Gerardo Barbera
“¡Chao, papi, ya vengo!”
Tenía tres años…,
¡apendicitis!…,
se la llevaron en una camilla…,
volvió pronto,
casi dormida.
Veinte años…,
recuero todo…,
el hospital…,
mis temores…,
su inocencia…,
la alegría de tenerla
otra vez en casa.
Este accidente…,
noche de batas blancas,
gritos de la madre,
desmayo de una abuela,
desesperación de sus amigos,
angustia del hermano,
sus lágrimas,
mi silencio:
“¡me duele papá,
mis piernas…,
me duelen papá!”
y a mí…,
se me partía el alma.
Vendí muchas cosas,
libros, camisas,
zapatos…,
mi auto.
La traje al hogar,
Ella soñaba,
se veía tranquila,
su madre le ayudaba,
Ella sonría,
las dos se abrazan.
Yo oraba,
como monja moribunda,
leves murmullos,
de tristeza, temor,
pobreza.
“¡Papá, yo quiero caminar,
la Virgen me va a ayudar,
verdad que sí, papá!”.
“¡Papá, no siento
las piernas!”.
Yo rezaba…,
con fe, sin fe,
con fuerzas,
sin fuerzas…,
yo rezaba.
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