El Problema Filosófico como opción
existencial
Gerardo Barbera
*
A lo largo de la historia de la filosofía occidental se ha
entendido la tarea filosófica de dos modos distintos, que pueden ser
complementarios entre sí cuando la opción existencial va en el mismo sentido.
Pero, si se toma una perspectiva de modo
radical, entonces, ambas maneras de entender
la tarea filosófica serían irreconciliables. Sucede pues, que la filosofía puede ser concebida
como saber sistemático, eminentemente racional, disciplinado, o como un modo de
vivir según el saber racional alcanzado. De hecho, generalmente, se ha
considerado filósofo a la persona que posee un saber especial, y vive de modo
especial en coherencia con su pensamiento. Al respecto, Hessen (1978) expone lo
siguiente, cuando existe separación entre vida y pensamiento:
“Al
primero de estos elementos lo
distinguimos con la expresión “concepción del yo”; al segundo lo llamaremos
“concepción del universo”. La historia nos ha probado que existe una constante
oposición entre los dos elementos. A veces sobresale uno, a veces el otro; y
cuanto más se eleva uno, más desciende proporcionalmente, el otro. Pero esto
prueba ampliamente que los dos
elementos pertenecen a su concepto
esencial” (p. 13)
En
resumidas cuentas, la filosofía entendida como un saber especial, racional,
y la filosofía entendida como un modo de
vida especial, son dos maneras de
entenderla, que han alternado y a veces han convivido. En efecto, en su mismo
origen griego, la filosofía surgió como una forma distinta de entender el
mundo, desde la racionalidad, desde la explicación del porqué del
universo. También surgió como una
escuela de vida, según los principios de
la misma filosofía racional.
Lo
ideal sería que la filosofía sea ambas cosas para los filósofos, un saber
especial y una forma de vida según los principios filosóficos. Este sería la
aproximación al concepto de filosofía occidental: un saber racional y una vida
fundada en ese saber. Dicho de otro modo, ambas dimensiones de la filosofía son
verdaderas y se complementan. Finalmente, ambas dimensiones son inseparables
cuando el problema es el sentido de la vida, cuando la filosofía se hace
existencia personal y comunitaria.
En
este sentido, Marías (1967) opina lo siguiente: “Hay una indudable implicación
en los dos modos de entender la filosofía. El problema de su articulación es, en
buena parte, el problema filosófico mismo. Pero podemos comprender que
ambas dimensiones son inseparables, y de
hecho nunca se han dado totalmente desligadas” (p.1). Por consiguiente, la
filosofía se presenta como un saber explicativo
y como una forma de vida fundamentada en ese saber.
En
efecto, la filosofía se presenta como el saber que fundamenta el sentido de la
vida personal y comunitaria desde un horizonte espiritual, verdaderamente
humano.
Ahora
bien, ¿cuál es la naturaleza del saber filosófico? Las ciencias particulares,
como la matemática, la física, la biología,
las ciencias sociales, entre otras, pretender dar un conocimiento
objetivo y exacto de una parcialidad de la realidad, que pueda ser
sometida al método experimental, con la
finalidad de expresar resultados matemáticos de los hechos que estudian. Es por
ello, que Rosales (1996) afirma lo siguiente: “Como modelo del conocimiento, la
matemática ha inspirado a la razón a extender el conocimiento sin reconocer sus
propios límites. Su certeza apodíctica y su poder deductivo han sido atributos
de conocimiento verdadero” (p.251). Sin duda,
la filosofía plantea el problema
del conocimiento más allá de la concepción científica del mismo. La vida no es
un teorema matemático.
Debe
señalarse, que la filosofía occidental
se presenta como la sabiduría, o el saber por excelencia, por encima de
cualquier otro tipo de conocimiento, ya que su objeto de estudio está
conformado por el ser del hombre, el ser del universo, y el ser Absoluto. Dicho
de otro modo, la filosofía se plantea dos grandes áreas: la ontología, o el
estudio del ente en cuanto ente, y la metafísica que abarca lo trascendente al
ente y fundamento último de la existencia del mismo. El ente es la cosa, la
metafísica es lo espiritual.
Ahora
bien, estas dos grandes áreas del saber filosófico tenían su razón de ser en
cuanto se convertían en principios de vida del
filósofo. En este sentido, Reyes (1992) comenta:
“Los antiguos practicaron la
costumbre de vivir tal y como enseñaron, despreciando al mundo y manteniéndose
alejado de él. Su objeto de conocimiento no fue otro que el de llegar a
comprender el universo. Vivían exclusivamente para su concepción filosófica,
sin dejarse arrastrar a otras cosas que no fuesen del interés de su pensamiento”
(p.98)
Por
consiguiente, cuando en la filosofía se habla de “modo de vida”, se trata de
una vida fundamentada en el conocimiento filosófico, una vida teorética, que
consiste en el esfuerzo constante por encontrar el sentido de la vida desde las
razones filosóficas, que no se reducen a la comprensión intelectual. Lo
racional trasciende lo meramente lógico e intelectual. Al respecto, Whal (1988)
opina lo siguiente:
“La filosofía es esencialmente
una búsqueda, una persecución del conocimiento, pero de un conocimiento que no
es forzoso reducir a la comprensión intelectual. La meta de la filosofía
pudiera ser algo más parecido a lo que ha llamado Alexander “co-presencia con
las cosas”, Whitehead “prehensión” y Heidegger “ser en el mundo”. (p.35)
Sin
embargo, se hace necesario precisar algunos elementos acerca de la definición
de filosofía; en este sentido, cabe señalar,
que el término “filosofía” deriva del griego
y quiere decir amor a la sabiduría; en otras palabras, deseo de saber.
Por esto, Maritain (1978),
refiriéndose a la noción de filosofía que proviene de la etimología misma
de la palabra, señala lo siguiente:
“Los filósofos se llamaban
antiguamente sabios. Fue Pitágoras quien,
fijándose en la sabiduría conveniente sólo a Dios, y queriendo, por
consiguiente, ser llamado no sabio, sino amigo
de la sabiduría, propuso el primero la palabra filosofía. No es una
sabiduría infusa que se dé al hombre como una luz sobrehumana; tampoco es una
luz espontánea e irreflexiva, una sabiduría que posea el hombre como un puro
instinto de la naturaleza” (p.9)
De
esta manera, la filosofía plantea la sabiduría esencial del hombre, el
conocimiento que conviene al hombre como
consecuencia de su esfuerzo y de trabajo constante y perenne en busca de la
verdad, de su razón de existencia trascendental, más allá de lo biológico.
De
este modo, se puede definir la esencia de la filosofía, como un proceso
sistemático de autorreflexión del pensamiento sobre el sentido de la vida,
acerca de la naturaleza ontológica del universo, y sobre la posibilidad de lo
Trascendente como sentido de la vida. Al respecto, Hessen (1978) define
la filosofía del modo siguiente:
“La filosofía es un esfuerzo del
pensamiento humano por lograr una concepción del universo mediante la
autorreflexión de sus funciones valorativas teóricas y prácticas” (p.14).
Sin
embargo, se aclara que la dificultad del estudio de la filosofía comienza por
su misma definición, ya que la misma responde a la historia de vida personal y
comunitaria del filósofo.
De
hecho, en la cultura occidental no existe una sola definición de filosofía, ni
una definición que se pueda llamar “la más completa”. En efecto, a lo largo de
la historia del pensamiento occidental han surgido infinidades de definiciones
en cuanto a la filosofía. En este sentido, Iriarte (1953) presenta un conjunto
de definiciones de filosofía:
“Para ir declarando lo que es
filosofía, entresaco algunas de las
definiciones dichas:
Platón la define: Conocimiento
del verdadero ser o de las Ideas.
Aristóteles: Ciencia general del
ser—Ciencia de la verdad.
Epicuro: Aspiración racional a
la felicidad.
Séneca: Amor y anhelo de la
sabiduría.
Cicerón: Conocimiento de las
cosas divinas y humanas, de las causas y
principios de las cosas.
Escoto: Consideración del ser en
cuanto ser, esto es, de las cosas en su quididad.
Bacón: Comprender y dividir las nociones extraídas de las cosas según la
ley de la naturaleza y las evidencias de las mismas cosas.
Locke: Conocimiento verdadero de
las cosas.
Berkerley: Estudio de la
sabiduría y de la verdad.
Kant: Ciencia de los altos
conceptos del saber y del obrar.
Fichte: Cognición de la cognición
total.
Hegel: Consideración intelectual
de los objetos – Ciencia del Absoluto.
Cousin: El culto a las ideas.
Krause: La visión integral del
ser y de la vida alcanzada en su más alto principio por medio de la razón… (p.
64)
Finalmente,
en cuanto al concepto de filosofía, generalmente se trata de un sistema de
pensamiento racional, que pretende dar respuestas al ser del hombre, a la
naturaleza del universo y a la posibilidad de existencia de lo
trascendental.
De
allí pues, que el concepto o la definición que se tenga de la filosofía,
condiciona el contenido de la enseñanza de la misma, por lo menos, la
perspectiva desde la cual se enfoca los contenidos de las asignaturas del área
de la filosofía.
No se trata, por tanto, de un área del saber donde todos enseñan el contenido desde una visión
homogénea, se trata de un área del saber que tienen que ver con la conciencia
misma del investigador, en cuanto a su concepción de persona, de mundo y de
Dios. Es decir, la filosofía es
trascendente o inmanente antes de hacerse a sí misma. La opción existencial siempre es anterior y
responde a razones de vida. La opción ante la existencia de Dios es anterior a
la propuesta filosófica.