EL ORIGEN O LA FUENTE DEL CONOCIMIENTO
VERDADERO
Gerardo Barbera
Cuando se comienza el tema acerca de la
fuente de la cual se origina el
conocimiento verdadero, se trata de considerar
todos aquellos elementos que nos permiten adquirir los conocimientos verdaderos:
¿a través de qué?, ¿cuál es el vehículo?, o también, ¿cuáles herramientas
utilizamos?.
Se supone, que quienes se plantean el
problema del origen del conocimiento verdadero, ya han optado por la
posibilidad de que éste sea alcanzado, se trata de aclarar a través de qué, o
gracias a qué el hombre es capaz de adquirir el conocimiento verdadero.
En tal sentido, se han presentado a lo
largo de la historia, por lo menos tres corrientes filosóficas que centran su
posición, en cuanto al origen o fuente del conocimiento, polarizando una dimensión del proceso cognitivo: “El Racionalismo” que se centra solamente en
la razón; “El Empirismo”, se centra solamente en la experiencia; “El Criticismo”, que se centra en la relación
entre la experiencia y la razón.
EL
RACIONALISMO
Para el racionalismo, el conocimiento
verdadero, solamente puede tener su origen en la razón. Barragán nos comenta”:
Para el racionalismo, el conocimiento tiene su origen en la razón; la
experiencia no cuenta en la elaboración
de nuestros conocimientos”, esto se debe a dos principios fundamentales: 1. En
la razón podemos elaborar conocimientos
universales: los conceptos. De tal manera que
elaborar conceptos verdaderos sería el resultado de la ciencia. 2. La experiencia, solamente nos puede dar
conocimientos particulares, individuales, y eso no interesa a la verdadera
ciencia.
En la opinión de Wahl Jean, Parménides
podría ser considerado el fundador del racionalismo absoluto:
El primer gran dogmático de la razón fue
Parménides. Según él, el Ser y el pensamiento del Ser son lo mismos. Y todo lo
que no es Ser es el no-Ser, esto es, apariencia.
Según Parménides, decir y pensar son lo
mismos y sólo podemos pensar cosas existentes. De aquí que todo aquello que se
pueda hablar, es. Con estas palabras, echó Parménides los cimientos de todas
las formas de racionalismo. La verdad, el Ser, el pensamiento se concibe como
idéntico y como completamente afables. (p. 167)
El racionalismo parte, para llegar a sus
conclusiones, de la experiencia de vida, de lo que realmente nos ocurre a diario. La pregunta apunta hacia
el conocimiento verdadero, y no al conocimiento en general.
Se trata de fundamentar la Verdad,
basándose en una especie de división social; es decir, tal cual como son los
hombres, en lo que al saber se trata, así mismo es el conocimiento. Existe un conocimiento
“vulgar”, propios de los hombres vulgares, y existe un conocimiento “verdadero
o científico”, Propios de los hombres sabios, o de los científicos.
Por lo tanto, en el racionalismo no existe
un desconocimiento absurdo del valor de la experiencia. Claro, que los
racionalistas admiten el poder de conocimiento que se posee a través de la
experiencia; pero, lo reducen a lo “vulgar”: lo útil para existir, un
conocimiento cotidiano, que en el campo del saber, se reduce a mera apariencia,
que nunca pasa de ser una ilusión sensible, propia de la animalidad del ser
humano, un engaño que el verdadero sabio debe superar a través de la razón, en
donde realmente se encuentra el conocimiento universal, las leyes de la
realidad objetiva, tal cual como es, y no como creen los hombres incultos e
iletrados, quienes no son capaces de ver
más allá de sus propias narices.
Hessen Juan
reafirma estas ideas, al opinar al respecto:
La posición epistemológica que ve en el
pensamiento, en la razón, la fuente principal del conocimiento humano, se llama
racionalismo. Según él, un conocimiento sólo merece, en realidad, este nombre
cuando es lógicamente necesario y universalmente válido. (p.57)
¿ Cuál es el argumento más fuerte que tiene
el racionalismo en contra del conocimiento sensible? . Sencillamente que la
experiencia siempre nos da un conocimiento particular, de algo concreto, un conocimiento que no se puede
generalizar, y que por lo tanto carece de valor científico. A través de los
sentidos no puedo captar el concepto general de “perro”. Solamente me dan la
imagen, y hasta medio difusa, de “canelo”, de “pulgoso”, etc. Pero a la ciencia
le interesa saber, ¿qué es un perro?.
El
conocimiento verdadero por definición es universalmente válido, por lo tanto,
se trata de construir conceptos universales, y esto no lo podemos encontrar a
través de la experiencia sensible, sino en la misma naturaleza de la razón
humana, la única fuente que nos permite la elaboración de conceptos.
Haciendo referencia a Leibnitz, Barragán nos indica lo esencial del racionalismo:
Leibnitz por medio del método matemático
aspira llegar a las verdades absolutas. Su deseo es que todo sea claro y
demostrable por la razón. Las verdades de razón presentan necesidad y se
refieren a las esencias de las cosas. Las conocemos con certeza y en forma a
priori, tal como sucede con las verdades lógicas y matemáticas, que se rigen
por el principio de identidad y de no-contradicción. Estas verdades nuca
necesitan demostración. En cambio, las verdades de hecho son contingentes, se
conocen por la experiencia, hacen referencia a la existencia de las cosas y
requieren demostración para poder ser reducidas al primer principio. (p.46)
¿Cómo es posible que la razón pueda
elaborar conceptos universales?. A este interrogante el racionalismo ha dado
dos respuestas: El Innatismo Absoluto, y
el Innatismo Formal.
En el Innatismo Absoluto, se sostiene que
el hombre al nacer, ya tiene en su mente todo los conceptos y todas las ideas.
El mundo objetivo, la realidad, solamente sería la ocasión, la oportunidad, que
el hombre tiene para recordar, o sacar a flote, las ideas que él ya tiene.
Todo
hombre nace con la idea, o el concepto de “perro”. “Canelo” es solamente la
ocasión, la experiencia particular que se necesita para descubrir el concepto
de perro que ya se trae al nacer y que es común a todos los hombres, de ahí su
carácter de universalidad.
¿Cómo llegan las ideas a nuestra razón
antes de nacer?
Solamente hay dos maneras: 1. “Alguien” las
colocó ahí, puede ser Dios, o algún otro ser. 2. Las adquirimos antes, en otra
vida, en otra parte. O tal vez se hayan heredado, al igual que el color de la
piel.
En el innatismo formal se admite que los
conocimientos concretos, las ideas y los conceptos que se dan en la razón se
aprenden en esta vida, pero nacemos con “capacidades formales”, propias de la
razón, que permiten captar los conceptos universales que se encuentran medio
escondidos en los datos de la experiencia sensible.
En el acto del conocimiento, a través de
los sentidos captamos una imagen vaga de los objetos, una masa sin forma
determinada. Pero el hombre nace con capacidades mentales que le ayudan a
descubrir la “esencia intelectual” que se oculta en esa masa, y le damos forma, un tamaño, lo ordenamos, lo
enumeramos, lo espaciamos, lo temporizamos; etc. Son características que los
objetos poseen, pero que no se dan a través de la experiencia sensible, sino
que las descubrimos, gracias a las “herramientas” conque nace la razón humana.
Aunque en la actualidad esa confianza en la
razón humana no es absoluta, se podría decir que la fe en la capacidad de “guía existencial”
de la razón lógica del hombre está en crisis, como lo afirma el profesor Angel Orcajo :
Efectivamente, uno de los hechos más
importantes y traumáticos que han ocurrido en esta transición a la
Postmodernidad es que la razón subjetiva, que al mismo tiempo había sido
considerada como una razón universal y que había llegado a ser entronizada como
diosa dispensadora del bien y de la verdad, ahora ha sido desalojada y
expulsada. La razón, el alma de la modernidad, ahora es tratada como intrusa y
farsante. La racionalidad cartesiana es desautorizada, sobre todo, en nombre de
su invencible contaminación subjetiva y
su parcialización. La razón ha muerto. A partir de ese momento quedan a la
deriva, en consecuencia, todos los mundos normatizados por ella y que eran,
prácticamente, todos. ¡La gran desbandada! De pronto la imagen del mundo, sus
representaciones y valoraciones, comienzan a tambalearse, a diluirse, privados
de los fundamentos racionales que la sustentaba. El oscurecimiento de la razón
universal produce el oscurecimiento general. De ahora en adelante una razón
modal, individual, estética y circunstancial, tendrá que ocupar el espacio
reservado por siglos a la “razón sustancial”. Este es sólo tiempo de sospechas,
ya no será más tiempo de verdades. (p. 18)
EL
EMPIRISMO
Los
empiristas están plenamente convencidos
de que el origen de todos los conocimientos verdaderos se encuentra en la experiencia
sensible. Y mantienen como dogma de fe: ”El hombre al nacer es una tabula rasa,
todos sus conocimientos son fruto de la experiencia”. Al respecto Barragán afirma:
El empirismo afirma que el origen de
nuestros conocimientos no está en la razón sino en la experiencia. Todo
contenido del pensamiento necesariamente ha tenido que pasar por los sentidos.
Nuestra mente es un papel en blanco y sólo al contacto de los sentidos con las
cosas empieza a grabar impresiones. (p.47)
La fuente del conocimiento verdadero se
encuentra en la experiencia, en el contacto que se tiene con el mundo a través
de los sentidos. Quienes piensan diferentes, se encuentra en un grave error. No
hay nada más infantil, y poco serio, que pensar que nacemos con conocimientos
ya elaborados.
Nuestra mente nace sin ningún contenido,
totalmente en cero. Todo lo que sabe el hombre le viene de la experiencia, sin
la cual, nunca podría existir el saber. Por lo tanto, todos los conocimientos,
de cualquier tipo y naturaleza, tienen su origen en la experiencia. Cosgrove
opina acerca de este aspecto del empirismo:
El empirismo enseñaba que uno podía conocer
sólo aquello que discernible a los sentidos físicos. En efecto, algunos
empiristas creían que si un concepto cualquiera no era accesible a los
sentidos, no existía. En esta teoría esto era una negación de la existencia de
toda la realidad no física, y se empezó a redefinir la realidad sólo mediante
lo que podía medirse con los sentidos físicos o instrumentos. (p45)
Si
trajésemos los conocimientos al nacer, todos pensaríamos de la misma
manera. Lo que demuestra, claramente, que no existen conocimientos innatos, la vida empieza en cero.
Todo el conjunto de ideas que poseemos es
aprendido, y esencialmente en contacto con el mundo, de donde viene la
“materia” del conocer mediante la percepción y la sensación, si no existe el
contacto, no hay conocimiento posible. Barragán hablando de la importancia que tiene la
experiencia para los empiristas, señala:
Supongamos que la mente es, como nosotros
decimos, un papel en blanco, vacío de caracteres, sin ideas. ¿Cómo se llena?
¿de dónde procede el vasto acopio que la limita y activa la imaginación del
hombre que ha grabado en ella con una variedad casi infinita? A esto respondo
con una palabra: de la experiencia. En ella está fundado todo nuestro
conocimiento y de ella se deriva todo en último término. (p. 47)
Este conocimiento que se basa
exclusivamente en la experiencia tiene dos caras, por una parte, la percepción
y la sensación que se alcanza a través de los sentidos externos que nos ponen
en contacto con el mundo externo. Y la otra cara está compuesta por los
procesos internos, llevados a través de “los sentidos internos”, tales como la
pasión, la reflexión, la duda, el placer, etc.
Cuando el individuo trabaja el conjunto de
sensaciones que le vienen a través de los sentidos externos con las sensaciones
producidas por los sentidos internos, produce ideas simples, que son las
“unidades” de pensamiento y de cualquier aprendizaje. Luego, al combinar las
ideas simples entre sí, se producen las ideas complejas. El autor del “El Mundo de Sofía”, Gaarder Joestin habla del
empirismo y la forma en que se concibe el proceso de la elaboración de las
ideas:
Antes de captar algo con los sentidos, la
conciencia está vacía y falta de contenido como la pizarra antes de entrar el
profesor en clase. Locke también comparará la conciencia con una habitación sin
amueblar. Pero luego empezamos a captar con los sentidos. Vemos el mundo a
nuestro alrededor, saboreamos, olemos y oímos. Y nadie lo hace con más
intensidad que los niños pequeños. De esta manera surgen lo que Locke llama
“ideas simples de los sentidos”. Pero la conciencia no sólo recibe esas
impresiones externas de un modo pasivo. Algo sucede también dentro de la
conciencia. Las ideas simples de los sentidos son elaboradas mediante el
pensamiento, el razonamiento, la fe y la duda. Así surge lo que Locke llama
“ideas de reflexión”. Pues la conciencia no es siempre una receptora pasiva.
Ordena y elabora todas las sensaciones que entran poco a poco en la conciencia.
(p.317)
En el fondo, se toma como línea de vida el
dicho: “Como Santo Tomás, ver para creer”. No hay nada en la mente, que antes
no haya pasado por las manos. En el campo educativo, el aprendizaje se comprende como el arte de
proporcionar al alumno un conjunto de experiencias, previamente elaboradas,
como si se tratase de una carrera de obstáculos, a tal punto que la
inteligencia sería “la capacidad de solucionar problemas”, o de alcanzar los
“Objetivos” de los diferentes programas.
EL
CRITICISMO
Es la corriente filosófica que pretende
encontrar un punto de equilibrio entre el racionalismo y el empirismo,
rechazando el aspecto radical de ambas posturas que se descartan entre sí, y
valorando el aspecto que cada una sostiene de sí misma. Hessen comenta este
aspecto del criticismo:
El subjetivismo, el relativismo, el
pragmatismo es, en el fondo, escepticismo. La antítesis de éste es, como hemos
visto, el dogmatismo. Pero hay una tercera posición que resolvería la antítesis
en una síntesis. Esta posición intermedia entre el dogmatismo y el escepticismo
se llama criticismo.
El criticismo comparte con el dogmatismo la
fundamental confianza en la razón humana. El criticismo está convencido de que
es posible el conocimiento, de que hay una verdad. Pero mientras esta confianza
induce al dogmatismo a aceptar despreocupadamente, por decirlo así, todas las
afirmaciones de la razón humana y a no reconocer límites al poder del
conocimiento humano, el criticismo, próximo en esto al escepticismo, une a la
confianza en el conocimiento humano, en general, la desconfianza hacia todo conocimiento determinado. El
criticismo examina todas las afirmaciones de la razón humana y no acepta nada
despreocupadamente. Dondequiera que
pregunta por el motivo y pide cuenta a la razón humana. Su conducta no
es dogmática ni escéptica, sino reflexiva y crítica. Es un término medio entre
la temeridad dogmática y la desesperación escéptica. (p. 47)
Sostiene que la razón es fuente del
conocimiento, pero la experiencia también, por lo tanto, la verdad se encuentra
en la combinación de ambos. Es imposible que el conocimiento pueda darse
solamente gracia a la razón sin la experiencia, o a la experiencia sin la
razón. La combinación de ambos elementos constituye la verdadera naturaleza del
conocimiento humano.
La combinación de la experiencia y de la
razón es necesaria para que los conocimientos particulares tengan las dos
características principales: En primer lugar, que se refieran a algo concreto, que posean un contenido material,
esto se da gracias a la experiencia. En segundo lugar, que tengan validez
universal, que no sea solamente un conocimiento que nace y mueren en el hecho
particular, tiene que ser válido para los demás, esto se logra aportando al
contenido material, que viene gracias a la experiencia, unas “formas” que posee
la razón, que le son innatas, y gracias a las cuales, puede, por una
parte, descubrir las “formas” que poseen
los objetos, y también, “dibujar” formalmente al objeto del conocimiento. El
profesor García Bacca nos aclara al
respecto:
Así como en el orden sensible vivimos en un
mundo artificial que nosotros nos hemos inventado, transformando mediante
ciertas artes – de carpintero, zapatero, arquitecto... - las cosas naturales
que en su estado natural no son de provecho, o de poco, parecidamente en el
orden intelectual vivimos en un mundo de ideas que nosotros nos hemos
fabricado, y con las que transformamos las cosas en sí mismas para que se nos
presenten como mundo inteligible para el hombre.
A ese conjunto de instrumentos del hombre
por los que transforma las cosas, las ordena para nosotros, las hace
inteligibles para sí, se da el nombre de “formas a priori”. Y el conjunto de
tales artes cognoscitivas constituye la Razón Pura, artífice superior al
ordinario, transforma la materia sensible de manera que nos resulte
inteligibles. (p. 26)
Todo hombre necesita el dato de la
experiencia, a tal punto, que se afirma la tesis empirista: “Nada hay en la
razón, que antes no haya pasado por las manos”. Una vez dado el momento de la
experiencia, lo que el sujeto adquiere es un dato informe, como una masa sin
forma, un material para trabajarlo, pero no un conocimiento ya acabado, de ser
así, el conocimiento humano sería igual al de una gallina, simplemente
condicionado completamente por los
sentidos.
Una vez que se tiene la “masa” comienza el
segundo paso: dar forma al dato recibido. De esto se encarga la razón humana a
través de sus atributos, que ha adquirido de forma innata, y que le son propias
de su naturaleza, y gracia a esas cualidades de la razón, se alcanza el
conocimiento humano.
Estas cualidades de la razón tienen dos
aspectos, por una parte, poseen una “luz” especial, gracias a la cual, descubre
la esencia en el objeto, aquello que lo hace igual a todos los objetos de su
naturaleza, como quien dice, en las
“margaritas” que se tienen en el jardín de la casa, la mente tiene la capacidad
de descubrir la “flor”, y “flor” es un concepto que está más allá que la
margarita de mi jardín, eso que hace que mi margarita sea una flor y no una
rosa, es la esencia que le da forma a mi margarita, y que la mente descubre,
gracias a sus cualidades innatas.
Por otra parte, la mente no sólo descubre
la esencia que esta en el objeto, sino que pinta ese dato, para convertirlo en
un conocimiento humano. Las cosas realmente y sinceramente hablando no tienen
tamaño, ¿grande?, ¿pequeño?, esto es relativo, por lo tanto un invento de la
mente, o una condición sin la cual no puede conocer ; es decir, todo cuanto
conocemos, tiene que darle un tamaño. Igual se puede decir de la cantidad, los
objetos no son seis, dos, cuatro, uno, es nuestra mente que tiene que
cuantificar lo que conoce. Así mismo con el orden, con la posición, con el
sentido del tiempo. Verneaux nos amplía este argumento del criticismo:
La forma consiste en un cierto número de
leyes que dependen de la naturaleza, de la constitución del sujeto. La forma es
a priori, es decir, independientemente de la experiencia. Rige la conciencia,
pues es evidente que no podemos conocer nada sino es según las leyes de nuestro
espíritu. Poco importa el detalle. Al nivel de la sensibilidad, hay dos “formas
a priori”, el espacio y el tiempo; al nivel del entendimiento hay “doce categorías”;
al nivel de la razón, tres ideas. La materia, el contenido del conocimiento es,
por el contrario, a posteriori y nos es dada a través de la experiencia
sensible. Es tan necesaria como la forma, pues sin ella el conocimiento sería
vacío y no tendríamos nada que conocer. Pero en definitiva gana el
racionalismo, pues es la forma la que constituye los objetos. La sensibilidad
por sí sola, solamente nos da impresiones subjetivas, sin orden, ni lazos, sin
unidad. El espíritu es el que organiza los datos brutos de la sensibilidad
según sus propias leyes a priori, construye con sus impresiones objetos
definidos, situados en el espacio y en el tiempo, relacionados los unos con los
otros por leyes, y son a la vez reales e inteligibles. (p.56)
El criticismo radical, representado por
Enmanuel Kant, afirma que tanto el Tiempo como el Espacio son condiciones
formales del conocimiento, que no existen en la realidad, sino en la mente. Lo
que pasa es que por naturaleza, solamente podemos conocer un objeto si lo colocamos
en un espacio determinado y lo temporizamos según un antes y un después; a tal
punto, que no podemos definir claramente lo que se entiende por el Espacio y
por el Tiempo, prueba de su no-existencia en el mundo exterior, son condiciones
que nuestra mente utiliza para conocer
el mundo externo.
Actualmente el criticismo es manifestado
por la corriente del “Desarrollo de la Inteligencia”, que afirma que nadie nace
inteligente ni bruto, sino que la inteligencia se puede desarrollar si se
ejercitan las cualidades “innatas” de la mente, que permiten el conocimiento,
tales como: La Observación, La Clasificación, La Comparación, El Análisis, La
Ordenación, etc.
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