LA ÉTICA DEL ELEGIDO
(LOS HERMANOS DE SATANÁS)
Gerardo Barbera
I
A
veces pienso que la vida real es todo lo extraño al dominio de la mente. La
vida se escapa, se transciende en un eterno fluir constante y lejano. La locura es la aventura de esa transcendencia y nosotros le
inventamos una razón, una ética para poder soportar la convivencia en este
manicomio que llamamos sociedad. Todos estamos locos. Yo no soy la única
víctima. Yo no soy el único “paciente”. Los que están del otro lado son iguales
a mí, cada cual vive creando su propia realidad, su reino relativo a sus
propios intereses. ¡Somos hijos del Creador de las sombras!
Los
otros sólo existen durante los días de visita, cada sábado en la tarde, o cada
domingo, pero hasta allí. Luego todo queda en silencio y mi cerebro es invadido
por la soledad profunda, y vuelvo a ser libre para transformarme en el elegido,
en el ángel creador de la nueva sociedad. Cuando la enfermera se retira vuelvo
a ser el profeta de la nueva era.
Quién
iba a pensar que yo, el elegido, el iluminado se convertiría en un vulgar
“paciente”. ¡Cuántas personas alcanzaron la paz espiritual y la salud de sus
cuerpos gracias a mis poderes espirituales y especiales! Y ahora tengo que
vagar oculto dentro de estas batas blancas encerrado en este cuarto húmedo y
oscuro, soportando baños de agua fría, calmantes y drogas de todo tipo. Pero
esto es solamente una pequeña prueba, un descanso mientras me recupero. Estoy
seguro de que habrá otra oportunidad, y no volveré a fallar. ¡Lo juro!, en
honor a mi Maestro no fallaré.
Ahora
estoy solo, sin amigos, sin discípulos, sin grupo, sin secta, sin iglesia. Pero
no estoy vencido…
A
veces recuerdo la última reunión, o la última cena como la habíamos llamado.
Doce hermanos, todos de raza blanca y de ojos azules. Éramos los dignos
representantes de miles de hombres y de mujeres de ojos azules. La nueva generación creando
su propia ética para el tercer milenio, la ética de la nueva era, de la nueva
sociedad, de la nueva raza, del verdadero dios. Todo encajaba perfectamente en
la razón, el cielo es azul, el mar es azul,
el espíritu de los elegidos es azul; en nuestra era no habría lugar para
ningún tipo de impurezas.
Ya uno
de los elegidos de la antigüedad enseñaba que los ojos son las ventanas del
alma. Esa era una de las primeras
lecciones del Amo, del Maestro, el Gran Espíritu que siempre nos guiaba y era
escuchado solamente por los elegidos, por aquellos de ojos azules y forjadores
de la verdadera ética de la liberación integral y total, la ética de la nueva
raza, que ya existía desde los tiempos de los constructores de las grandes
pirámides y del templo de Salomón.
Cada
hermandad estaba compuesta por doce discípulos y por un espíritu guía, trece
miembros en total. El primero en morir
se convertía en el nuevo espíritu guía del grupo y otro elegido de ojos azules
ocupaba su lugar, y el antiguo espíritu
guía pasaba a otro plano superior en la dimensión de la existencia astral, o
reencarnaba en un nuevo profeta elegido de nuestra raza.
Todo era lógico. La Gran Conciencia cósmica
era racionalidad lógica en sí misma, y maestra de toda la nueva ética que se
desarrollaba para alcanzar el triunfo final.
Las
reuniones se realizaban a la media noche, cuando la oscuridad era espesa y
húmeda. Los espíritus necesitan de la humedad para comunicarse en el espacio y
en el tiempo, y necesitan la oscuridad para ser vistos. Aquella noche era
preciosa y especial. Todos los miembros de la hermandad estaban presentes,
preparados para comunicarnos con el Amo.
El Amo
nos había guiado con su sabiduría a lo largo de tres años de preparación para
la gran misión.
Nuestra
hermandad era el grupo de profetas elegidos para ser los nuevos sacerdotes de
la era de acuario.
El
Maestro Jesús de Nazaret, de espíritu azul, resultó ser un traidor, no escuchó
la voz del Amo en el desierto, quien puso a sus pies el reino de la nueva era,
de la nueva ética de la raza eterna de los hermanos albañiles, constructores
del templo de Salomón. Y prefirió seguir el ejemplo de los profetas malditos y
quiso construir un “Reino de Dios” basado en la ética del amor a Dios y al
prójimo, por eso tuvo que morir, para colmo eligió a once hombres vulgares, de
ojos vulgares y de espíritus perdedores y poco evolucionados,
pescadores y obreros del pueblo. Solamente uno de ellos se mantuvo fiel al Amo
y entregó al verdadero traidor de
nuestra raza.
El traidor fue Jesús, no Judas. El Amo siempre
triunfa, y Jesús murió en la cruz. Judas fue asesinado por aquellos malditos
quienes lo lanzaron en un cementerio abandonado y luego inventaron la historia
del suicidio.
Judas
es uno de nuestros líderes espirituales que siempre ha estado al servicio de la
nueva era y como premio a su lealtad
reina a la derecha del Amo. El maestro Judas siempre pregonó la ética
verdadera basada en el “yo quiero, yo puedo”, la ética basada en el “yo soy”.
En su última reencarnación estuvo muy cerca del triunfo. ¡ Hitler!, me siento orgulloso
de llevar la marca de Judas en mi carne.
El día
de la gran misión y de la venganza estaba cerca. Todos los hermanos estábamos
ansiosos de terminar el período de formación y lanzarnos como los nuevos
albañiles de la construcción de la nueva era, bajo el imperio y la ética del
Amo.
Estábamos
seguros de que uno de nosotros era la nueva reencarnación de Judas, uno de
nosotros sería el líder, el nuevo Juan el Bautista, el nuevo anunciador de la
llegada del Amo. El reino del Amo había llegado.
La misión
tenía un nombre clave: ¡La revolución de acuario! La época definitiva que vendría con la llegada del nuevo siglo.
El período de noviciado de la hermandad estaba a punto de llegar a su fin.
Los
doce hermanos: Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Mateo, Felipe, Tomás, Tadeo,
Simón, Matías, Marcos y yo, el elegido. Nombres muy parecidos y bien escogidos,
pero esta vez no cometeríamos ningún error, todo estaba perfectamente planeado.
Uno de
nosotros cambiaría de nombre aquella noche: ¡Judas!, así llamaríamos a la nueva
“piedra” de la iglesia de la revolución de acuario, el nuevo Judas sería el
verdadero “Papa” de la nueva iglesia, mucho más perfecta, a la medida de cada
fiel, basada en el “yo soy” de cada uno de sus creyentes de ojos azules.
Recuerdo
que mi última reencarnación fue en la Alemania del siglo XIX. Yo era un
filósofo fiel al Amo. Siempre luché contra la raza de los malditos, preparé lo
mejor que pude el camino a Hitler. Yo sabía que estaba cerca la llegada del
apóstol fiel. Y grité a viva voz: “¡Dios ha muerto!”. Y anuncié la llegada de
la nueva raza blanca y pura. Y como siempre los malditos débiles me encerraron
en un manicomio. Ya estoy acostumbrado, pero no me rendí y no me rindo ahora,
todavía tengo voz y la fuerza del espíritu en cada célula de mi cerebro.
Me
llamaban el filósofo de la hermandad, siempre lo había sido, yo formé a Nerón
con mis enseñanzas éticas y estoicas. Yo enseñé a los príncipes y gobernantes,
la ley de que el fin justificaba los
medios, que el hombre no existía, sino el
Estado, y que la revolución se alimenta de la muerte de los débiles y que los
esclavos son el alimento de la raza blanca, les enseñé la ética de mi Amo, yo
tenía que ser el elegido, el nuevo Judas, el verdadero profeta de la nueva era.
Los
débiles tenían que morir como pasto fértil para el surgimiento de la nueva era.
En el reino del Amo sólo habría lugar para la raza guerrera, para los
verdaderos revolucionarios de ojos azules
y sedientos de la sangre de todos aquellos reacios a aceptar el reino
del Amo.
Los únicos débiles que sobrevivirían estarían
destinados al servicio, para ellos el mundo sería un campo de exterminio y de
esclavitud.
Todos los discípulos de la hermandad teníamos
nombres simbólicos, elegidos al azar. Aunque en realidad esa elección la
hicimos antes de nuestro nacimiento en la era actual, recuerden la Biblia:
“antes de que te engendrara en el vientre de tu madre, yo te llamé, para ser
profeta entre las naciones te elegí”.
El Amo
es la Conciencia Universal, la ley racional de la materia, la materia misma, el
único sentido de la ética y de la existencia de la nueva y verdadera raza. El
Amo es el destino y nosotros sus profetas. La misión consistía en destruir la
religión de los débiles basada en el amor a su Dios y a sus prójimos…, si
supieran los malditos las desgracias que les habíamos preparado temblarían de
terror…
II
A la
media noche, la presencia del Amo siempre era más hermosa, él era la “Luz
Bella”, la sabiduría más perfecta, el verdadero creador, el gobernante del
destino de los hombres, el dios del nuevo reino, ese reino verdadero y sin
miserias, el reino revolucionario de los guerreros, el reino sin defectos de la
verdadera vida. El Amo siempre ha sido la “Luz Bella” que ilumina la razón, la
verdad, la ética, la ciencia; todo el universo entero está bajo su voluntad.
Así ha
sido siempre y así será por los siglos de los siglos.
No
había nada más sublime que sentirse
iluminado por la luz del Amo justo a la media noche. La Luz Bella nos invadía y
nos animaba, la inspiración y el éxtasis eran de otro mundo. Era una
experiencia total de la verdadera espiritualidad, en donde la noche penetraba
lentamente en los corazones de los discípulos de la hermandad. Los ojos azules
se convertían en llamas vivas, en las verdaderas lenguas de fuego del nuevo
Pentecostés que nos lanzaban hacia nueva misión.
La
presencia de la Luz Bella no podía ser sentida con la misma intensidad por los
hombres débiles. Los hombres débiles sentían la inspiración de la Luz Bella
para comportarse como animales irracionales. Los elegidos de ojos azules
sentíamos la inspiración para la construcción del nuevo reino del Amo, los
niveles eran distintos, los destinos eran distintos, los débiles eran guiados
hacia la traición y la muerte, los discípulos estábamos destinados para ser los
líderes de las destrucciones verdaderas y revolucionarias. No se trataba de
robar o de matar al vecino, sino de destruir el “amor al prójimo”, he aquí la
esencia de la ética de la nueva era, del reino del Amo.
Solamente
nosotros, los elegidos teníamos la suficiente voluntad, la suficiente fe y el
suficiente valor de sentir a plenitud la presencia del Amo viva en nuestras venas, un leve pinchazo nos daba
el privilegio de sentir un viaje astral
hacia mundos nuevos, en donde no existían los mismos colores y sonidos de esta
dimensión espacio-temporal y marchita: se trataba de una relación mística
distinta a cualquier vulgar experiencia religiosa de los débiles, era algo
indescriptible, algo realmente nuevo, sensual y superior.
Todavía siento esa fuerza hermosa en todo mi
ser que se llena plenamente con tan sólo mencionar el nombre del amo: ¡Luz
Bella! ¡Ven a mí, lléname que sin ti muero!
No
crean que estoy vencido solamente por el hecho de que me encuentro prisionero
en este manicomio, todavía siento la presencia de esa fuerza hermosa y sublime
dentro de mí como aquella noche de diciembre. De nada han servido los baños de
agua fría para calmar mi furia. El amor de la Luz Bella está en mí y volveré a
gritar a todo pulmón mi lema filosófico: ¡Dios ha muerto! ¡Viva la nueva era!
¡Mueran los débiles! ¡El reino del Amo ha llegado! ¡Dios ha muerto! .
Yo
puedo vivir sin ese Dios, yo sé la verdad, yo soy el nuevo profeta y mi voz
será escuchada, todo es cuestión de
tiempo…
III
Aquella
noche, el Amo nos iluminaba. La Luz Bella inspiraba cada palabra y cada
silencio. La Luz Bella nos daba la fuerza para ocultar nuestras verdaderas
identidades y fingíamos una vida normal entre el mundo de los débiles. La Luz
Bella nos guiaba en la lectura de la bibliografía adecuada, sobre todo lo
referente a la nueva era, su nueva metafísica y su nueva ética del “yo soy”.
Leíamos
todo lo referente a la psicología basada en vidas anteriores para encontrarnos
con la verdadera esencia de nuestra misión a lo largo de la historia, y
podíamos ver el papel que habíamos jugado en aquellas sociedades secretas de
siglos anteriores.
En vidas anteriores muchos de nosotros fuimos astrólogos,
adivinos, filósofos, religiosos, albañiles constructores de grandes templos, y
especialmente, destructores del reino de los débiles o de la hipocresía
cristiana del amor al prójimo. ¡No a esas malditas religiones inspiradas en un
Mesías justamente crucificado! Destino que han merecido todos sus seguidores.
¡Dios ha muerto! ¡Que brille la Luz Bella para siempre! ¡Preciosa Luz Bella!
¡Ángel eterno! ¡Fuente de la felicidad! Traicionado por aquel primer grupo de débiles, ha
llegado la hora de la venganza.
Mi
tarea a favor del Reino del Amo consistía en aparentar ser un simple profesor,
un “educador de la juventud”, siempre tuve que soportar la presencia de la raza
marginal, se trataba de un pequeño sacrificio personal, mi misión era envenenar la mente de los débiles con mi “sabiduría”.
De
manera sutil fui transmitiendo todos mis mensajes para la destrucción de la raza
maldita de los débiles, les enseñaba “el camino de la felicidad eterna”:
“¡Tú eres la persona más importante de tu vida!”, “¡El poder está dentro de
ti!”, “¡Autoestima, la clave del éxito!”, “¡Gane amigos y triunfe en la vida!”,
“¡El arte de la comunicación eficaz!”, “¡Vive tu vida!”, “¡La vida es una sola,
gózala!”, “¡Comunícate con tu fuerza interior!” “¡El éxito es lo que importa!”,
“¡Desarrolla tu poder mental!”, “¡Tu poder mental no tiene límites!”, “¡El poder
infinito de la mente!”, “¡Tus poderes súper sensoriales!”, “¡Tú eres como
Dios!”, “¡Dios ha muerto!”, “¡Recuerda el mensaje de la serpiente!"…, el mensaje siempre ha sido el mismo, la misma tentación, el
mismo Adán, la misma Eva, la misma serpiente, el mismo mensaje “serán como dioses…”.
Gracias
a mis esfuerzos como “educador de la juventud”, fui elegido como miembro de la
nueva hermandad y profeta del Reino del Amo, profeta de la nueva era. Mi grito
siempre ha sido el mismo ¡Dios ha muerto! ¡El débil debe morir! ¡Viva la nueva
era de acuario!
Y estas enfermeras pretenden apagar la luz del
Amo en mi corazón con simple baños de agua fría, si supieran con quien están
tratando, temblarían de terror al saber que la muerte está más cerca de lo que
creen…
Si
hasta recibí muchas veces el premio “Al profesor del año”. Recuerdo que en uno
de mis trabajos de ascenso propuse la realización de un “taller del desarrollo
del autoestima, como condición esencial para alcanzar el éxito en todas las
dimensiones de la vida, especialmente para superar la situación social de la
marginalidad”. Todos me creyeron.
De
esta manera fui sembrando la semilla de la culpabilidad en las clases
marginales, ellos eran los únicos culpables de tener un “rancho mental”, que
era la causa de sus propias miserias, yo les ofrecía “la solución” con mis
talleres de autoestima, toda la miseria se podía superar a través de ejercicios
adecuados de control mental y de autoestima, el remedio a todos sus problemas
estaba dentro de la mente de cada uno de ellos, cada cual era responsable de
sus éxitos y de sus fracasos.
Peor
para ellos si no aprovechaban los talleres de autoestima que se impartían por
todo el país. Yo había cumplido con anunciarles que el reino del Amo estaba
cerca, y que sus secretos de profunda sabiduría estaban al alcance de todos, el
reino del Amo estaba dentro de ellos, solamente tenían que descubrir dentro de
sus corazones el mensaje de la Luz Bella, ¡Somos como dioses! ¡La verdadera
fuerza de salvación se encuentra en el yo soy de cada cual, iluminado por la
luz eterna del Amo!.
Recuerdo
perfectamente que los doce elegidos de nuestra hermandad hicimos el juramento
de ser como dioses, de vivir sin el obstáculos de una falsa conciencia
hipócrita fundamentada en la religión de la raza débil, nuestra felicidad sería
la de los dioses, sin límites, una felicidad tan amplia como el universo.
Juramos
combatir las enseñanzas de aquel primer grupo de traidores y sus seguidores,
seríamos los constructores de la raza eterna del templo de Salomón.
Proclamaríamos el reino del Amo, la vida profunda y centrada en todo lo que
produciría placer hasta las últimas fibras de la sensualidad, en esto consistía
la verdadera felicidad, el sentido de la existencia. La vida llena del placer
prometido por la Luz Bella.
La
vida consistiría en alcanzar el éxito sin importar los obstáculos, solamente el
éxito, el dominio del otro causaría el verdadero placer, solamente aquellos que
alcanzaban el éxito, el poder, serían como dioses, miembros de la nueva era de acuario,
los verdaderos herederos de la raza de constructores, solamente ellos podrían
llevar la escuadra y el compás como signos de la nueva raza de los espíritus de
ojos azules.
La
raza nueva se alimentaría de la sangre de los débiles, he aquí el verdadero
mensaje de la metáfora del vampiro, “el que tenga oídos, que escuche…”. ¡Viva
la vida plena! ¡Viva el Amo! ¡Ha llegado la hora de su reino! ¡Dios ha muerto!
¡Muerte al débil! ¡Viva la revolución de acuario!
IV
La
reunión tenía que comenzar con la invocación sagrada para aclamar la presencia
real del Amo.
Unimos
nuestras manos hasta formar un círculo alrededor de la mesa. Era exactamente la
media noche, la humedad era perfecta. A lo lejos se escuchaba el lamento de la
tormenta, la neblina se colaba por las rendijas de las paredes del galpón, el
reino del Amo se estaba encarnando en nuestros corazones.
Pedro
era el encargado de hacer la invocación inicial. Este hermano era
extremadamente silencioso, calculador; demasiado frío en el trato, de mirada rojiza
y profunda.
Pedro
había sido el primero en escuchar el llamado del Amo, y siempre había sido
considerado el hermano mayor. Sin embargo, en lo personal nunca me agradó del
todo, me parecía que el hermano Pedro se creía el elegido solamente por el hecho
de haber sido el primero en ser llamado. A mí siempre me pareció un engreído
superficial. Su silencio me parecía una cortina de humo para ocultar su falta
de cultura, su mayor virtud era el dinero que poseía. En la vida cotidiana, el
hermano Pedro era dueño de una compañía de telecomunicaciones, y tenía
inversiones en las compañías petroleras, y en muchos “negocios” que nunca
mencionaba.
A
decir verdad, yo fui el último hermano en ser elegido para conformar la
fraternidad de los profetas de la revolución de acuario. Pero deseaba con todo
mi corazón ser elegido como la nueva reencarnación de Judas. Yo deseaba ser el
profeta del Amo, llevar la marca de los constructores tatuada en mi pecho y
gritar la llegada del reino de la Luz Bella.
Recuerdo
cada paso de la última cena de la hermandad:
Pedro: “… Luz Bella, Luz de la vida plena, presencia
arrojada al mundo para ser adorada por tus elegidos. Adorada Luz cuyo nombre
aterra a la raza de los débiles, Amo del gozo y del placer, toma nuestras
vidas. ¡Ven Luz Bella, amo del placer!”.
Todos: “¡Ven Luz Bella,
amo del placer!”.
Pedro: “¡Amo arrojado al
mundo!”
Todos: “¡Te adoramos y te
esperamos!”.
Pedro: “¡Ven energía
vital del gozo y del placer!”.
Todos: “¡Fortalece el
deseo de venganza en nuestros corazones!”.
Pedro: “¡Tú, Señor de la
guerra!”
Todos: “¡Danos el placer
de vengarte!”
Pedro: “¡Tú, que amas a
tus elegidos!”
Todos: “¡Ven a nosotros,
ilumínanos con tu luz!”
Pedro: “¡Tú, padre y amo
de los siglos!”
Todos: “¡Danos el éxito y
el poder eterno sobre la raza de los débiles! ¡Amén!”.
Recuerdo
que después de la invocación inicial algo extraño comenzó a pasar entre
nosotros. La respiración comenzó a ser lenta y profunda, hasta que una
excitación especial surgió de manera espontánea.
La
excitación se hacía más intensa y la respiración se aceleraba. Algunos
comenzaron a gruñir, a gritar. El sudor recorría nuestros rostros totalmente
transportados hacia gozos indescriptibles, y un solo sentimiento, como si se
tratase de un solo espíritu, nos guiaba aquella noche.
Alzábamos las manos hacia el universo y la
expresión total era un alarido feroz: “¡AMEENN!”. Luego, una calma intensa
recorría nuestros cuerpos en forma de cosquilleo, hasta que lentamente la paz
fue regresando, y la presencia del Amo comenzó a sentirse en aquella última
cena.
De
pronto, ocurrió lo extraordinario, lo que siempre habíamos deseado, lo que por
años habíamos invocado con tanta fe. En la silla vacía, en la silla número
trece apareció lo que parecía una sombra, una presencia oscura, sin forma
definida; pero sus ojos eran de un azul hermoso, fuera de este mundo, más allá
de esta realidad. La sombra tenía los ojos azules…, ¡era la Luz Bella!
Al
principio, un terror se apoderó de nosotros, quedamos mudos, sin saber cómo
reaccionar.
La Voz: “No teman,
ustedes son mis elegidos”.
El
miedo fue desapareciendo con la misma rapidez con que había llegado, y una
alegría inesperada nos invadió. Del terror pasamos al frenesí, sentíamos el
placer a su máxima expresión, y nuestros corazones ardían de gozo.
La Voz: “Ustedes son mis
elegidos. Y hoy nacerá mi profeta. Uno de ustedes me anunciará a las naciones.
Pero habrá traición, y los traidores no verán la luz del nuevo amanecer de la
era de acuario, hoy mismo morirán los traidores que se encuentran en esta cena,
no cometeré el mismo error dos veces”.
Pedro: “No Amo, no lo
permitas. Todos somos fieles a ti, de ser necesario daríamos la vida por tu
causa”.
Todos: “Sí Amo, moriremos
por ti de ser necesario. Nadie sería capaz de traicionarte. ¡Nadie!. Todos somos
guerreros de ojos azules. Tu espíritu está en nosotros. Amo, todos juramos
morir por honrar a la Luz Bella de ojos azules”.
La Voz: “Esta noche habrá
traición. Yo lo sé, y mi palabra es eterna. No todos son fieles. No todos me
aman verdaderamente. No todos darían la vida por mí cuando llegue la hora de la
prueba definitiva de fidelidad. Pero esta noche, 21 de diciembre de 1999 cuando
mi energía se encuentra en su nivel más alto, uno de ustedes será elegido mi
profeta, y aquel que se atreva a traicionarme morirá”.
La voz
del Amo era firme, espiritual, pero terrible. Desde aquel momento la hermandad
dejó de ser la misma, todos nos preguntábamos quién sería capaz de traiciona a
la Luz Bella, quién de nosotros estaría en contra del reino de la nueva era de
acuario.
Pero en algo estábamos de acuerdo, los
traidores tendrían que morir. El perdón es de los débiles, y nosotros éramos
los profetas, los pilares de la raza guerrera, no había ninguna posibilidad de
vida para los traidores.
El Amo
se dirigió a mí:
La Voz: “Tú sabes lo que
tienes que hacer. Hazlo pronto”.
¡Claro
que lo sabía!, me fue revelado por la misma Luz Bella en la primera reunión de
la hermandad. Recuerdo la fecha, fue el mismo día de mi llamado y bautizo. La
noche del nacimiento misterioso del Hijo del
Amo hecho hombre entre nosotros, el día 06 de junio de 1996 en Bogotá.
Los débiles estaban orando tratando de impedir la llega del reino de la nueva
era. Recuerdo que muchos diarios trataron el hecho, pero casi nadie le hizo
caso, todos pensaron que se trataba de un amarillismo propio de la fecha para
vender la noticia, ¡qué equivocados estaban!...
¡Claro
que lo sabía!, aquella noche presencié el primer sacrificio humano. Se trataba
de un mestizo miserable. Recuerdo que bebimos su sangre y comimos su corazón en
señal de mi bautizo, de nuestra sed de venganza, y de fidelidad a la Luz Bella.
Lo
demás fue siempre sencillo: el cadáver de un indigente arrollado por varios
vehículos no dejaba ninguna huella. ¡El débil debía morir! ¡Dios ha muerto!
¡Había llegado el reino del Amo! ¡Nosotros éramos sus profetas!
¡Claro
que lo sabía! Era un secreto que el Amo me había confiado. Salí en silencio a
cumplir mi misión. Aquella noche sería especial, y si tenía éxito, yo sería el
profeta del nuevo reino, yo compartiría el poder con el Amo, yo sería el
protector de mi Amo encarnado en Bogotá. Todo estaba escrito. Había llegado la
hora de la prueba definitiva, y yo sería fiel hasta la muerte.
Nadie
sospechaba lo que iba a hacer. Era mi turno de conseguir la víctima para el
sacrificio, ya lo había hecho antes,
ninguno de los hermanos sospechaba nada acerca de mi misión especial de
aquella noche.
Esta
vez no se trataba de cualquier sacrificio. Había llegado la gran noche. La
víctima tendría que ser especial, un
verdadero sacrificio, una prueba definitiva de fidelidad. La víctima tenía que
ser perfecta, un miembro de nuestra raza, un regalo perfecto y sin manchas para
el Amo.
La voz
del Amo me guiaba, sus ojos azules estaban fijos en mi mente y la orden se
repetía constantemente: “tú sabes lo que tienes que hacer…”, “tú sabes lo que
tienes que hacer…”, ¡claro que lo sabía!
Tardé
dos horas en cumplir la misión. Fue más difícil de lo que me había imaginado.
Sentía la sangre recorrer todo mi rostro. La bala me había arrancado la oreja
derecha. Sentía la sangre recorrer todo mi cuerpo.
La víctima elegida tenía tres años de edad. El niño tenía los
ojos azules más aterrados que yo recuerde haber visto en toda mi vida, le había
sellado la boca con cinta plástica. La víctima simplemente era perfecta.
Los
últimos minutos fueron muy confusos, realmente no recuerdo con claridad los
detalles de aquellos momentos finales. Recuerdo que con mi auto destruí el
portón de entrada, todos quedaron sorprendidos, menos el hermano número trece
que me miraba con satisfacción, y yo sentí su mirada de gratitud en mi corazón.
Cuando
abrí la puerta del auto con la víctima entre mis manos, comenzaron los gritos
de los traidores. Pedro fue el primero: “¡Mi hijo no, maldito!”. Luego siguieron
algunos otros, “¡maldito perro, suelta al niño!”, “¡eres un loco,
desgraciado!”…
Algunos
intentaron detenerme, pero otros me defendían, y en medio de la confusión logré
colocar a la víctima en la mesa de sacrificio, y como pude saqué el puñal de la
chaqueta, lo alcé con un deseo de sangre inspirado por la voz de la Luz Bella
que se repetía en mi mente..., y en aquel preciso momento llegaron mis
perseguidores, las balas y el humo llenaron todo el ambiente…hasta que perdí la
razón, algo había quemado mi pecho, y mis últimos recuerdos de aquella noche
fueron los alaridos de los traidores muertos…
Nunca
supe con exactitud si cumplí con el deseo del amo…No importa, el “yo soy”, “yo
quiero”, “yo puedo”, son las leyes que el Amo me enseñó para alcanzar el éxito
y el poder para ser feliz, y si no pude alcanzar la meta aquella noche, vendrá otra hermandad, otras víctimas,
hasta que el reino del Amo, de la nueva era de acuario se haga realidad…y yo
seré su profeta ¡Lo juro!.
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