jueves, 25 de febrero de 2016

LOS HERMANOS DE SATANÁS






LA ÉTICA  DEL ELEGIDO
(LOS HERMANOS DE SATANÁS)

Gerardo Barbera





I


A veces pienso que la vida real es todo lo extraño al dominio de la mente. La vida se escapa, se transciende en un eterno fluir constante  y lejano. La locura es la  aventura de esa transcendencia y nosotros le inventamos una razón, una ética para poder soportar la convivencia en este manicomio que llamamos sociedad. Todos estamos locos. Yo no soy la única víctima. Yo no soy el único “paciente”. Los que están del otro lado son iguales a mí, cada cual vive creando su propia realidad, su reino relativo a sus propios intereses. ¡Somos hijos del Creador de las sombras!

Los otros sólo existen durante los días de visita, cada sábado en la tarde, o cada domingo, pero hasta allí. Luego todo queda en silencio y mi cerebro es invadido por la soledad profunda, y vuelvo a ser libre para transformarme en el elegido, en el ángel creador de la nueva sociedad. Cuando la enfermera se retira vuelvo a ser el profeta de la nueva era.

Quién iba a pensar que yo, el elegido, el iluminado se convertiría en un vulgar “paciente”. ¡Cuántas personas alcanzaron la paz espiritual y la salud de sus cuerpos gracias a mis poderes espirituales y especiales! Y ahora tengo que vagar oculto dentro de estas batas blancas encerrado en este cuarto húmedo y oscuro, soportando baños de agua fría, calmantes y drogas de todo tipo. Pero esto es solamente una pequeña prueba, un descanso mientras me recupero. Estoy seguro de que habrá otra oportunidad, y no volveré a fallar. ¡Lo juro!, en honor a mi Maestro no fallaré.

Ahora estoy solo, sin amigos, sin discípulos, sin grupo, sin secta, sin iglesia. Pero no estoy vencido…

A veces recuerdo la última reunión, o la última cena como la habíamos llamado. Doce hermanos, todos de raza blanca y de ojos azules. Éramos los dignos representantes de miles de hombres y de mujeres   de ojos azules. La nueva generación creando su propia ética para el tercer milenio, la ética de la nueva era, de la nueva sociedad, de la nueva raza, del verdadero dios. Todo encajaba perfectamente en la razón, el cielo es azul, el mar es azul,  el espíritu de los elegidos es azul; en nuestra era no habría lugar para ningún tipo de impurezas.

Ya uno de los elegidos de la antigüedad enseñaba que los ojos son las ventanas del alma. Esa era  una de las primeras lecciones del Amo, del Maestro, el Gran Espíritu que siempre nos guiaba y era escuchado solamente por los elegidos, por aquellos de ojos azules y forjadores de la verdadera ética de la liberación integral y total, la ética de la nueva raza, que ya existía desde los tiempos de los constructores de las grandes pirámides y del templo de Salomón.

Cada hermandad estaba compuesta por doce discípulos y por un espíritu guía, trece miembros en total.  El primero en morir se convertía en el nuevo espíritu guía del grupo y otro elegido de ojos azules ocupaba su lugar, y  el antiguo espíritu guía pasaba a otro plano superior en la dimensión de la existencia astral, o reencarnaba en un nuevo profeta elegido de nuestra raza.

 Todo era lógico. La Gran Conciencia cósmica era racionalidad lógica en sí misma, y maestra de toda la nueva ética que se desarrollaba para alcanzar el triunfo final.

Las reuniones se realizaban a la media noche, cuando la oscuridad era espesa y húmeda. Los espíritus necesitan de la humedad para comunicarse en el espacio y en el tiempo, y necesitan la oscuridad para ser vistos. Aquella noche era preciosa y especial. Todos los miembros de la hermandad estaban presentes, preparados para comunicarnos con el Amo.

El Amo nos había guiado con su sabiduría a lo largo de tres años de preparación para la gran misión.

Nuestra hermandad era el grupo de profetas elegidos para ser los nuevos sacerdotes de la era de acuario.

El Maestro Jesús de Nazaret, de espíritu azul, resultó ser un traidor, no escuchó la voz del Amo en el desierto, quien puso a sus pies el reino de la nueva era, de la nueva ética de la raza eterna de los hermanos albañiles, constructores del templo de Salomón. Y prefirió seguir el ejemplo de los profetas malditos y quiso construir un “Reino de Dios” basado en la ética del amor a Dios y al prójimo, por eso tuvo que morir, para colmo eligió a once hombres vulgares, de ojos vulgares  y  de espíritus perdedores y poco evolucionados, pescadores y obreros del pueblo. Solamente uno de ellos se mantuvo fiel al Amo y  entregó al verdadero traidor de nuestra raza.

 El traidor fue Jesús, no Judas. El Amo siempre triunfa, y Jesús murió en la cruz. Judas fue asesinado por aquellos malditos quienes lo lanzaron en un cementerio abandonado y luego inventaron la historia del suicidio.

Judas es uno de nuestros líderes espirituales que siempre ha estado al servicio de la nueva era y como premio a su lealtad  reina a la derecha del Amo. El maestro Judas siempre pregonó la ética verdadera basada en el “yo quiero, yo puedo”, la ética basada en el “yo soy”. En su última reencarnación estuvo muy cerca del triunfo. ¡ Hitler!, me siento orgulloso de llevar la marca de Judas en mi carne.

El día de la gran misión y de la venganza estaba cerca. Todos los hermanos estábamos ansiosos de terminar el período de formación y lanzarnos como los nuevos albañiles de la construcción de la nueva era, bajo el imperio y la ética del Amo.

Estábamos seguros de que uno de nosotros era la nueva reencarnación de Judas, uno de nosotros sería el líder, el nuevo Juan el Bautista, el nuevo anunciador de la llegada del Amo. El reino del Amo había llegado.

La misión tenía un nombre clave: ¡La revolución de acuario! La  época definitiva  que vendría con la llegada del nuevo siglo. El período de noviciado de la hermandad estaba a punto de llegar a su fin.

Los doce hermanos: Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Mateo, Felipe, Tomás, Tadeo, Simón, Matías, Marcos y yo, el elegido. Nombres muy parecidos y bien escogidos, pero esta vez no cometeríamos ningún error, todo estaba perfectamente planeado.

Uno de nosotros cambiaría de nombre aquella noche: ¡Judas!, así llamaríamos a la nueva “piedra” de la iglesia de la revolución de acuario, el nuevo Judas sería el verdadero “Papa” de la nueva iglesia, mucho más perfecta, a la medida de cada fiel, basada en el “yo soy” de cada uno de sus creyentes de ojos azules.

Recuerdo que mi última reencarnación fue en la Alemania del siglo XIX. Yo era un filósofo fiel al Amo. Siempre luché contra la raza de los malditos, preparé lo mejor que pude el camino a Hitler. Yo sabía que estaba cerca la llegada del apóstol fiel. Y grité a viva voz: “¡Dios ha muerto!”. Y anuncié la llegada de la nueva raza blanca y pura. Y como siempre los malditos débiles me encerraron en un manicomio. Ya estoy acostumbrado, pero no me rendí y no me rindo ahora, todavía tengo voz y la fuerza del espíritu en cada célula de mi cerebro.

Me llamaban el filósofo de la hermandad, siempre lo había sido, yo formé a Nerón con mis enseñanzas éticas y estoicas. Yo enseñé a los príncipes y gobernantes, la ley de  que el fin justificaba los medios, que el hombre no existía,  sino el Estado, y que la revolución se alimenta de la muerte de los débiles y que los esclavos son el alimento de la raza blanca, les enseñé la ética de mi Amo, yo tenía que ser el elegido, el nuevo Judas, el verdadero profeta de la nueva era.

Los débiles tenían que morir como pasto fértil para el surgimiento de la nueva era. En el reino del Amo sólo habría lugar para la raza guerrera, para los verdaderos revolucionarios de ojos azules  y sedientos de la sangre de todos aquellos reacios a aceptar el reino del Amo.

 Los únicos débiles que sobrevivirían estarían destinados al servicio, para ellos el mundo sería un campo de exterminio y de esclavitud.

 Todos los discípulos de la hermandad teníamos nombres simbólicos, elegidos al azar. Aunque en realidad esa elección la hicimos antes de nuestro nacimiento en la era actual, recuerden la Biblia: “antes de que te engendrara en el vientre de tu madre, yo te llamé, para ser profeta entre las naciones  te elegí”.

El Amo es la Conciencia Universal, la ley racional de la materia, la materia misma, el único sentido de la ética y de la existencia de la nueva y verdadera raza. El Amo es el destino y nosotros sus profetas. La misión consistía en destruir la religión de los débiles basada en el amor a su Dios y a sus prójimos…, si supieran los malditos las desgracias que les habíamos preparado temblarían de terror…

II


A la media noche, la presencia del Amo siempre era más hermosa, él era la “Luz Bella”, la sabiduría más perfecta, el verdadero creador, el gobernante del destino de los hombres, el dios del nuevo reino, ese reino verdadero y sin miserias, el reino revolucionario de los guerreros, el reino sin defectos de la verdadera vida. El Amo siempre ha sido la “Luz Bella” que ilumina la razón, la verdad, la ética, la ciencia; todo el universo entero está bajo su voluntad.

Así ha sido siempre y así será por los siglos de los siglos.

No había nada más sublime  que sentirse iluminado por la luz del Amo justo a la media noche. La Luz Bella nos invadía y nos animaba, la inspiración y el éxtasis eran de otro mundo. Era una experiencia total de la verdadera espiritualidad, en donde la noche penetraba lentamente en los corazones de los discípulos de la hermandad. Los ojos azules se convertían en llamas vivas, en las verdaderas lenguas de fuego del nuevo Pentecostés que nos lanzaban hacia nueva misión.

La presencia de la Luz Bella no podía ser sentida con la misma intensidad por los hombres débiles. Los hombres débiles sentían la inspiración de la Luz Bella para comportarse como animales irracionales. Los elegidos de ojos azules sentíamos la inspiración para la construcción del nuevo reino del Amo, los niveles eran distintos, los destinos eran distintos, los débiles eran guiados hacia la traición y la muerte, los discípulos estábamos destinados para ser los líderes de las destrucciones verdaderas y revolucionarias. No se trataba de robar o de matar al vecino, sino de destruir el “amor al prójimo”, he aquí la esencia de la ética de la nueva era, del reino del Amo.

Solamente nosotros, los elegidos teníamos la suficiente voluntad, la suficiente fe y el suficiente valor de sentir a plenitud la presencia del Amo viva  en nuestras venas, un leve pinchazo nos daba el privilegio de sentir  un viaje astral hacia mundos nuevos, en donde no existían los mismos colores y sonidos de esta dimensión espacio-temporal y marchita: se trataba de una relación mística distinta a cualquier vulgar experiencia religiosa de los débiles, era algo indescriptible, algo realmente nuevo, sensual y superior.

 Todavía siento esa fuerza hermosa en todo mi ser que se llena plenamente con tan sólo mencionar el nombre del amo: ¡Luz Bella! ¡Ven a mí, lléname que sin ti muero!

No crean que estoy vencido solamente por el hecho de que me encuentro prisionero en este manicomio, todavía siento la presencia de esa fuerza hermosa y sublime dentro de mí como aquella noche de diciembre. De nada han servido los baños de agua fría para calmar mi furia. El amor de la Luz Bella está en mí y volveré a gritar a todo pulmón mi lema filosófico: ¡Dios ha muerto! ¡Viva la nueva era! ¡Mueran los débiles! ¡El reino del Amo ha llegado! ¡Dios ha muerto! .

Yo puedo vivir sin ese Dios, yo sé la verdad, yo soy el nuevo profeta y mi voz será escuchada, todo es cuestión de  tiempo…

III



Aquella noche, el Amo nos iluminaba. La Luz Bella inspiraba cada palabra y cada silencio. La Luz Bella nos daba la fuerza para ocultar nuestras verdaderas identidades y fingíamos una vida normal entre el mundo de los débiles. La Luz Bella nos guiaba en la lectura de la bibliografía adecuada, sobre todo lo referente a la nueva era, su nueva metafísica y su nueva ética del “yo soy”.

Leíamos todo lo referente a la psicología basada en vidas anteriores para encontrarnos con la verdadera esencia de nuestra misión a lo largo de la historia, y podíamos ver el papel que habíamos jugado en aquellas sociedades secretas de siglos anteriores.

 En vidas anteriores  muchos de nosotros fuimos astrólogos, adivinos, filósofos, religiosos, albañiles constructores de grandes templos, y especialmente, destructores del reino de los débiles o de la hipocresía cristiana del amor al prójimo. ¡No a esas malditas religiones inspiradas en un Mesías justamente crucificado! Destino que han merecido todos sus seguidores. ¡Dios ha muerto! ¡Que brille la Luz Bella para siempre! ¡Preciosa Luz Bella! ¡Ángel eterno! ¡Fuente de la felicidad! Traicionado   por aquel primer grupo de débiles, ha llegado la hora de la venganza.

Mi tarea a favor del Reino del Amo consistía en aparentar ser un simple profesor, un “educador de la juventud”, siempre tuve que soportar la presencia de la raza marginal, se trataba de un pequeño sacrificio personal, mi misión  era envenenar la mente de los débiles  con mi “sabiduría”.

De manera sutil fui transmitiendo todos mis mensajes  para la destrucción  de la raza  maldita de los débiles, les enseñaba “el camino de la felicidad eterna”: “¡Tú eres la persona más importante de tu vida!”, “¡El poder está dentro de ti!”, “¡Autoestima, la clave del éxito!”, “¡Gane amigos y triunfe en la vida!”, “¡El arte de la comunicación eficaz!”, “¡Vive tu vida!”, “¡La vida es una sola, gózala!”, “¡Comunícate con tu fuerza interior!” “¡El éxito es lo que importa!”, “¡Desarrolla tu poder mental!”, “¡Tu poder mental no tiene límites!”, “¡El poder infinito de la mente!”, “¡Tus poderes súper sensoriales!”, “¡Tú eres como Dios!”, “¡Dios ha muerto!”, “¡Recuerda el mensaje de la  serpiente!"…, el mensaje siempre  ha sido el mismo, la misma tentación, el mismo Adán, la misma Eva, la misma serpiente, el mismo mensaje  “serán como dioses…”.

Gracias a mis esfuerzos como “educador de la juventud”, fui elegido como miembro de la nueva hermandad y profeta del Reino del Amo, profeta de la nueva era. Mi grito siempre ha sido el mismo ¡Dios ha muerto! ¡El débil debe morir! ¡Viva la nueva era de acuario!

 Y estas enfermeras pretenden apagar la luz del Amo en mi corazón con simple baños de agua fría, si supieran con quien están tratando, temblarían de terror al saber que la muerte está más cerca de lo que creen…

Si hasta recibí muchas veces el premio “Al profesor del año”. Recuerdo que en uno de mis trabajos de ascenso propuse la realización de un “taller del desarrollo del autoestima, como condición esencial para alcanzar el éxito en todas las dimensiones de la vida, especialmente para superar la situación social de la marginalidad”. Todos me creyeron.

De esta manera fui sembrando la semilla de la culpabilidad en las clases marginales, ellos eran los únicos culpables de tener un “rancho mental”, que era la causa de sus propias miserias, yo les ofrecía “la solución” con mis talleres de autoestima, toda la miseria se podía superar a través de ejercicios adecuados de control mental y de autoestima, el remedio a todos sus problemas estaba dentro de la mente de cada uno de ellos, cada cual era responsable de sus éxitos y de sus fracasos.

Peor para ellos si no aprovechaban los talleres de autoestima que se impartían por todo el país. Yo había cumplido con anunciarles que el reino del Amo estaba cerca, y que sus secretos de profunda sabiduría estaban al alcance de todos, el reino del Amo estaba dentro de ellos, solamente tenían que descubrir dentro de sus corazones el mensaje de la Luz Bella, ¡Somos como dioses! ¡La verdadera fuerza de salvación se encuentra en el yo soy de cada cual, iluminado por la luz eterna del Amo!.

Recuerdo perfectamente que los doce elegidos de nuestra hermandad hicimos el juramento de ser como dioses, de vivir sin el obstáculos de una falsa conciencia hipócrita fundamentada en la religión de la raza débil, nuestra felicidad sería la de los dioses, sin límites, una felicidad tan amplia como el universo.

Juramos combatir las enseñanzas de aquel primer grupo de traidores y sus seguidores, seríamos los constructores de la raza eterna del templo de Salomón. Proclamaríamos el reino del Amo, la vida profunda y centrada en todo lo que produciría placer hasta las últimas fibras de la sensualidad, en esto consistía la verdadera felicidad, el sentido de la existencia. La vida llena del placer prometido por la Luz Bella.

La vida consistiría en alcanzar el éxito sin importar los obstáculos, solamente el éxito, el dominio del otro causaría el verdadero placer, solamente aquellos que alcanzaban el éxito, el poder, serían como dioses, miembros de la nueva era de acuario, los verdaderos herederos de la raza de constructores, solamente ellos podrían llevar la escuadra y el compás como signos de la nueva raza de los espíritus de ojos azules.

La raza nueva se alimentaría de la sangre de los débiles, he aquí el verdadero mensaje de la metáfora del vampiro, “el que tenga oídos, que escuche…”. ¡Viva la vida plena! ¡Viva el Amo! ¡Ha llegado la hora de su reino! ¡Dios ha muerto! ¡Muerte al débil! ¡Viva la revolución de acuario!

IV


La reunión tenía que comenzar con la invocación sagrada para aclamar la presencia real del Amo.

Unimos nuestras manos hasta formar un círculo alrededor de la mesa. Era exactamente la media noche, la humedad era perfecta. A lo lejos se escuchaba el lamento de la tormenta, la neblina se colaba por las rendijas de las paredes del galpón, el reino del Amo se estaba encarnando en nuestros corazones.

Pedro era el encargado de hacer la invocación inicial. Este hermano era extremadamente silencioso, calculador; demasiado frío en el trato, de mirada rojiza y profunda.

Pedro había sido el primero en escuchar el llamado del Amo, y siempre había sido considerado el hermano mayor. Sin embargo, en lo personal nunca me agradó del todo, me parecía que el hermano Pedro se creía el elegido solamente por el hecho de haber sido el primero en ser llamado. A mí siempre me pareció un engreído superficial. Su silencio me parecía una cortina de humo para ocultar su falta de cultura, su mayor virtud era el dinero que poseía. En la vida cotidiana, el hermano Pedro era dueño de una compañía de telecomunicaciones, y tenía inversiones en las compañías petroleras, y en muchos “negocios” que nunca mencionaba.

A decir verdad, yo fui el último hermano en ser elegido para conformar la fraternidad de los profetas de la revolución de acuario. Pero deseaba con todo mi corazón ser elegido como la nueva reencarnación de Judas. Yo deseaba ser el profeta del Amo, llevar la marca de los constructores tatuada en mi pecho y gritar la llegada del reino de la Luz Bella.

Recuerdo cada paso de la última cena de la hermandad:

Pedro: “… Luz  Bella, Luz de la vida plena, presencia arrojada al mundo para ser adorada por tus elegidos. Adorada Luz cuyo nombre aterra a la raza de los débiles, Amo del gozo y del placer, toma nuestras vidas. ¡Ven Luz Bella, amo del placer!”.
Todos: “¡Ven Luz Bella, amo del placer!”.
Pedro: “¡Amo arrojado al mundo!”
Todos: “¡Te adoramos y te esperamos!”.
Pedro: “¡Ven energía vital del gozo y del placer!”.
Todos: “¡Fortalece el deseo de venganza en nuestros corazones!”.
Pedro: “¡Tú, Señor de la guerra!”
Todos: “¡Danos el placer de vengarte!”
Pedro: “¡Tú, que amas a tus elegidos!”
Todos: “¡Ven a nosotros, ilumínanos con tu luz!”
Pedro: “¡Tú, padre y amo de los siglos!”
Todos: “¡Danos el éxito y el poder eterno sobre la raza de los débiles! ¡Amén!”.

Recuerdo que después de la invocación inicial algo extraño comenzó a pasar entre nosotros. La respiración comenzó a ser lenta y profunda, hasta que una excitación especial surgió de manera espontánea.

La excitación se hacía más intensa y la respiración se aceleraba. Algunos comenzaron a gruñir, a gritar. El sudor recorría nuestros rostros totalmente transportados hacia gozos indescriptibles, y un solo sentimiento, como si se tratase de un solo espíritu, nos guiaba aquella noche.

 Alzábamos las manos hacia el universo y la expresión total era un alarido feroz: “¡AMEENN!”. Luego, una calma intensa recorría nuestros cuerpos en forma de cosquilleo, hasta que lentamente la paz fue regresando, y la presencia del Amo comenzó a sentirse en aquella última cena.

De pronto, ocurrió lo extraordinario, lo que siempre habíamos deseado, lo que por años habíamos invocado con tanta fe. En la silla vacía, en la silla número trece apareció lo que parecía una sombra, una presencia oscura, sin forma definida; pero sus ojos eran de un azul hermoso, fuera de este mundo, más allá de esta realidad. La sombra tenía los ojos azules…, ¡era la Luz Bella!

Al principio, un terror se apoderó de nosotros, quedamos mudos, sin saber cómo reaccionar.

La Voz: “No teman, ustedes son mis elegidos”.

El miedo fue desapareciendo con la misma rapidez con que había llegado, y una alegría inesperada nos invadió. Del terror pasamos al frenesí, sentíamos el placer a su máxima expresión, y nuestros corazones ardían de gozo.

La Voz: “Ustedes son mis elegidos. Y hoy nacerá mi profeta. Uno de ustedes me anunciará a las naciones. Pero habrá traición, y los traidores no verán la luz del nuevo amanecer de la era de acuario, hoy mismo morirán los traidores que se encuentran en esta cena, no cometeré el mismo error dos veces”.

Pedro: “No Amo, no lo permitas. Todos somos fieles a ti, de ser necesario daríamos la vida por tu causa”.

Todos: “Sí Amo, moriremos por ti de ser necesario. Nadie sería capaz de traicionarte. ¡Nadie!. Todos somos guerreros de ojos azules. Tu espíritu está en nosotros. Amo, todos juramos morir por honrar a la Luz Bella de ojos azules”.

La Voz: “Esta noche habrá traición. Yo lo sé, y mi palabra es eterna. No todos son fieles. No todos me aman verdaderamente. No todos darían la vida por mí cuando llegue la hora de la prueba definitiva de fidelidad. Pero esta noche, 21 de diciembre de 1999 cuando mi energía se encuentra en su nivel más alto, uno de ustedes será elegido mi profeta, y aquel que se atreva a traicionarme morirá”.

La voz del Amo era firme, espiritual, pero terrible. Desde aquel momento la hermandad dejó de ser la misma, todos nos preguntábamos quién sería capaz de traiciona a la Luz Bella, quién de nosotros estaría en contra del reino de la nueva era de acuario.

 Pero en algo estábamos de acuerdo, los traidores tendrían que morir. El perdón es de los débiles, y nosotros éramos los profetas, los pilares de la raza guerrera, no había ninguna posibilidad de vida para los traidores.

El Amo se dirigió a mí:

La Voz: “Tú sabes lo que tienes que hacer. Hazlo pronto”.

¡Claro que lo sabía!, me fue revelado por la misma Luz Bella en la primera reunión de la hermandad. Recuerdo la fecha, fue el mismo día de mi llamado y bautizo. La noche del nacimiento misterioso del Hijo del  Amo hecho hombre entre nosotros, el día 06 de junio de 1996 en Bogotá. Los débiles estaban orando tratando de impedir la llega del reino de la nueva era. Recuerdo que muchos diarios trataron el hecho, pero casi nadie le hizo caso, todos pensaron que se trataba de un amarillismo propio de la fecha para vender la noticia, ¡qué equivocados estaban!...

¡Claro que lo sabía!, aquella noche presencié el primer sacrificio humano. Se trataba de un mestizo miserable. Recuerdo que bebimos su sangre y comimos su corazón en señal de mi bautizo, de nuestra sed de venganza, y de fidelidad a la Luz Bella.

Lo demás fue siempre sencillo: el cadáver de un indigente arrollado por varios vehículos no dejaba ninguna huella. ¡El débil debía morir! ¡Dios ha muerto! ¡Había llegado el reino del Amo! ¡Nosotros éramos sus profetas!

¡Claro que lo sabía! Era un secreto que el Amo me había confiado. Salí en silencio a cumplir mi misión. Aquella noche sería especial, y si tenía éxito, yo sería el profeta del nuevo reino, yo compartiría el poder con el Amo, yo sería el protector de mi Amo encarnado en Bogotá. Todo estaba escrito. Había llegado la hora de la prueba definitiva, y yo sería fiel hasta la muerte.

Nadie sospechaba lo que iba a hacer. Era mi turno de conseguir la víctima para el sacrificio, ya lo había hecho antes,  ninguno de los hermanos sospechaba nada acerca de mi misión especial de aquella noche.

Esta vez no se trataba de cualquier sacrificio. Había llegado la gran noche. La víctima tendría que ser  especial, un verdadero sacrificio, una prueba definitiva de fidelidad. La víctima tenía que ser perfecta, un miembro de nuestra raza, un regalo perfecto y sin manchas para el Amo.

La voz del Amo me guiaba, sus ojos azules estaban fijos en mi mente y la orden se repetía constantemente: “tú sabes lo que tienes que hacer…”, “tú sabes lo que tienes que hacer…”, ¡claro que lo sabía!

Tardé dos horas en cumplir la misión. Fue más difícil de lo que me había imaginado. Sentía la sangre recorrer todo mi rostro. La bala me había arrancado la oreja derecha. Sentía la sangre recorrer todo mi cuerpo.

La víctima elegida tenía tres años de edad. El niño tenía los ojos azules más aterrados que yo recuerde haber visto en toda mi vida, le había sellado la boca con cinta plástica. La víctima simplemente era perfecta.

Los últimos minutos fueron muy confusos, realmente no recuerdo con claridad los detalles de aquellos momentos finales. Recuerdo que con mi auto destruí el portón de entrada, todos quedaron sorprendidos, menos el hermano número trece que me miraba con satisfacción, y yo sentí su mirada de gratitud en mi corazón.

Cuando abrí la puerta del auto con la víctima entre mis manos, comenzaron los gritos de los traidores. Pedro fue el primero: “¡Mi hijo no, maldito!”. Luego siguieron algunos otros, “¡maldito perro, suelta al niño!”, “¡eres un loco, desgraciado!”…

Algunos intentaron detenerme, pero otros me defendían, y en medio de la confusión logré colocar a la víctima en la mesa de sacrificio, y como pude saqué el puñal de la chaqueta, lo alcé con un deseo de sangre inspirado por la voz de la Luz Bella que se repetía en mi mente..., y en aquel preciso momento llegaron mis perseguidores, las balas y el humo llenaron todo el ambiente…hasta que perdí la razón, algo había quemado mi pecho, y mis últimos recuerdos de aquella noche fueron los alaridos de los traidores muertos…

Nunca supe con exactitud si cumplí con el deseo del amo…No importa, el “yo soy”, “yo quiero”, “yo puedo”, son las leyes que el Amo me enseñó para alcanzar el éxito y el poder para ser feliz, y si no pude alcanzar la meta aquella  noche, vendrá otra hermandad, otras víctimas, hasta que el reino del Amo, de la nueva era de acuario se haga realidad…y yo seré su profeta ¡Lo juro!.






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