III LA
ESENCIA DEL CONOCIMIENTO
Gerardo Barbera
Hablar
acerca de la esencia del conocimiento, nos llevaría a plantearnos el problema
concerniente a la relación que existe
entre el sujeto y el objeto, en cuanto que esta relación determina el criterio
del valor del mismo conocimiento, en cuanto especifica el “material” que
compone el pensamiento elaborado.
Las
preguntas surgen, ¿cómo es posible la relación entre el sujeto y el objeto?, ¿a
cuenta de qué pueden relacionarse?. ¿ Bajo qué condiciones se puede dar la
relación entre el sujeto y el objeto?, ¿ qué papel juega el sujeto, en su
relación con el objeto?, ¿qué papel juega el objeto...?
Las
preguntas no pretenden apuntar hacia el “cómo se da el conocimiento”, ya que
esto, posiblemente, nos llevaría a una especie de “teoría del aprendizaje”. Se
trata de apuntar hacia las condiciones bajo las cuales se produce la relación
entre el sujeto y el objeto; es decir, ¿gracias a qué...?.
En
tal sentido, a lo largo de la historia del pensamiento occidental se han
propuesto algunas soluciones a la problemática anterior, mencionaremos
solamente tres: El Idealismo, El Materialismo (Dialéctico), y el Fenomenalismo.
EL IDEALISMO
Es
una posición extrema, que niega la existencia de una realidad sólida,
independiente de una “conciencia”, o de un sujeto. Existe identidad perfecta
entre lo pensado y la realidad. Si la experiencia muestra diferencia entre las
ideas y el mundo real, se trata de ignorancia por parte de quien observa,
detrás de las diferencias aparentes entre el pensamiento y los objetos, el
mundo es total y únicamente LOGICO. Barragán reafirma esta postura presentada por el
idealismo:
La
posición idealista es una toma de posición ante el problema del conocimiento
extrema al realismo. El idealismo pretende reducir al mundo a una actividad del
espíritu. (p. 65)
Todo
cuanto existe obedece a las leyes del pensamiento, a la Lógica. Las leyes del
pensamiento lógico, son las leyes de la realidad. A tal punto, que en el mundo
racional, se encuentra la verdadera realidad. Por lo tanto, no hace falta
recurrir al mundo exterior para encontrar la verdad, basta con analizar las
leyes del pensamiento, es ahí, en nuestra conciencia en donde encontraremos la
verdadera sabiduría, “Conócete a ti mismo”. Verneaux. nos describe la posición radical del
idealismo, tomando como ejemplo la filosofía kantiana :
La
concepción idealista es la de Kant. Lo que es notable, en la definición nominal
que propone al empezar, es que no se hace ninguna mención a las cosas, de lo
real, del ser. Sino que la verdad está
concebida como una relación inmanente al espíritu, el acuerdo del
conocimiento con el objeto representado.
No haremos más que desarrollar la idea si decimos que la verdad es idéntica a
la “objetividad” del pensamiento. La objetividad a su vez se reduce a la
“validez universal” del juicio, entendiendo por ello que se impone a la razón,
común a todos los hombres. Y se llega, por lo tanto, a esta definición: La
verdad es el acuerdo del juicio con las leyes inmanentes de la razón, o, más simplemente, el acuerdo del pensamiento consigo
mismo. (p118).
¿Qué
hay en nuestras mentes?, ¿Qué producen nuestros pensamientos?: Ideas. Por lo
tanto, el camino de la verdad se recorre al estudiar el mundo de las ideas. No
sólo en cuanto a la búsqueda de la verdad, sino, en cuanto a la existencia de
todo cuanto existe: Primero son las ideas y luego el mundo de los objetos. Es
algo así como las teorías que están de modas: “Piensa y se te dará”, “Si
piensas que eres feliz, lo serás”, “Visualiza, y ya verás...”.
Son
las ideas las que mueven el mundo. Cierta vez, un filósofo llamado Hegel,
cuando dictaba una conferencia, alguien le hizo la observación de que la
realidad era siempre muy diferente al mundo de las ideas, a lo que Hegel
respondió: “Si la realidad contradice a las ideas, peor para la realidad”. En
la revista “Apuntes Filosóficos N° 1”, el profesor Reyes (1992) presenta la esencia misma del idealismo:
Filosofía
idealista: Partirá siempre de lo interior, de lo suprasensible (aquello que no
se da en los sentidos pero que sin embargo existe: el yo, la libertad, etc.)
Para ella todo reside en el pensamiento y el espíritu mismo es todo su
contenido. Se toma por objeto la idea misma; con ella se piensa llegar a lo
determinado. (p. 97)
Hegel
llegó al extremo de creer, que lo único existente era la “Consciencia
Absoluta”, y que todo cuanto existía en el mundo material, incluyendo al
hombre, se transformaba poco a poco en parte de esa “Consciencia
Absoluta”.
MATERIALISMO
(DIALECTICO)
Se
trata de una propuesta que afirma la existencia del mundo exterior, totalmente
independiente del sujeto, o de cualquier consciencia. Pero, no se trata de una
realidad fija e inmóvil, el mundo está en constante movimiento, y este
movimiento produce un constante cambio del mundo exterior, en donde todos los
objetos se encuentran relacionados.
Desde
esta visión de la realidad, se entiende que todo cuanto existe es materia en
constante movimiento y cambio. La misma consciencia es fruto del cambio
constante (evolución) de la materia, por lo tanto, la conciencia es fruto de la
materia, y no al revés como enseñaban los idealistas. Henri Lefebvre nos presenta la “razón dialéctica” como el
método adecuado de análisis de la realidad que se encuentra en constante
movimiento gracias a las “contradicciones de la materia”:
La
otra actitud admite simultáneamente que el pensamiento humano busca la verdad a
través de las contradicciones y que las contradicciones tienen un sentido
objetivo, un fundamento en lo real. Se deja de considerar absurda o aparente
toda contradicción; se convierte, en cambio, el estudio de las contradicciones
y de su fundamento objetivo en una preocupación central. Se estima que los
métodos tradicionales del pensamiento reflexivo deben desarrollarse en este
sentido; al establecer, más enfáticamente que nunca. , la verdad y la
objetividad como metas de la razón, se define una razón más profunda: La razón
dialéctica. (p.26)
Sin
embargo, la consciencia solamente puede evolucionar en cuanto transforma el
mundo externo (trabajo). Y para esto necesitan ir descubriendo, a lo largo de
la historia, las leyes del movimiento de la materia; es decir, las leyes del
materialismo dialéctico. Roger Garaudy
presenta una descripción profunda
de la dialéctica, tal como es entendida por el marxismo materialista:
La
dialéctica empieza con es “desdoblamiento del uno” por el cual, como ha
mostrado Wallon, en el esplendor mismo del mito primitivo, el pensamiento crea
una primera escisión entre el mundo de la apariencia inmediata y el de la
realidad profunda concebida en forma de mito. Surge una segunda contradicción
cuando el pensamiento, renunciando a las ilusiones trascendentes del mito, se
reconoce como simple hipótesis, y, por consiguiente, acepta la confrontación
con la realidad sometiéndose al veredicto de la práctica: si el modelo que ha
construido no “se ajusta”, es decir, no da cuenta de los fenómenos, y no nos da
el poder sobre ellos, no nos permite manejarlos, entonces hará falta o bien
complicar el modelo o bien reemplazarlo procediendo a una reorganización global
de nuestro saber. Contradicción y totalidad son así dos momentos inseparables
de esa dialéctica del conocimiento que es, al mismo tiempo, una dialéctica del
trabajo. (p.57)
Las leyes del materialismo dialéctico cobran
valor universal, nada escapa de su poder. Estas leyes son aplicables a los
objetos que existen en el planeta, a los que están en las galaxias, a los
minerales, a los vegetales, a los animales y al hombre.
Aplicadas
al hombre, que es sociedad en sí, se convierte en “Materialismo Histórico”, que
serían las leyes del materialismo dialécticos aplicado a la historia de la
humanidad. El materialismo dialéctico aplicado a la “Vía Láctea”, se
convertiría en “Materialismo Galáctico”. Dentro del mundo de las “partículas
sub-atómicas”, se llamaría, “Materialismo Cuántico” y así, sucesivamente. Nada
puede escapar a las leyes de la materia.
FENOMENALISMO
No
sé cuál es la razón, por la cual en la
historia del pensamiento occidental, cada vez que aparecen dos filosofías que
tratan un mismo tema desde puntos opuestos, siempre aparece una posición
“conciliadora”, o que pretende colocarse en
el centro, equilibrando la balanza del saber. Este es el papel que
pretende jugar el fenomenalismo: colocarse en el centro entre el materialismo y
el idealismo.
Según
el fenomenalismo, es impropio hablar de ideas independientes de los objetos.
Por otra parte, el objeto como ser en sí, independiente del sujeto, o de
cualquiera persona, carece de interés para el propio conocimiento.
En
el campo del conocimiento resulta imposible separar la conciencia del objeto
conocido, no podemos tener ideas que no representen a ningún objeto. Y todo
objeto es conocido en cuanto es para una conciencia, en tal sentido,
“Fenómeno”, significa, “lo que aparece”. La realidad es objeto del saber en
cuanto aparece, en cuanto es para una consciencia determinada. Hartmann (1921)
opina acerca de la naturaleza del fenómeno:
Todo
fenómeno es accesible sin distinción. En
cada uno de ellos, su trabajo consiste en poner “entre paréntesis” lo
inesencial, subjetivo, casual, y en poner de
manifiesto la “esencia” supraempírica de la cosa. Al hacer resaltar los
rasgos esenciales de la situación dada, el fenómeno es elevado a la esfera
“eidética”. (p. 204)
Siempre
la consciencia será intencionada; es decir, dirigida hacia un objeto, la
consciencia vacía, sin un objeto, no existe. Es imposible ser consciente de
“nada”. De lo único que la consciencia no es consciente es de sí misma. La
conciencia siempre esta dirigida hacia el exterior, a lo distinto, a lo otro.
Edmundo Husserl (1989) en la obra “Curso Fundamental de Filosofía”, aclara lo
referente a la naturaleza del fenómeno y de la conciencia intencionada:
Husserl
define a la inversa la singularidad de los actos del pensar, percibir, etc.,
desde el sentido de lo que contienen; es decir, desde lo pensado y percibido,
etc. Eso es lo que aparece originariamente, con anterioridad a cualquier
construcción teórica; en otras palabras, eso es el “fenómeno”. A él se refieren
los actos psíquicos, está en la presencia de algo distinto de ellos mismos; es decir,
que son intencionados. (p. 21)
Le
es propio a la consciencia en su naturaleza el conocimiento del objeto, la
capacidad de descubrirlo, de robarle la esencia, para formar la idea. Siempre
la idea es de algo, por lo tanto, el objeto es real. Siempre el objeto del
conocimiento es el dado a una consciencia; por lo tanto, la idea es real, en
cuanto es referida. Verneaux. define la
“fenomenología” como el esfuerzo de captar la esencia del objeto determinado:
Entendemos
por fenomenología del conocimiento, como comúnmente se admite, no una
descripción de los fenómenos tal como se presentan a una
conciencia individual, lo que constituiría una simple psicología de la
introspección, sino un esfuerzo para captar en los fenómenos concretos las esencias.
(p. 101)
El
dualismo entre el sujeto y el objeto es totalmente falso, ya que nunca puede
existir el conocimiento solamente referido al sujeto solamente, o al objeto
solamente. La consciencia siempre se presenta intencionada, no existe la
consciencia vacía o la consciencia de la consciencia. Por otra parte el único
objeto que interesa al conocimiento es el que “aparece ante un sujeto”. Una
computadora en el desierto, es tan sólo una piedra.
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