la realidad
consigue su plena comprensión desde su individualidad, sino dentro de un
sistema de relaciones. Desde una concepción de la realidad como complejidad,
resultan interesantes las ideas de Morin[3],
en cuanto a un universo conformado por una red interminable y compleja de
sistemas en constante relación, que supera ampliamente el modo analítico y
atómico que siempre se ha propuesto desde la Modernidad.
En
efecto, la ciencia de la Modernidad, desde su concepción analítica puede aislar
a su objeto de estudio y analizarlo como una mónada independiente hasta del
mismo sujeto que la conoce, y de este modo, logra manipular y conocer su objeto
de estudio en función de la utilidad y de la creación tecnológica, pero, no
puede, ni parece interesarle la comprensión total del objeto de estudio, ni las
implicaciones antropológicas y sociales del conocimiento y la manipulación
alcanzada. De este modo, conocimiento y utilidad coinciden.
Por
otra parte, en el área de las ciencias sociales, que se enfrentan al problema
humano, el conocimiento útil no parece suficiente. La realidad se presenta como
parte de la humanidad, y no como lo meramente manipulable y útil. El hombre se
concibe como parte de la realidad, en constante relación natural con lo externo.
Así, pues, entendida la realidad como compleja, como una red interminable de
relaciones en donde el hombre es parte de estas relaciones, inmerso en el
universo, la relación entre el sujeto y la realidad no puede reducirse a la
tradicional relación de sujeto vs objeto, cuya finalidad era el conocimiento
matemático de una realidad extraña y manipulable, sino la interacción del
hombre con una realidad en eterna relación en donde él está implicado.
De
este modo, el problema de la ciencia se hace un problema de sentido de la
existencia, pues, el conocimiento de la realidad me implica, lo que se dice de
la realidad, se dice del hombre. Por
tanto, la ciencia va más allá de la “lectura objetiva” de la realidad,
hacia la comprensión de la misma. Es decir, el conocimiento matemático de la
realidad es necesario e importante, pero no suficiente en sí mismo, sino como
parte de un sistema integral de
comprensión de la realidad física, orgánica, antropológica y social, que
le es propia al ser humano. En este sentido, la investigación científica se
torna compleja, especialmente en el ámbito de las ciencias sociales, y este es
precisamente el reto epistemológico que se emprenderá en este estudio.
Efectivamente, la cuestión del método debe responder a la siguiente pregunta:
¿cómo realizar una investigación
científica en el área de las ciencias sociales?
Ahora
bien, antes de abordar en modo específico la opción metodológica, cabe destacar
que la realidad, entendida como mundo físico es complejidad relacional en sí
misma, de modo que el objeto como individualidad es una manipulación
epistemológica, que en el mejor de los casos “sirve”, es útil y promueve la
supervivencia del homo sapiens en el planeta. Pero, la razón científica
analítica no permite la completa comprensión ni siquiera de la realidad física,
menos del fenómeno humano y social.
Así
pues, frente a una realidad compleja hay que optar por una epistemología
adecuada a dicha complejidad, que aceptando los datos de las ciencias físicas,
procure la comprensión humana y existencial de la realidad integral del
universo, integrando lo personal y la social en la historia vital de la cultura
y sus significados existenciales.
En
este sentido, se opta por un camino distinto al señalado por el tradicional
método científico, basado en la razón y el análisis y en las leyes mecánicas de
las cusas y efectos. De hecho, se elaborará una
Estrategia Metodológica que
responda a la naturaleza compleja de la realidad, y que no pretenda una lectura
objetiva de la misma. Se trata de buscar el modo cualitativo de investigación
que permita acercarse al fenómeno social, en búsqueda de comprender la maraña
de eventos, acciones, interacciones,
retroacciones, determinaciones, azares, en constante relación que componen la
trama social en su cotidianidad. No se trata de registrar que el 80% de los
niños de los sectores marginales tienen problemas de desnutrición, sino
entender, comprender y sentir lo que es el hambre de un niño.
Por tanto, la finalidad de las ciencias sociales
va más allá de la manipulación del hombre y de la sociedad, se persigue la
comprensión del fenómeno humano y su vida social, entendiendo que se trata de
realidades complejas insertas en una realidad universal compleja en sí
misma. Por otra parte, el conocimiento
del homo sapiens no se limita a lo objetivo, sino a la comprensión existencia e
integral de todo conocimiento, de aquí la necesidad de trascender el
conocimiento basado en las “leyes” de las causas y efectos propias de una
ontología atomista y simplista de la realidad, que pretende el conocimiento de
ideas “claras y distintas” de un mundo ajeno al sujeto.
La
ontología de la complejidad incluye sujeto y realidad en un mismo escenario, en
donde la conciencia se dirige hacia la comprensión de su propia existencia a través
del conocimiento del hombre y de la sociedad. Es decir, las leyes del mercado,
el descubrimiento de una vacuna, el estudio de una determinada cultura, la
filosofía, la religión, la física, la química, la astronomía, todas las
parcelas de la ciencia constituyen un único saber propio del ser humano, que le
implican y le orientan en su existir en la tramoya de relaciones más compleja
que pueda imaginar, y que tienen que ver con la generación, permanencia y
valoración de significados existenciales presentes en las historias de vida de
cada persona y cada comunidad de la sociedad actual. De aquí la necesidad de
una concepción epistémica cualitativa que favorezca la interpretación de la
trama existencial del ser humano desde su misma historia de vida.
-
La
Hermenéutica como opción epistemológica
Frente
a una realidad ontológica concebida como complejidad de relaciones compuestas
de organizaciones y sistemas emergentes en modo de orden y desorden, de leyes y
azares, de vida y de muerte, no es suficiente con una epistemología de ideas
claras y distintas como lo sugiere la visión matemática del método propio de la
Modernidad. Ahora bien, además de
conocerse en sus dimensiones de medidas matemáticas, y en sus “leyes” de causas
y efectos, en función de la manipulación y la creación técnica, el conocimiento
de la realidad es un problema de
comprensión integral humano.
En
efecto, el ser humano no se conforma con el conocimiento lógico matemático y
racional de la realidad, no se trata solamente de responderse por las supuestas
causas de los fenómenos, sino, además, por su significado existencial. El
conocimiento es vida, y la vida es complejidad existencial que no puede ser
reducida a una sola de sus dimensiones, como lo es el conocimiento racional de
la realidad.
De
hecho, el hombre es una complejidad de razón e irracionalidad, de lógica y de
locura, de cálculo y de sentimientos, de aciertos y de errores, de
corporeidad y de espiritualidad, de
individualidad y de relaciones sociales, de alegría y de tristeza, de vida y de
muerte, de amor y de odio, de fe y de incredulidad, de esperanza y desasosiego,
de grandezas y de bajezas, de moralidad
y de inmoralidad, es bienestar y es marginalidad.
Por otra parte, el ser humano es padre y es
hijo, es madre y es hija, es esposo, es profesional, es sabio e ignorante.
Además, puede ser considerado y creerse sujeto y objeto de estudio, pero no es
una esencia aislable que pueda ser mostrada; el hombre es un misterio que vive
en sociedad, que requiere ser abordado
desde el pensamiento interpretativo, cualitativo y complejo.
Dentro
de este aspecto del proceso del conocimiento complejo, Morin en su Método II “La vida de la
vida” (2002) hace la siguiente propuesta: “Es un viaje que busca un modo de pensamiento que respete
la multidimensionalidad, la riqueza, el misterio de lo real y que sepa que las
determinaciones cerebrales, cultural, social, histórica que experimenta todo
pensamiento codeterminan siempre el objeto del conocimiento. Es a esto lo que
llamo pensamiento complejo” (p.24). En el fondo, se trata de trascender la
visión reduccionista de la episteme de la Modernidad.
Efectivamente,
esta complejidad humana y social no puede caber en un universo matemático de
ideas claras y distintas. En consecuencia, la investigación en las ciencias
sociales necesita un enfoque más adecuado para el estudio del ser del hombre y
de la sociedad, que trascienda la búsqueda de las eternas definiciones. El
hombre no encaja totalmente en las definiciones tradicionales, por tanto, la
complejidad no pretenden definir o encuadrar en un concepto la supuesta esencia
del hombre, lo que se intenta es comprender el sentido de la existencia del ser
humano.
En
el fondo, se sostiene que la opción epistemológica desde la investigación cualitativa sería la adecuada
para el estudio en el área de las ciencias sociales, y de modo específico para
el estudio de los elementos de significados existenciales del latinoamericano,
donde no se pretende encontrar algún rasgo “esencialísimo” que definiese el
“ser en sí” del hombre latinoamericano, que lo distinguiese del resto de los
otros pueblos del mundo. En efecto,
cualquier definición que pretenda ser una esencia eterna de la naturaleza en sí
del ser humano, se pudiese convertir en
un nuevo “cogito ergo sum” en función de un análisis absolutamente
lógico-racional que mostraría, en el mejor de los casos, solamente un rasgo
antropológico, con la ceguera cognitiva de reducir la complejidad del
ser-persona a ese rasgo…y el ser humano
trasciende cualquiera de sus rasgos antropológicos.
No
se trata de establecer las características raciales y sociales de una raza
nueva, no se pretende definir bajo ningún esquema ni antropológico, ni
psicológico, ni social “lo propio del mestizaje latinoamericano”, ya que la
misma búsqueda de cualquier naturaleza esencial, o de cualquier característica
particular que pretenda erigirse como “la esencia antropológica” , sería una prolongación de la objetividad
manifiesta en esa esencia antropológica encontrada, de igual modo como siempre
se ha realizado desde la ciencia de la Modernidad, en donde quedaría el mismo esquema tradicional de sujeto –
objeto.
De hecho, la opción epistemológica en este
trabajo de investigación se centrará en la Hermenéutica, como matriz guía desde
la cual se pretende la comprensión del fenómeno humano como persona social, en un entorno concreto,
desde su historia de vida. Ahora bien, no se persigue entender racionalmente el
ser en sí del latinoamericano, ni encerrarlo en una categoría esencial, ya sea
su estado social de marginado, dependiente, subdesarrollado, matriarcal, en
relación con el otro, desde la religiosidad, como abierto a la esperanza, desde
su autoestima, de su capacidad de supervivencia, o desde cualquier otra
categoría social, antropológica, o filosófica. Ya que el hombre vive todas
estas categorías y muchas otras a lo largo de su historia de vida. Toda definición
es cerrada en tiempo y espacio; la comprensión es eternamente abierta.
De
este modo, aunque se tengan en cuenta para el estudio de las historias de vida
las categorías antes señaladas, no se
pretende radicalizar una de estas
categorías como la esencial, desde la cual fluyese mágicamente un modo
específico de ser, una episteme, un significado existencial, y hasta un
proyecto de vida.
Cuando el resultado de una investigación
antropológica y social, por muy cualitativa que sea, concluye en el
descubrimiento de una nueva esencia que define al hombre, se trata de un modo
distinto de hacer Modernidad, en donde quedaría intacto la distinción dualista
entre sujeto y objeto. Y el conocimiento poco a poco se va cerrando, hasta
quedar atrapado en sus definiciones…, hasta que la hermenéutica comienza a
desaparecer, y aquello que había nacido como una alternativa de comprensión
científica se diluye en el océano de las ideas muertas: “la familia es la
célula fundamental de la sociedad”…, qué significado existencial representa
esta definición de la familia a los adolescentes de nuestros bachilleratos? En
el estudio hermenéutico de las historias de vida, una idea muerta, una
definición muerta es aquella que carezca de significado existencial.
En efecto, uno de los vicios que más se
repiten consiste en convertir y reducir
la hermenéutica en un modo distinto, más narrativo de de hacer la misma ciencia propia de la Modernidad, dejando intacto la relación dualista entre sujeto y
objeto. Esta tendencia puede provenir de
esa fuerza interna del sujeto propio de la cultura occidental y consumista de
centrarlo todo en el “yo”. Y la hermenéutica exige un esfuerzo por despojarse
de esa conciencia vital de dominio, o como lo explica Ricoeur[4]
como la necesidad de despojo de todo sujeto para interpelarse e interpretarse a sí
mismo desde el texto de estudio.
Por
eso, el proceso hermenéutico requiere de una especie de muerte del yo
epistémico de la Modernidad que pretende dominar, construir y proyectarse, para
que pueda surgir un investigador que sea capaz de descubrirse en la historia de
vida del otro, que no solamente “vaya a ver, a contemplar, a observar, a
registrar, a buscar”, sino, a escuchar, a guardar silencio, a meditar, a
compartir, a sentirse frágil en su humanidad, a vivir su propia historia de
vida.
La
hermenéutica que se plantea en este trabajo, tiene que ver con la
interpretación y comprensión de una situación de vida entre el investigador y
el sujeto que narra su vida. Dentro de este marco de reflexiones, Gadamer[5] presenta
la comprensión hermenéutica como el modo de interpretación del problema humano.
Es decir, ambos son sujetos de una misma historia. En lo referente al estudio
de las historias de vida, no puede existir un sujeto y por otra parte, un
objeto de estudio. De hecho, en el proceso de investigación a través de las
Historias de Vida, como un modo y estrategia de investigación desde una opción
hermenéutica, se entiende que se encuentran dos vidas en una misma historia.
En
este sentido, se plantea que la relación entre Hermenéutica como opción epistemológica y la Historia de
Vida como estrategia y contenido de la investigación hermenéutica, representan
las condiciones del punto de partida en el proceso de investigación en las
ciencias sociales. Pero, para que la relación sea coherente, el dualismo entre
sujeto y objeto tiene que desaparecer por completo, o reducirse en modo tal,
que el investigador se identifique y manifieste esa identificación con la
historia de vida que escucha y que registra. Así pues, la Historia de vida
tiene que ser una opción ética de investigación que narre las dos vidas
comprometidas en un mismo proyecto existencial dentro de un mismo marco de
significados existenciales.
Por
tanto, la Historia de Vida no se reduce a un registro de “datos objetivos” que
permitan realizar interpretaciones subjetivas, pero no comprometidas. No se
trata de “comentar una película”. En otras palabras, la historia que registra
el investigador no le es ajena. En este aspecto, Moreno[6] nos habla acerca de la importancia de la
cercanía en la relación entre el investigador y el narrador desde un
encuentro entre el investigador y el que
comparte su historia como la condición y punto de partida del proceso de
investigación de las historias de vidas.
Ahora
bien, este modo de plantear la Hermenéutica y las Historias de Vidas como un
proceso de investigación que permita encontrar elementos en torno al problema
del sentido existencial de la vida, tanto del investigador, como de quien
cuenta su historia de vida, sugiere que el investigador no sea extraño a la
realidad con la que se compromete. En efecto, la comprensión de una vida
individual y social desde opciones interpretativas requiere de alguien que esté
en la capacidad de interpretar.
En
este contexto, resulta interesante el
comentario de Córdova (1999) sobre la relación entre el investigador y el
personaje que narra su propia vida: “Los gestos interactivos existen en toda la
entrevista. Desde el principio se muestran y es necesario tomar en cuenta la
familiaridad y la proxemia” (p. 53) Y como lo interpretado es la vida de un
sector de la sociedad muy particular, se requiere de un investigador que
conozca y que esté comprometido existencialmente con esa realidad, de no ser
así, las Historias de Vidas pueden reducirse a un sencillo registro de datos de
una realidad ajena, que se interpreta desde la subjetividad del investigador.
En
el fondo, se trata de un proceso de investigación que reconoce como válido
todos los factores propios de la interacción entre los seres humanos, como
parte del mismo proceso investigativo, y no solamente el aspecto racional
académico. Es decir, en el proceso de Historia de Vida aparecen los
sentimientos, los aspectos irracionales e incompresibles de la vida y puede que aparezcan elementos que nada tenían
que ver con “los objetivos de la investigación”.
En
efecto, desde una opción hermenéutica se entiende que la investigación se hace
en el camino, no sólo como desarrollo de un método, sino como aplicación,
construcción y cuestionamiento de la idoneidad de un modo de hacer
investigación en el área de las ciencias sociales.
Efectivamente,
en el desarrollo de la investigación que se propone en este proyecto, se parte
del hecho de que la hermenéutica es una opción en construcción y no un manual
de soluciones, por tanto, la Historia de
Vida como opción ética de compromiso vital de investigación es un proyecto en
construcción y no un programa infalible para la investigación, de modo que el
mismo proceso de investigación resulta al mismo tiempo un proceso de aplicación
y producción de la hermenéutica y de las Historias de Vidas, y un proceso de
evaluación de las mismas.
En definitiva, la Hermenéutica y la Historia
de Vida son estrategias y no planes preconcebidos de acciones calculadas y de
resultados previstos. Desde esta perspectiva, la investigación es un camino
inédito, una aventura epistemológica.
-
La
Historia de Vida como compromiso ético y existencial
Al
inicio del siglo XX desde las mismas investigaciones empíricas, propias de las
ciencias físicas, sobre todo, a nivel subatómico, la continuidad ontológica del universo entró en crisis; es
decir, la llamada “materia” no parecía ser tan homogénea en todos sus niveles.
En este sentido, la ley fundamental del
empirismo de “causa y efecto”, que le daba esa sensación de poder absoluto de
predicción y objetividad a las ciencias físicas resultó insuficiente para el
estudio de las partículas subatómicas. En consecuencia, la ciencia con su
método experimental entró en crisis como poder epistémico, no en cuanto a
productor de tecnología.
De
igual modo, en las llamadas ciencias humanas, o ciencias sociales, el método
científico de investigación no produjo los resultados objetivos y exactos que
se esperaban; por el contrario, el fenómeno humano en cuanto persona y en
cuanto a comunidad resbalaba de las manos de las ciencias físicas. En
definitiva, el método científico quedó extremadamente corto en su pretensión de
reducir al hombre y a la sociedad a la “res extensa” y a las leyes de la
racionalidad lógica-matemática propias de la episteme de la Modernidad.
Así,
pues, dada la crisis en la ciencia
física, resurgió el interés por el enfoque cualitativo como opción
metodológica para la investigación en las ciencias sociales, las cuales tienen
como centro de investigación al ser humano, que es un ser complejo en sus
formas de vida, en su conducta, en su mundo interno plegado de supuestas y
ciertas contradicciones, un ser humano que trasciende cualquier definición y
hasta cualquier abstracción esencial, cuyo estudio y comprensión no ha podido ser reducido a la ley de causa y efecto. En lo esencial, el problema
antropológico no se resuelve satisfactoriamente en las leyes de la física, ni
en cuadraturas lógica-matemáticas de viejas y nuevas concepciones lógicas-racionales del fenómeno humano.
En
este contexto, la Historia de Vida como proceso estratégico de investigación se
presenta bajo el enfoque cualitativo, como modo opcional de abordar el problema
del ser humano, de la persona que es un ser en relación con los demás, y que
vive en una situación comunitaria concreta dentro de un espacio y tiempo
determinado, en una situación de vivencia y generación de significados existenciales, generalmente ajena a cualquier
interés académico propio de los investigadores sociales. Es decir, la vida es
un hecho cotidiano. La existencia del hombre y de la comunidad es un hecho
cotidiano en sí mismo.
Por tanto,
los habitantes reales de las comunidades no viven intereses “epistémicos”, ni
“metodológicos” propios de las investigaciones científicas. De hecho, la vida
concreta y cotidiana de cualquier comunidad se da sin la menor preocupación por
los estudios sociológicos, filosóficos, psicológicos, ni teológicos. La vida
humana personal y comunitaria es practicidad vital y no un “dato” a la mano del
interés de los investigadores.
Ahora
bien, en el proceso de investigación, desde el aspecto formal, la historia de
vida es una narración. Sin embargo, no se trata de una elaboración literaria en
función de la belleza del lenguaje. La historia de vida que se realiza dentro
del área de la investigación social, no es meramente un arte creativo
dependiente de la genialidad literaria de un sujeto solitario. Por el
contrario, la historia de vida tiene que ser auténtica, espontánea, tal cual
como surge del corazón de quien la narra, su vocabulario no debe ser cambiado o
sacrificado en función de la precisión o delicadeza del lenguaje.
Efectivamente,
en función de lograr una narración fiel a su fuente, se requiere que para fines
del estudio de la historia de vida, ésta sea grabada y luego transcrita. De
hecho, no debe ser reelaborada, ya que cualquier modificación distorsionaría la
investigación. Se trata, por tanto, de un primer nivel de compromiso y de ética
con el proceso de investigación, se
pretende elaborar el conocimiento y no de falsearlo en función de
intereses ajenos a la vida que se investiga. En este sentido, el profesor Moreno[7] presenta su criterio en cuanto a la
espontaneidad y sinceridad del contenido de la historia de vida como elementos
que permiten captar y transmitir signos y sentidos existenciales que sustentan
la reflexión hermenéutica. Por otra parte, la investigación de la historia de
vida compromete la existencia del
investigador en lo narrado del sujeto que comparte la historia. No se
persigue como finalidad que el investigador se convierta, de pronto, en uno de
los personajes de la historia, sino que alcance el nivel de cercanía y
confianza que le puedan permitir la comprensión
de la historia de vida compartida. De hecho, Moreno[8] sugiere el modo de cercanía que se requiere
para investigar las historias de vida como trascendencia de los intereses
académicos y como proceso de penetración y comprensión de la misma vida íntima
de las familias de la comunidad.
En
lo esencial, el estudio de la historia de vida requiere de la interrelación
entre dos sujetos reales y presentes durante la narración de la misma. Si la
relación del investigador, o de quien narra la historia, se establece con un
ser imaginario, o no presente en el acto mismo de la narración, el resultado
sería extremadamente subjetivo, y tal vez la creación se convierta en un mundo de ilusiones e
historias bellas, pero ajenas a la realidad cotidiana, ya que la participación
del ausente dependería de la voluntad de quien realice el estudio de la
historia de vida, o de quien narre la historia de vida.
En
ambos casos, el investigador, a lo sumo, lograría el análisis de una biografía
del narrador, que sería “el dato” con el cual elaboraría sus conclusiones. Y lo
cualitativo sería reducido a un modo distinto de cartesianismo: el investigador
es el sujeto, la conciencia, el que piensa; y la historia de vida, convertida
en biografía sería el objeto, lo otro, lo pensado.
En
efecto, el nivel real de la relación de compromiso existencial entre el
investigador y el narrador de la historia de vida, establece la posibilidad de
la comprensión como resultado de la relación entre los dos. De hecho, en el
proceso de estudio de la historia de vida entre un narrador y un investigador
interlocutor se da el hecho social como posibilidad de estudio comprensivo
desde una visión hermenéutica. Precisamente, es el “entre” lo que permite que
se desarrolle la comprensión de lo social en la historia de vida en sí misma.
En
el fondo, esta relación existencial entre el investigador y el narrador de la
historia de vida, no es simplemente un requisito técnico para el estudio de las
historias de vida. Por el contrario,
tiene que ver, más bien, con el nivel de comprensión de la historia de
vida compartida, ya que ésta no es “un dato objetivo”, sino lo que se
interpreta. Y la interpretación no es “lectura objetiva de la naturaleza”, sino
comprensión existencial. Y esta interpretación tiene que ver con los
significados existenciales, que según Moreno (2002) sería “el conjunto
integrado de practicación, vivencia, afectividad y simbolización” (p.XV).
Así,
la actitud hermenéutica para el estudio de las historias de vida requiere de un
investigador y de un narrador de la historia de vida sumergidos en el mismo mundo cultural de
significados existenciales, intraducibles desde una concepción
lógica-matemática de las ciencias sociales. El estudio de la historia de vida
se da en un mundo cultural concreto y vital, cargado de significados
existenciales y complejos que suelen escapar al simple análisis lógico, cuantitativo y objetivo del hecho social. En este sentido, González[9]
con respecto al contenido de la historia de vida, manifiesta la complejidad
antropológica de los significados existenciales, como rieles por donde gira la
vida misma.
De
hecho, para poder participar en el proceso de narración y de estudio de la
historia de vida, se hace necesario que el investigador pertenezca al mismo
universo cultural desde donde surge la vida narrada, esta es una condición
epistémica, es la única posibilidad hermenéutica, o como lo expresa Moreno
(1998) desde la experiencia de su estudio de la historia de vida de Felicia
Valera: “Si el conocedor está ubicado en un horizonte hermenéutico radicalmente
distinto de aquel en el que tiene su existencia la historia, lo conocido será
un artificio, una ficción técnica de quien la elabora”.(p.15) Y este es,
precisamente, el primer reto del proceso de investigación de las historias de
vida.
Efectivamente,
en esta propuesta de estrategia y de proceso de investigación de las historias
de vida, el investigador es necesariamente coautor de la historia de vida que
se estudia, no es simplemente un testigo, tampoco es un personaje de la
historia, es ante todo, fuente de significados existenciales. Y para que esto
sea posible, el investigador debe pertenecer al mundo de vida de la historia de
la cual es coautor.
No
se trata, por tanto, de ser un profesional de la “empatía” a través de cursos y
experiencias de inserción en lo popular; sino, de pertenecer al mundo de lo
popular, si es que se pretende estudiar la cultura particular de ese sector
social, enfocados desde la historia de vida de una persona de esa comunidad.
En
efecto, cuando el investigador realiza un estudio de cualquier historia de
vida, él debe pertenecer a ese mundo de vida que origina la historia de vida en
particular. En otras palabras, el sector social y cultural al que pertenece el
investigador, ese sector será el universo cultural de la historia de vida que
se estudia, ya que los significados existenciales pertenecen a un sector
cultural particular, y solamente desde ahí cobran su verdadero significado. Sin
duda, la hermenéutica social se da desde la vida concreta y cotidiana.
En
el fondo, cada sector social es un segmento cultural de toda la humanidad, pero
con sus propios significados existenciales. Ahora bien, precisamente esta
condición existencial de la hermenéutica propia para el estudio de las
historias de vida, la hacen una estrategia especial y de profundos alcances de
comprensión de los distintos significados existenciales, que aparecen en el
estudio de ellas mismas. Por tanto, en este contexto hermenéutico, la historia de vida no es, pues, solamente un
recurso para la investigación, o una técnica que se aplica, o un método que se
sigue. La historia de vida es la
investigación en sí, es la fuente del saber que se persigue interpretar y
comprender.
Por
eso, la historia de vida es la misma para el investigador y para el narrador,
ya que se trata de un mismo universo cultural de significados existenciales,
que afloran en la vida narrada. En el fondo, la vida es cultura en existencia,
desde la cotidianidad; es la historia de una comunidad a la que pertenecen el
investigador y el narrador.
De hecho, el investigador conoce ese mundo
particular y conoce ese mundo de vida como un modo distinto de ser humanidad.
En esencia, la historia de vida como investigación exige la opción por una
comunidad concreta y exige como condición que el investigador pertenezca a esa
cultura específica, como requisito que haga posible la hermenéutica en cuanto a
la comprensión de los significados existenciales.
Ahora
bien, siguiendo las pistas de las investigaciones que viene realizando el
profesor Alejandro Moreno, y el equipo del Centro de Investigaciones Populares
(CIP), en torno a las historias de vida dentro del sector popular, en este
trabajo se opta por el estudio de la historia de vida desde el sector de los
barrios marginales del sur de Valencia. En este sentido, el investigador se
concibe como coautor de la historia de vida, en donde el mundo de vida propio
de los barrios del sur de Valencia tiene que ser abordado desde su misma
cultura particular, con sus significados existenciales que le dan una modalidad
distinta a su existencia vital cotidiana. Así, pues, la investigación se encuentra
abierta al descubrimiento de significados existenciales distintos. La vida del
barrio no es un dato para ser cuantificado, es una historia de vida que pocas
veces ha sido escuchada.
RESEÑAS
BIBLIOGRÁFICAS
Córdova, V (1999) Historias de Vida. Caracas-Venezuela:
Fondo editorial Tropykos
Gadamer, G (1999) ¿Quién soy yo y quién eres tú? Barcelona, España: Herder
González, V (2004) La interpretación de la vida de un venezolano popular y la
investigación en orientación. Historia-de-vida de Evelia.Trabajo de
grado presentado a la ilustre Universidad de Carabobo para optar al título de
doctor en educación Valencia: Venezuela.
Moreno, A (1993) El aro y la trama, Caracas, Venezuela: CIP-UC
Moreno, A (2002) Historias-de-vidas e Investigación, Caracas, Venezuela: CIP
Moreno, A (2004) Familia así, familia asá, en Heterotopía, mayo-agosto 2004, nº 27.
Caracas, Venezuela: CIP
Morin, E (1999) El Método I “La naturaleza de la
naturaleza” Madrid, España: cátedra
Morin, E. y otros (2006) Educar en la era planetaria,
Barcelona, España: gedisa
Ricoeur, P (2003) Teoría de la interpretación, Buenos Aires, Argentina: Siglo XXI
[1] Profesor
Jefe del Departamento de Filosofía, de la Facultad de Ciencias de la Educación,
de la Universidad de Carabobo. Licenciado en Educación mención Filosofía
(UCAB), Especialista en Educación Superior (UC), Magíster en Desarrollo
Curricular (UC), Cursa el doctorado en Ciencias Sociales mención Cultura (UC).
Obras publicadas: “Ética, locura y muerte”, “Ética, locura y muerte (segunda
parte)”, “Reflexiones elementales en torno a la ética”, “En torno al
conocimiento” , “trascendencia”, “El animal Racional”, “Epistémicos”, entre
otros.
[2] “El método es obra de un
ser inteligente que ensaya estrategias para responder a las incertidumbres. En este sentido, reducir
el método a programas es creer que existe una forma a priori para eliminar la
incertidumbre” Morin, E. y otros (2006) Educar
en la era planetaria. Barcelona- España: gedisa. Pág. 32
[3] “Todos los objetos clave de
la física, de la biología, de la sociología, de la astronomía, átomos,
moléculas, células, organismos, sociedades, astros, galaxias constituyen
sistemas. Fuera de los sistemas, no hay sino dispersión de partículas. Nuestro
mundo organizado es un archipiélago de sistemas en el océano del desorden. Todo
lo que era objeto se convierte en sistema. Todo lo que era incluso unidad
elemental, se convierte en sistema” Morin. E (1999) El Método I “La naturaleza de la naturaleza” Madrid- España: Cátedra. Pág. 121
[4] “Si
la referencia del texto es el proyecto de un mundo, entonces no es el lector el
que principalmente se proyecta a sí mismo. Mejor dicho, el lector crece en su
capacidad de autoprotección al recibir del texto mismo un nuevo modo de ser. De
esta manera, la apropiación deja de parecer un tipo de posesión, una forma de
aferrarse a las cosas; en lugar de esto, implica un momento de desposeimiento
del yo egoísta y narcisista” Ricoeur, P (2003) Teoría de la interpretación. Buenos Aires- Argentina: Siglo XXI. Pág. 106
[5] “No
es sólo que la tradición histórica y el orden de vida natural formen la unidad
del mundo en que vivimos como hombres; el modo como nos experimentamos unos a
otros y como experimentamos las tradiciones históricas y las condiciones
naturales de nuestra existencia y de nuestro mundo forma un auténtico universo
hermenéutico con respecto al cual nosotros no estamos encerrados en barreras
insuperables sino abierto a él”
Gadamer, G (1999) ¿Quién soy yo y
quién eres tú? Barcelona, España: Herder. Pág. 26
[6]
“Entre todas las formas posibles de historia, nos hemos decidido por la que
arriba se ha definido como historia-de-vida pues nos parece esencial la
relación presente y actual de quienes intervienen en su producción” Moreno, A
(2002) Historias-de-vidas e
Investigación, Caracas, Venezuela: CIP Pág. 34
[7] No
es que la espontaneidad necesariamente sea mejor garantía de veracidad si es
ésta la que se busca, sino que, al eliminar los errores de expresión, de
sintaxis, las repeticiones, las desviaciones, las incongruencias, etc., cosa
que puede hacerse muy bien en la autobiografía, se eliminan significativos
elementos para el análisis de la realidad tal como se presentan en la vida
cotidiana. Moreno, A (2002) Historias-de-vidas e
Investigación, Caracas, Venezuela: CIP Pág. 25
[8] Mi investigación tampoco partió de una preocupación
académica ni solamente científica, sino de la vida, de la necesidad de
comprender a fondo la vida que estaba viviendo en mi comunidad y la de esa
misma comunidad. Mi formación me condujo, se diría que inexorablemente, a
buscar esa comprensión en la ciencia social y sus métodos. En este camino, me
topé con la familia. El verbo es adecuado. Me di de bruces con ella,
en efecto, porque no la andaba
buscando y no sabía que todo me conducía a ella. Tuve que entender desde
entonces que, si quería conocer comprensivamente la vida de mi comunidad
popular, tendría que penetrar profundamente en la constitución de la familia” Moreno,
A (2004) Familia así, familia asá, en
Heterotopía, mayo-agosto 2004, nº 27. Caracas, Venezuela: CIP. Pág. 13
[9]
“Algunos aspectos narrados son conscientes, pero otros no. Sobre los
significados que hay en cada historia, la persona que narra no tiene control.
Los significados habitan en la persona, son significados comunes a su grupo
humano, y dirigen su modo de pensar, de hacer y de sentir” González, V (2004) La interpretación de la vida de un
venezolano popular y la investigación en orientación. Historia-de-vida de
Evelia. Trabajo de grado presentado a la ilustre Universidad de Carabobo
para optar al título de doctor en educación Valencia: Venezuela. Pág. 81
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