CONCIENCIA HISTÓRICA
Autor: Prof. Gerardo Barbera[1]
gerardojoba@gmail.com
Departamento de Filosofía
Facultad de Ciencias de la Educación
Universidad de Carabobo – Venezuela
RESUMEN
La Filosofía
Occidental tiene su origen y sus raíces fundamentales en la antigua Grecia, considerada como la
cuna de la cultura en general de todo el proceso histórico de Occidente. Uno de
los elementos básicos de la filosofía griega fue su concepción antropológica
centrada en la racionalidad como lo
esencial de la naturaleza humana. Aristóteles ha sido, tal vez, el filósofo que
mejor representó el paradigma de la filosofía griega y con su definición del hombre como “animal
racional” colocó los rieles de toda la antropología y de la ética racional del
pensamiento propio de la cultura occidental.
No ha existido un concepto de la naturaleza humana, que haya marcado
tanto la historia de la filosofía de nuestra cultura. Todos los viajeros del
tren del pensamiento occidental se han servido de la episteme propia del
“animal racional”. De esta manera, se declaró para toda la eternidad, la
esencia misma de la intimidad del hombre: “La racionalidad”, como único
fundamento metafísico del ser ontológico de la naturaleza humana y del
desarrollo histórico y político. Todo conocimiento dialéctico consigue su
principio y fin en la racionalidad como posibilidad y fundamento de su propio
movimiento. El aspecto racional ha cobrado tanto peso en la concepción
antropológica de nuestra cultura, que el elemento “animal”, en la mayoría de
los casos ha resultado un estorbo, un mal necesario que solamente puede ser
apreciado como un soporte, donde reside la racionalidad. Lo “animal” ha sido siempre considerado, en
el mejor de los casos, como la residencia inapropiada del “yo personal”, de la
esencia racional del ser humano, aspecto utilizado para esclavizar a los
bárbaros, a los no-griegos, a los diferentes.
Palabras
clave: Aristóteles, “animal racional”, esclavos, dominación
La
Filosofía y la llamada Historia Occidental tiene su origen y sus raíces
fundamentales en la historia y en la
filosofía racional de la antigua Grecia,
considerada por muchos como la cuna y la
fuente epistémica de nuestra cultura en general. Uno de los elementos básicos
de la filosofía griega fue su concepción antropológica centrada en la
racionalidad como lo esencial de la
naturaleza humana, no se trató de un “concepto ingenuo”, sino de la imposición
de una visión de la élite dominante que se creía con el divino poder de la
verdad absoluta, y con el sagrado deber de llevar a toda la humanidad, y como
se trataba de un deber eterno se impuso a sangre y fuego, a través de las
guerras y del exterminio de pueblos y culturas.
Así,
pues, Aristóteles ha sido, tal vez, el filósofo que mejor representó el
paradigma de la filosofía griega y con
su definición del hombre como “animal racional” colocó los rieles de toda la
antropología del pensamiento de la cultura y los procesos históricos propios de
la trama occidental. De hecho, hasta la misma división del trabajo en el
contexto social fue estructurada desde lo racional como principio estructural
de valoración del sistema de producción, al respecto, ya en los inicios de la
obra “Metafísica”, Aristóteles (1977) expresa claramente la justificación
filosófica de la aristocracia dominante y de los pensadores filosóficos como la
raza elegida por sus dones de sabiduría: “Lo
que ahora nos proponemos decir es que todos los hombres, de común acuerdo,
opinan que la ciencia que llamamos filosofía – o sabiduría- trata de las
primeras causas y de los primeros principios de las cosas. Por lo cual, como se
ha dicho antes, el empirista se juzga más sabio que el hombre que vive de solo
conocimientos sensibles, cualesquiera sean ellos; el versado en un arte es, a
su vez, más sabio que el mero empirista; el que dirige el trabajo lo es más que
el simple operario manual, y la especulación lo es más que la práctica. Por
consiguiente, que la sabiduría es una ciencia que estudia determinadas causas y
principios, el algo evidente"[2]
Al
leer entre líneas el párrafo aristotélico, se puede observar dos elementos
fundamentales con conforman el desarrollo epistémico sobre la naturaleza humana
desde el paradigma de la filosofía griega, en primer lugar la pirámide
valorativa que coloca por encima la especulación filosófica, producto del
razonamiento, de los dones de la razón, que pertenece a algunos elegidos, que
poseen el derecho eterno de ser los líderes, la luz, los iluminados, los sabios
destinados a conducir, dirigir, explotar y someter a los artesanales,
empleados, obreros, albañiles, en definitiva, a los de menos esencia racional.
Por
otra parte, tal vez sea lo más interesante consiste en que el estado social que
determina la superioridad de la raza racional sobre los menos racionales es
asunto de común acuerdo entre todos los hombres “lo que ahora nos proponemos
decir es que todos los hombres, de común acuerdo, opinan que…”. ¿Acuerdo
común?, ¿Todos los hombres? En estos
supuestos como punto de partida se fundamento el proceso de dominio y de
explotación de lo que en el futuro serán considerados como seres inferiores por
la cultura occidental de origen grecorromano, solamente ellos serán “hombres”,
y siempre bastará con el consenso explícito o no de la élite dominante para
conformar todas la estructura epistémica de los pueblos, para justificar la
guerra destructiva y opresora de lo que ellos considerarán razas y culturas
inferiores.
De
hecho, esta concepción racional de la
naturaleza humana ha marcado en modo trascendental la historia de la filosofía de nuestra cultura
occidental, al punto de que los sistemas de pensamientos y los sistemas
religiosos son concebidos desde la antropología racional, en la historia del
pensamiento, en ningún momento de su desarrollo histórico ha existido un modelo
antropológico distinto, al menos de proyección significativa. En el fondo, la
historia del pensamiento occidental ha consistido en la justificación bélica y
cualquier precio de la superioridad de la antropología racional propuesta por
todas las clases dominantes que han sido protagonistas de batallas, invasiones,
saqueos, destrucción de razas, culturas, e imposición de modelos culturales. El
pensamiento griego, en su expresión de “animal racional” fue el paradigma de la
idolatría impuesta a sangre de una raza y clase social determinada, que siempre
se ha pretendido superior, la “raza de los elegidos”, que ha reducido lo
existente al pensamiento, entendamos el pensamiento griego, occidental, de
modo, que el otro el distinto debe evolucionar hasta ser uno con lo pensado, lo
que es considerado de naturaleza espiritual, especial, producidos por la raza
de dioses elegidos. Aristóteles (1977) en el capítulo XII de la Metafísica lo expone claramente, en la
supuesta identidad ontológica entre el ser inmaterial y el verdadero objeto
inmaterial del conocimiento racional, que determinará la naturaleza del
universo, de la sociedad y del hombre: “En
las ciencias creadoras, ciertamente, la esencia independiente de la materia y
la forma determinada son el objeto de la ciencia, y en las teóricas o
especulativas lo son la noción y el pensamiento. Por consiguiente, puesto que
en las cosas inmateriales el entendimiento no es distinto del objeto de la
intelección, habrá entre ellos identidad y el pensamiento será una misma cosa
con el objeto de su pensar”[3]
Lo
interesante resulta identificar el origen del pensamiento idéntico al objeto,
siempre será el de la cultura occidental, no otra; ni siquiera en diálogo con
los demás. La identidad entre el pensamiento de la cultura occidental con la
realidad ontológico del universo será asumida como una verdad eternas,
incuestionable, principio de principio, verdad que da sentido a la existencia,
fin último de toda batalla, que el otro tiene que ser forjado con la espada del
pensamiento hasta ser civilizado, moldeado, trascendido de estado bárbaro,
brutal, “tercer mundo”, un no-griego.
Lo
distinto es considerado animalidad, no-humano, eso ha sido siempre el
significado existencial y social de aquellos seres diferentes, de otras
cultura, los despreciados y condenados a la esclavitud. Aristóteles (1977) lo
menciona como lo más natural : “Hay que
examinar también de que manera la naturaleza del Universo contiene en sí mismo
el bien mismo y lo mejor en sí (…) Ahora bien: todas las cosas están de alguna
manera ordenadas recíprocamente: los peces, las aves, las plantas, y no existen
de tal manera que parezcan que nada tienen que ver los unos con los otros;
todos están ordenados en relación a algo; en efecto, todos están ordenados
simultáneamente a una sola cosa; ocurre aquí como en la familia en que a los
hombres libres de ninguna manera les está permitido hacer cualquier cosa que se
presente, sino que para ellos todas las cosas, o al menos la mayoría de ellas,
les son ordenadas y preparadas; los esclavos, por el contrario, y los animales,
poco pueden hacer que repercuta en el bien común, sino que de ordinario les
ocurre que hacen lo que las circunstancias imponen, porque el principio de cada
uno de ellos que encierra estas características es su propia naturaleza. Digo
con esto que todos los seres deben necesariamente discriminarse entre sí
mutuamente, y todos, en sus funciones distintas, colabora a una en la
conservación del universo”[4]
Como
siempre, el paradigma filosófico racional establece el orden de todo el
universo, según sus propios criterios. Así, el hombre por naturaleza, por orden
divino son ellos, los racionales, los amos de la razón, los dueños de la moral,
los que supuéstamente viven según los principios eternos de su propia razón
cultural. En lo esencial, solamente ellos son protagonista de la historia, los
que determinan el curso de la historia de hombres, esclavos, bárbaros, peces,
animales, universo. Sin duda, “los
esclavos, por el contrario, y los animales, poco pueden hacer que repercuta en
el bien común, sino que de ordinario les ocurre que hacen lo que las
circunstancias imponen, porque el principio de cada uno de ellos que encierra
estas características es su propia naturaleza…” los que no son hombres
libres, es decir, ciudadanos de la clase dominante de la cultura occidental,
carecen de historia, son nada, animales, brutos que reaccionan a los estímulos
como cualquier bestia, la naturaleza humana no está en ellos. Esta concepción
antropológica ha sido destructiva, fundamentando el racismo cruel que ha
servido para el beneficio de los elegidos y para la esclavitud e los pobres de
siempre.
De
este modo, el no-hombre será un esclavo, animal, bruto, por naturaleza.
Aristóteles (1977) repite varias veces esta idea antropológica en varios
parajes de su libro Política, “Es
evidente, por tanto, que hay casos de gente entre las que unos son libres y
otros esclavos por naturaleza, y para esas personas la esclavitud es una
institución conducente y justa (…) porque suponen que de un hombre nace un
hombre y de un bruto nace un bruto… (…) Las ciencias de los esclavos, pues, son
todas las diversas ramas del trabajo doméstico; la ciencia del señor es la
ciencia de emplear los esclavos (…) La ciencia de adquisición de los esclavos
es distinta de su posesión y su dirección, porque adquirir justa y exactamente
los esclavos es como una especie de reclutamiento o caza”[5]
Además,
se aclara que los esclavos eran animales domésticos, en cierto modo, vivían a
la sombra de la humanidad, al lado y al servicio de los hombres libres. Así,
pues, la esclavitud era un don, un regalo por el cual los sometidos tendrían
que dar la gracias a sus amos, quienes tenían a bien la fastidiosa tarea de
dominarlos y colocarles las cadenas: “…la
función del señor no consiste en adquirir esclavos, sino en emplearlos. Esta
ciencia, sin embargo, no tiene ninguna importancia o dignidad particular”[6].
De hecho, la tarea de dirigir la esclavitud se dejó en manos de otros esclavos
de mayor confianza, consiguiéndose la enajenación de los dominados en todas las
dimensiones de la existencia: “Hay dos clases de esclavos: los depositarios de
confianza y los jornaleros”[7];
aunque parezca absurdo, la mayoría de los amos, creían sinceramente que el acto
de esclavitud era una acción benéfica que ayudaba a desarrollar la personalidad
de los bárbaros; peor, los esclavos estaban agradecidos del sistema que los
esclavizaba, vivir de la basura, de lo que sobra, sin personalidad, reducidos a
objetos de placer y a bueyes de arado, les parecía mejor que vivir la barbarie,
se llegó a pensar que la esclavitud era tan natural como la lluvia, el agua de
los ríos, las aves del cielo, los esclavos del amo…así de simple, así de
complejo, así de profundo, así de actual.
La
episteme griega expuesta en la antropología del animal racional presentada muy
claramente en el esquema del pensamiento aristotélico indicaba todo un tratado
de esclavitud, del modo de tratar a los esclavos, a los bárbaros,
casi-animales, seres inferiores, objetos de pertenencia, no se trata, claro de
que un individuo en particular llamado Aristóteles inventó la esclavitud, pero
se sirvió de ella, y sirvió a los amos, a clase dominante, a los seres
racionales, a los ciudadanos libres, raza a la cual perteneció y cuyos
privilegios justificó, promovió y defendió, fue partícipe, fue un asalariado
del pensamiento, un vendido a la clase dominante, y su esquema racional fundó
las bases de toda una cultura occidental que se alimentó de aquella filosofía
que justificó la domesticación de los “!otros”, del “distinto”, del
“no-griego”, del “no-romano”, del “no-civilizado”, del “no-occidental”, en el texto
Economía Doméstica, en el capítulo 5 : “Acerca
de las propiedades y Bienes. Los esclavos” El maestro Aristóteles
racionalmente justifica y expone el trato a los esclavos, quienes no son personas,
son objetos vendibles, manipulables, cosas: “En nuestra relación con los
esclavos no hemos de permitir nunca que sean insolentes, ni debemos tampoco
tratarlos con crueldad. Debemos hacer partícipes del honor a aquellos que están
realizando un trabajo más propio de hombres libres, y hemos de dar una mayor
abundancia de alimentos a aquellos que están trabajando con sus manos. Y, puesto
que el uso del vino vuelve con frecuencia a los hombres libres insolentes, se
sigue de ello que hemos de negar el vino a los esclavos o bien del todo o bien
reservarlo para ocasiones muy raras. Podemos dar a nuestros esclavos trabajo,
castigo y alimento. Si se les da a los hombres alimento, pero ningún castigo y
ningún trabajo, se vuelven insolentes. Si se les hace que trabajen y se les
castiga, pero se les restringe el alimento, este tratamiento resulta opresivo y
mina su fuerza. La alternativa que nos queda es, por tanto, darles trabajo y
suficiente alimento. Si no pagamos a los hombres, no podemos controlarlos, y el
alimento y la comida es la paga del esclavo”[8]
Si nos fijamos bien en estas instrucciones “humanitarias” de Aristóteles, se
verá que si en vez de “esclavo”, se coloca “perro”, “mula”, “buey”, “ratas”,
“animal”, todo lo dicho tendría el mismo sentido.
Se
podría afirmar que el ciudadano libre Aristóteles, como ser real, individual y
personal no es responsable del sistema social de esclavitud de su época y de su
entorno, por lo tanto, poco o nada tendría que ver con ese asunto incómodo. Sin
embargo, a modo de comparación, la pregunta sería si un oficial nazi antisemita
cualquiera, sin que él en lo particular
fuese responsable o generador de la conciencia antisemita, de los atropellos y
asesinatos contra todos los judíos en la Alemania de la Segunda Guerra Mundial,
cuando asesinaba a un niño judío tendría conciencia de que asesinaba a un ser
humano; habría que preguntarse si los asesinos de guerras tienen conciencia de
que el “otro”, “el enemigo” sería un ser humano. De hecho, pienso que el señor
Aristóteles tenía conciencia de que los esclavos eran seres humanos, de la
misma naturaleza que los griegos, por tanto, su antropología del animal
racional era para fundamentar una práctica política, gracias a la cual el vivía
sus privilegios como protagonista de la aristocracia privilegiada de su época.
En este sentido, Cassirer (1951) presenta una reflexión sobre el papel social
de los filósofos, aunque toma en consideración a Platón, sin embargo, la misma
reflexión es totalmente válida en torno a la labor filosófica de Aristóteles: “La naturaleza humana, según Platón, es como
un texto difícil cuyo sentido tiene que ser descifrado por la filosofía; pero
en nuestra experiencia personal este texto se halla escrito en caracteres tan
menudos que resulta ilegible. La primera labor del filósofo habrá de consistir
en agrandar estos caracteres. La filosofía no nos puede proporcionar una teoría
satisfactoria del hombre hasta que no ha desarrollado una teoría de estado. La
naturaleza del hombre se halla escrita con letras mayúsculas en la naturaleza
de estado. En éste surge de pronto el sentido oculto del texto y resulta claro
y legible lo que antes aparecía oscuro y confuso.”[9]
Así,
pues, hay propuestas antropológicas y políticas
presentes pero ocultas en cualquier sistema filosófico, no se puede
esperar que Aristóteles, Platón, o cualquier otro escriba en forma directa un
tratado antropológico para la esclavitud de todo aquel que no pertenezca a su
raza de elegidos, algo como: “Tratado para tratar como animales a los
no-griegos”, Pero, en nombre de la filosofía y del conocimiento lo hicieron,
para mantener sus propios privilegios clasistas, esa ha sido la función de la
racionalidad del “animal racional”. Es decir, la filosofía y la ciencia pueden
ser la excusa perfecta para construir sistemas de pensamientos en función de
una cultura racista y explotadora de los
diferentes, quienes siempre serán tratados como objetos a someter y esclavizar
a través de la fuerza y de la ideología alienante y destructiva.
De
este modo se declaró para toda la eternidad, la esencia misma de la intimidad
del hombre: “La racionalidad”, como único fundamento metafísico del ser
ontológico de la naturaleza humana reservada como propiedad privada a todos los
ciudadanos libres de Grecia. Todo conocimiento dialéctico en nombre del saber y
de la ciencia ha conseguidosu principio y fin en la racionalidad como posibilidad y fundamento de su propio
movimiento en búsqueda del saber al servicio de la política de la dominación de
los débiles y de la existencia concreta y privilegiada de los elegidos de
siempre.
El
aspecto racional ha cobrado tanto peso en la concepción antropológica de
nuestra cultura, que el elemento “animal”, en la mayoría de los casos ha
resultado un estorbo, un mal necesario que solamente puede ser apreciado como
un soporte, donde reside la racionalidad. Lo “animal” ha sido siempre
considerado, en el mejor de los casos, como la residencia inapropiada del “yo
personal”, de la esencia racional del ser humano. En este sentido, ser
ciudadano de la raza elegida de nuestra cultura occidental ha sido siempre un
camino de la supuesta liberación de lo animal, de la animalidad en cualquiera
de sus manifestaciones, al punto de ocultar los elementos de animalidad, y
llega al colmo de racionalizar y fundamentar cualquier acción criminal, como
efecto de la debilidad de esa animalidad que todavía tiene algunos efectos
negativos no superados, se ha tratado de una antropología al servicio de la
apariencia, de lo falso, de la alienación; al servicio de la esclavitud de aquellos
totalmente animales a favor del proceso de liberación carnal de la raza de los
elegidos, la finalidad histórica es la espiritualidad racional de lo humano, y
se aparenta que en ese camino los “griegos de siempre” son los maestros, los
no-griegos los objetos sin derecho a su personalidad, que deben agradecer el
ser domesticados por sus amos.
Así,
pues, cuando el fin de una sociedad es el proceso de esclavitud del “Otro”, del
“diferente”, con la finalidad de tratarlo como un animal doméstico, que se encargaría
de todo proceso laborar pesado, ya que esa es la función principal del
esclavizado: “trabajar hasta morir”, ser utilizado como objetos de todo tipo de
placeres sensuales, objetos de diversión, objetos útiles, animales vendibles.
Esclavo significa el que lleva la carga forzosa de la existencia, el que nació
para morir en el campo con las manos agrietadas y alma sin fuerza, el esclavo
hace todo el trabajo imaginable e inimaginable…, si el esclavo es el que nace y
muere trabajando, entonces, ¿que le queda al amo?, ¿para qué existe?, ¿cuál
sería su finalidad existencial?, ¿ que sería la vida feliz?..., simple y
lógico, vivir lo más cómodamente posible, sin esfuerzo, sin cansarse, sin
trabajar con las manos, sin ensuciarse, sin comprometerse con el destino de los
demás, llegado el caso luchar para mantener sus privilegios, pero cuando la
lucha no sea necesaria, cuando la domesticación del “bárbaro” sea un éxito, un
proceso de alienación, un secuestro de la conciencia, un ocultamiento profundo
de la crueldad cultural hecha estructura existencial cotidiana, ahí, en ese
momento comienza la vida feliz, sin problemas, suave, en perfecto equilibrio
emocional y espiritual con el ecosistema y con los otros. Algo parecido es lo
expuesto por el cómodo Aristóteles en su texto Política: “Porque si se ha dicho con exactitud y verdad en la
Ética que la vida feliz es la vida que se vive sin ningún impedimento o
estorbo, de conformidad con la virtud, y que la virtud es un término medio, se
sigue necesariamente que el término medio en la vida es lo mejor (un término
medio tal que, en la medida de lo posible, esté al alcance de cada clase de
hombres) (…) Así, pues, puesto que se admite que lo que es moderado o
intermedio es lo mejor, es evidente que una cuantía media de todos los bienes
de fortuna es la cantidad mejor en orden a la posesión. Porque este estado de
riqueza es el más apto para obedecer a la razón, mientras que una persona que
es excesivamente bella, fuerte, noble o rica, o bien lo opuesto –en exceso
pobre, débil o de muy mediana posición--, le es difícil seguir el mandato de la
razón, pues los primeros se convierten más a la insolencia y a la gran maldad,
y los últimos, sobre todo, a la malicia y a la maldad despreciable, y los
motivos de toda injusticia y todo crimen son la insolencia o la malicia…”[10].
Por
supuesto, estas ideas y concepciones en torno a la felicidad deseada como fin
último de la existencia y como fundamento de una ética racional son continuas a
lo largo de la totalidad de los textos aristotélicos, la virtud como la
capacidad racional de vivir en término medio evitando el exceso y la escasez.
Además, se puede notar en cualquier exposición de la finalidad ética el
argumento racional como fundamento de la opciones planteadas, dejando poco
espacio real a la elección, es simple, si eres tan racional como Aristóteles,
los griegos tienen razón en sus propuestas antropológicas y éticas, sin no
estás muy de acuerdo, entonces, no eres tan racional, eres algo animal,
bárbaro, contaminado de exceso o de miseria. De hecho, las propuestas
antropológicas y la ética racional de la comodidad, en el fondo son estructuras
de pensamientos de la ética de la explotación, no se trata de pensadores
mártires de la ciencia y del saber, sino, de cómplices conscientes del
exterminio que protegían con su filosofía “racional”, que en el fondo no era
más que el discurso de la raza elegida de los griegos y sus herederos en la
cultura occidental en contra de los esclavos de siempre, de los que nacieron
para ser burros de carga. La antropología y la ética griega jamás hablan de
compromiso a favor de los más necesitados, de la dignidad igualitaria de todos
y cada uno de los seres humanos. En realidad, cuando se habla del “hombre”, no
se refieren al humano universal, solamente a los ciudadanos libres de Grecia,
los demás no merecen el calificativo de hombres, a lo sumo: “bárbaros”,
animales que necesitan ser “educados”, es decir, domesticados.
De
este modo, se entendía por “justa medida”, “clase media”, “equilibrados”, a los
griegos elegidos, elevados, gracias al desarrollo de la racionalidad alcanzada.
No solamente se creían superiores a los bárbaros, esclavos, animales hogareños;
sino, infinitamente superiores a todo ciudadano que no fuese de su entorno; el
Aristóteles exquisito y arrogante era una persona de lo más déspota de la
aristocracia de su tiempo, en su Ética Eudemiana llega a escribir: “Ahora bien: analizar todas las opiniones
que la gente tiene acerca de la felicidad es un trabajo superfluo. Los niños,
en efecto, y los enfermos, y los locos, tienen muchas opiniones que ningún
hombre sensato se entretendría en discutir, ya que esta clase de personas no
tienen necesidad de argumentos, sino que los primeros necesitan tiempo para
crecer y cambiar, y los últimos, una corrección médica u oficial, siendo el
tratamiento con medicamento una
corrección, tanto como los son los azotes. De manera semejante es
superfluo examinar las opiniones de la muchedumbre; esta, en efecto, habla al
azar de casi todo, y de manera especial acerca de la felicidad. Hemos de
examinar solamente las opiniones del hombre sabio, ya que está fuera de lugar
el aplicar el razonamiento a aquellos que no necesitan de manera alguna el
razonamiento, sino solo experiencia…”[11].
Por supuesto, Aristóteles es el sabio, no se trata de muchos sabios, sino de su
propia doctrina, él es el amo del razonamiento verdadero, y si tal vez se pueda
hablar de otros sabios, sería de sus discípulos; de hecho, el título Ética Eudemiana se debe a que está
dedicada a Eudemo, uno de sus más fieles discípulos.
En
definitiva, no es temerario afirmar que en la historia del pensamiento
desarrollado en la cultura occidental, se han presentado diversas concepciones
filosóficas, que bajo el pretexto de buscar la esencia de la naturaleza humana,
han construido sistemas ideológicos, que han justificado la explotación y
esclavitud de los desposeídos, tratados como seres inferiores a las mismas
mascotas de los amos y señores de turno dueños del saber verdadero y racional.
En este contexto, resulta interesante el comentario de Spengler en su famosa
obra, La decadencia de Occidente: “Siempre se ha tenido conciencia de que el
número de las formas en que se manifiesta la historia es limitado; de que las
edades, las épocas, las situaciones, las personas se repiten en forma típica.
Al estudiar la aparición de Napoleón, raro es que no se dirija una mirada a
Cesar y otra a Alejandro; la primera de estas miradas es, como veremos,
morfológicamente inadmisible; la segunda es, en cambio, certera. Napoleón mismo
advirtió que su posición tenía ciertas afinidades con las de Carlomagno. La
Convención hablaba de Cartago, refiriéndose a Inglaterra; y los jacobinos se
llamaban a sí mismos romanos”[12]
En lo esencial, las ideas de Spengler surgen de una concepción matemática y
biológica de la Historia de la humanidad, puede notarse la necesidad de
racionalizar y hacer lo más lógico posible el fenómeno de la Historia, al
punto, de que en su ironía, tiene mucho de razón al considerar muy parecidos
los “personaje centrales” de la historia occidental, ya que se trata de un
mismo principio, la dominación de los más débiles y la racionalización antropológica
y ética del proceso de esclavización y de “conquista”, acción criminal y
asesina de los “héroes” de la cultura occidental, a imagen y semejanza de
Alejandro Magno, alumno insigne del maestro Aristóteles.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Aristóteles. OBRAS COMPLETAS (1977) Aguilar Ediciones: Madrid
Cassirer, E (1951)
Antropología Filosófica. Ed. Fondo de
Cultura Económica. México
María, J (1963) La Filosofía en sus textos (III) Ed. Labor. Barcelona-España
[1]Profesor del Departamento de
Filosofía, de la Facultad
de Ciencias de la Educación ,
de la Universidad
de Carabobo. Licenciado en Educación mención Filosofía (UCAB), Especialista en
Educación Superior (UC), Magíster en Desarrollo Curricular (UC), Cursa el
doctorado en Ciencias Sociales mención Cultura (UC). Obras publicadas: “Ética,
locura y muerte”, “Ética, locura y muerte (segunda parte)”, “Reflexiones
elementales en torno a la ética”, “En torno al conocimiento” , “trascendencia”
[2]Cfr.
Aristóteles. OBRAS COMPLETAS TOMO III “Metafísica”. (1977) Aguilar
Ediciones: Madrid (p. 1057)
[3]Cfr.
Aristóteles. OBRAS COMPLETAS TOMO III “Metafísica”. (1977) Aguilar Ediciones: Madrid (p. 1059)
[4]Cfr.
Aristóteles. OBRAS COMPLETAS TOMO III “Metafísica”. (1977) Aguilar
Ediciones: Madrid (p.1059)
[5]Cfr.
Aristóteles. OBRAS COMPLETAS TOMO VI “Política”. (1977) Aguilar
Ediciones: Madrid (p.1457)
[6]Cfr.
Aristóteles. OBRAS COMPLETAS TOMO IV “Política”. (1977) Aguilar
Ediciones: Madrid (p.1459)
[7] Cfr. Aristóteles. OBRAS COMPLETAS TOMO IV (1977) “Economía
doméstica” Ediciones Aguilar Madrid (p.1380)
[8] Cfr. Aristóteles. OBRAS
COMPLETAS TOMO IV “Economía doméstica” (1977) Aguilar Ediciones: Madrid (p.1381)
[9]Cfr. Cassirer, E (1951) Antropología Filosófica. Ed. Fondo de
Cultura Económica. México (p.99)
[10] Cfr. . Aristóteles. OBRAS COMPLETAS TOMO IV
“Política”. (1977) Aguilar Ediciones: Madrid (p. 1295)
[11] Cfr. . Aristóteles. OBRAS COMPLETAS TOMO III (1977)
“Ética Eudemiana”. Aguilar Ediciones: Madrid (p.1107)
[12]Cfr. María, J (1963) La Filosofía en sus textos (III) Ed. Labor. Barcelona-España (p.
461)
No hay comentarios:
Publicar un comentario